Son mujeres, valientes y decididas, que eligen cuidar de bebés o niños en situación de
vulnerabilidad hasta que encuentren un hogar seguro. Ellas están cuando las necesitan y dicen adiós en el momento indicado. Y a pesar de saber que su protección es algo temporario, dan cariño sin medida. Son madres de acogimiento y comprenden que el verbo amar solo se conjuga en modo incondicional.
La palabra acoger proviene del latín y significa “admitir en casa, dar refugio”. Se dice
que somos bien acogidos cuando alguien, un tercero, muchas veces desconocido por nosotros, nos recibe en su hogar desinteresadamente. Hacer foco en mujeres que deciden criar durante el tiempo necesario a pequeños alejados de sus familias de origen, con el único propósito de dar amor.
De acoger, entonces, viene acogimiento, palabra elegida para nombrar a aquellos grupos
familiares que aceptan llevar a sus hogares, temporalmente, a bebés, niños o adolescentes
que están separados momentáneamente de su familia de origen, hasta que encuentren padres adoptivos o regresen, ya a salvo, con su entorno. Son las denominadas “Familias de
acogimiento” que surgieron hace algunos años a partir de la nueva legislación nacional de
2005 (Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes), que comenzó a implementarse también en nuestra provincia. En términos formales, el programa, que inició en 2008, se denomina “Familias para familias” y es coordinado por la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) del Gobierno de Córdoba. Tal cual lo cuenta Liliana Gaitán, directora de la secretaría, se trata de una propuesta que tiene antecedentes en proyectos similares como el de las familias sustitutas, pero que con los cambios realizados en leyes de niñez pasó a tener un peso mayor dentro del complejo proceso de niños en situación de vulnerabilidad. “Para quienes antiguamente se alojaban en residencias, el Estado comenzó a pedir que se busquen alternativas de mayor respeto, por el ejercicio del derecho del niño a la convivencia familiar”, explica Gaitán, y agrega que desde hace años el programa tiene el adicional de una “re-vinculación” con la familia de origen de los niños, por lo que las familias de acogimiento deben realizar un encuentro semanal con referentes de los pequeños, en caso de que así se pudiera.
Estas familias de acogimiento pueden ser de cualquier origen y tener pocos o muchos
integrantes, incluso ser monoparentales. El punto que importa, en resumidas cuentas, es que den contención y sepan que ese cuidado es por un tiempo determinado. Es decir, ese cariño y entrega tendrán siempre un punto final y esta es la primera lección que se debe aprender.
Realidad que muchas veces hace dudar a un grupo familiar de dar acogimiento, ya que todos temen por el vacío que sentirán una vez que ese pequeño que llega tenga que irse. Todos, menos alguien. Alguien que más allá del dolor de saber que siempre habrá un final entrega todo infinitamente: la mamá de acogimiento.
Ser madres, ser hogar
El universo de la maternidad siempre abre interrogantes que solo con el tiempo se pueden
responder. ¿Qué nos hace madres: tener, criar, amar a nuestros hijos? ¿Cuáles son esos sentimientos que nos caracterizan como personas, mujeres, dispuestas a dar la vida por ellos? ¿Y si quisiéramos dar la vida por otros que no son nuestros hijos? ¿Eso qué sería?
Detrás o, mejor dicho, delante de cada familia de acogimiento hay una madre de acogimiento. Una mujer, trabajadora, madre de uno, dos o cuatro hijos, que después de haber pasado muchas cosas en su vida decide que es tiempo de entregar un poco más.
Cómo convertirse en familia de acogimiento
Desde la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF), señalan que los requisitos para ser familias de acogimiento son simples. Hay que ser mayor de 18 años, presentar DNI y cumplir con el perfil que evalúa el equipo interdisciplinario de psicólogos y asistentes sociales. Una vez inscriptas, las familias pueden elegir hasta qué edad quieren aceptar a los niños, pero, en la gran mayoría, la opción suele ser hasta los primeros años. “Por lo general, se anotan para llevarse a bebés o a niños, con seis años ya les parecen grandes”, señalan desde la SENAF, y apuntan que sería fundamental contar con familias que tengan interés en recibir a chicos de cualquier edad. Sobre el procedimiento, explican: “Primero se hace un proceso de psicodiagnóstico y después se confecciona una lista. Hay condiciones excluyentes para elegir los grupos, como por ejemplo que no estén buscando un bebé o estén en tratamientos de fertilidad y que no estén en lista de adopción. Si son parejas sin hijos, tenemos más cuidado porque será más fuerte el deseo de quedarse con el niño. Es fundamental que ellos entiendan que esto es un cuidado temporario con todo lo que eso implica”. En cuanto a las características más visibles de estas familias, desde la secretaría señalan que la mayoría de ellas tiene hijos, por lo que se tiene en cuenta qué niños pueden recibir por la edad y las problemáticas. Por último, el equipo interdisciplinario señala que el diagnóstico finaliza con la trabajadora social en el domicilio. Muy importante es saber también que las familias de acogimiento no reciben ningún tipo de resarcimiento económico y que el apoyo de la SENAF se concreta con el acompañamiento del equipo profesional durante el proceso, la cobertura de salud de APROSS para los niños, leche y pañales. Los interesados pueden escribir al correo [email protected] o comunicarse al 0351 4343332.