Llamado también ‘detox’, el ayuno sexual consiste en la “decisión consciente, deliberada y voluntaria de abstenerse de cualquier tipo de actividad sexual, individual o compartida por un periodo determinado de tiempo” -detalló la Lic. en Psicología y Sexóloga Clínica con perspectiva de género prosexo, Noelia Benedetto-.
Y amplió: “Esta práctica en realidad puede variar en duración, por días, meses o años, dependiendo de los objetivos y la motivación de la persona”. Respecto a este último punto, la profesional señaló que “cada uno debe contar con móviles individuales de peso y significativos”.
Así, ahondó en las causas más frecuentes para elegir tal privación. Entre estas, se destacan: la búsqueda de crecimiento personal, un mecanismo de sanación ante una ruptura, por cuestiones espirituales o para redescubrir la sexualidad y/o el cuerpo sin presiones o preconceptos.
En esta línea, aseguró que “los beneficios serán los que cada involucrado considere”. “Algunas personas plantean exploración, reducción de niveles de estrés, ansiedad o malestar que puede generar la actividad sexual”, sostuvo. Y siguió: “También hay quienes apuntan a una restauración energética”.
Tabú a desterrar
No obstante, la sexóloga remarcó que todas estas ideas suponen una previa concepción tóxica del sexo. “Al hablar de una desintoxicación se toma al sexo como algo peligroso o que contamina la vida, que desconcentra o no es productivo, cuando en realidad muchos estudios demuestran lo positivo de una vida sexual activa, individual o compartida”, reflexionó.
Igualmente, aclaró: “eso no implica que la práctica escasa o nula sea perjudicial ni invalida a aquellos que les resulta gratificante el ayuno sexual”. Por tanto, recomendó -en caso de adherir- mantener la comunicación abierta, plantear límites, buscar apoyo profesional en caso de considerarlo necesario y evitar la presión externa tanto para hacerlo como para dejar de realizarlo. “No debe haber una imposición -indicó la Lic.- hacia las parejas, por ejemplo”.
Finalmente, Benedetto se refirió a la popularidad del término últimamente aunque explicó que su origen tuvo lugar en espacios religiosos. De esta manera, cerró: “Se introdujo para llegar a la raíz de un conflicto y su expansión puede atribuirse al crecimiento de movimientos de bienestar tipo holístico y en el cambio cultural, como oposición al mandato de la hipersexualidad”.