Se vive actualmente una época de redefinición de aspectos vinculares, que por décadas fueron muy invariables e incuestionadas.
En las nuevas generaciones se observa una tendencia clara a prolongar los períodos previos a empezar a pensar en cumplir objetivos ligados a formación de parejas estables y consolidación de vínculos de amor romántico, sólidos y profundos.
Existen variables, como permanecer por etapas más extensas en la casa de sus padres, priorizar el desarrollo profesional por encima de los proyectos de pareja, la profunda influencia de redes sociales en la constitución de vínculos o las nuevas configuraciones familiares, como hogares monoparentales, que provocan que los jóvenes tiendan a extender los plazos y/o relativizar la importancia de conformar una pareja estable, respecto a generaciones anteriores como sus propios padres o abuelos.
Es posible observar dificultades y malestar en las diferentes historias que llegan al consultorio, asociadas con esta temática. Se trata de una generación que creció y vivió su infancia en un contexto en el que constituyeron sus propios modelos de pareja y familia, asociados a valores mas tradicionales que en muchos casos entran en conflicto con las nuevas configuraciones de relaciones, en el plano del amor romántico, parejas y familias.
Actualmente se advierten vínculos menos estables y sólidos, como consecuencia de la baja -bajísima- tolerancia a la frustración propia de una generación atravesada por la inmediatez. Resulta más complejo establecer relaciones profundas en una sociedad tan apresurada; estamos constantemente atravesados por estímulos que nos llevan a pensar en el “yo” más que en el “nosotros”.
Uno de los desafíos más grandes de los jóvenes consiste en la búsqueda de que la unión de pareja no absorba la vida personal.
El éxito en una relación de pareja está estrechamente asociado a la capacidad de esperar, a atravesar procesos más o menos largos o difíciles en pos de un vínculo que supere el 1+1=2. Se trata de construir una identidad de pareja que posibilite pensar en el futuro y generar proyectos en común. Es justamente en este momento de redefiniciones, que se vuelve crucial buscar nuevas maneras más sustentables, flexibles y adaptadas de ser pareja en nuestro tiempo.
María Eugenia Bruno. Lic. en Psicología MP 8242. Especialista en psicoterapia cognitiva.
DATO: LA TENDENCIA HACIA EL LIVING APART TOGETHER
Consiste en tener una pareja, pero sin perder independencia; en este tipo de relación, están juntos pero cada uno vive en su casa; de ahí su nombre LAT: Living Apart Together.
Las personas que deciden tener este tipo de relación suelen tener claridad en sus metas y propósitos. Además, las parejas LAT encuentran beneficios, como mantener el nivel de romanticismo elevado, ya que se procuran mutuamente en sus encuentros y buscan compartir momentos de calidad juntos.