“No soy la única loca, hay otras personas que están haciendo algo similar motivados
por esta pasión que sentimos”, dice Agustina Murua, una fanática de la Selección
Argentina, que emprendió una aventura inusual: se fue a dedo a Rusia, a alentar a la
Selección.
“El pasaje era muy caro, así que busqué una alternativa: volé a Londres y me compré
un low cost a Dinamarca y de ahí emprendí el viaje. En 2014 quise ir pero como era
chica y no había viajado nunca, dije “a este mundial voy sí o sí”, dice la oriunda de
San Nicolás de los Arroyos, Provincia de Buenos Aires.
Agustina tiene solo 24 años y es profesora de educación física. Trabaja con niños y
adultos y da clases de natación. Durante los veranos es guardavidas en una pileta
municipal. Su pasión por la actividad física se revela en cada postal de su recorrido
que se nutre no solo de conocer las ciudades sino también con visitas a gimnasios
donde sigue entrenando, nadando, levantando pesas.
“No fue difícil organizar el recorrido”, responde, porque ganó la determinación. Para
ella fue un “me voy o me voy”. Así, esperó a que Argentina clasificara para el
encuentro y se definió: “Grité los goles de Messi como un animal, me quedé sin voz”,
recuerda.
Inmediatamente compró los pasajes más baratos para llegar a Europa. El resto, fue
improvisación: “Sabía por qué ciudades iba a pasar, porque me fije en el mapa, pero si
alguien me recomienda una ciudad porque es copada y estoy cerca, me llego, no
tengo los días contados”.
Caminos. La viajera mundialista pasó una semana en Londres donde le robaron el
celular. “Ahora tengo uno que me regaló una chica argentina, que funciona bastante
bien, para seguir en comunicación”, cuenta.
Luego de una semana en la capital de Inglaterra, fue a Dinamarca. El paso posterior
fue Malmö (al sur de Suecia), de allí a Gotemburgo y la siguiente parada fue Oslo,
Noruega.
De Kristiansand pasó Stabanger, la ruta del sur de Noruega, y de ahí subió a Bergen. El plan era llegar a Flandes, pero la coachsurfer no le respondió y se quedó en Oslo,
para luego volver a Suecia, donde visitó Estocolmo, subió a Uppsala y, posteriormente, hizo dedo por varias ciudades hasta que cruzó a Finlandia.
En Rovaniemi visitó el Círculo Polar Ártico y bajó a Oulu a Vaasa, de allí a Tampere
hasta llegar a Helsinski, desde donde cruzó a Estonia. “En Ferry -aclara- porque me
quedaban unos días y era muy pronto para llegar a San Petersburgo. Pero todo el
recorrido fue a dedo y ya perdí la cuenta de la cantidad de camiones, traffics y autos
que tomé, porque a veces, por trayecto, tomás cinco vehículos distintos”, relata
Agustina desde Estonia, donde pasa los últimos días antes de su llegada a Rusia.
Conoció un uruguayo que viaja en auto, con quien compartirá este último tramo hasta
el destino (casi) final.
Personas y dinero. “Conocí muchísima gente. A veces necesitás compañía y otras
veces querés estar sola. Estoy todo el tiempo hablando, compartiendo”, precisa y
cuenta que las estadías se fueron regulando de acuerdo a cuánto le impactaron los
lugares: “Voy viendo, si me gusta el lugar, si me pinta me voy al otro día o me quedo
unos días más”.
Es el cuarto viaje de largo aliento de Agustina. Dos por Latinoamérica y uno por
Europa. Siempre con el mismo concepto: sola, con presupuesto acotado, vuelos
baratos, a dedo y usando el sistema de coachsurfing. “Se aprende a viajar, el tema de
hacer dedo, donde pararme, a donde ir, a quién preguntar, cómo sentir la energía de la
gente, si me da buena vibra o no”, reflexiona.
Para solventar el viaje vende pulseritas de macramé en el centro de las ciudades que
visita. “En Noruega, donde la gente tiene mucho dinero, me compraron mucho: una
pulserita que la vendía a 50 coronas, en varias oportunidades me la pagaron 100.
También me pasó que me regalaron plata, por ejemplo, cuando pedí que me sacaran
una foto”. Además, en su cuenta de Instagram está publicada su cuenta de banco y
una cuenta de Pay Pal donde, quien quiera, puede ayudarla, y sucede.
Pasión. “Mi viejo y mi abuelo son fanáticos de Boca”, responde Agustina a la pregunta
de dónde viene su pasión por el fútbol. “Mi papá, en particular, es fanático de la
Selección y desde chiquita lo viví con intensidad. Más que nada sigo a Argentina, no a
los equipos locales, si bien soy de Boca, no me pongo mal si pierde. Por Argentina si,
me vuelvo loca”.
“La idea es seguir a la Selección a donde vaya”, dice la viajera. Para el mundial, tiene
entradas para los primeros tres partidos y luego el avance o no del equipo marcará su
destino. Sobre el regreso, como no tiene ticket, posiblemente vaya al sudeste asiático
pero, como queda en claro, no tiene un plan estricto, solo se trata de seguir al
seleccionado.
El pronóstico de Agustina para el Mundial también es obvio: “¡Argentina, campeón, por
supuesto, me extraña! -dice enfática -, sufriendo, como siempre, con los uno a cero,
con penales, pero ¡somos campeones!”, remata.
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