Hace más de dos décadas, Claudia Revigliono se inició en el arte del diseño de alta costura.
Detalles de la apasionada trayectoria de una artesana de sueños.
Por Sol Aguirre/ Tw.: sol_aguirre. Fotos: Fino Pizarro
Su paso por el modelaje la llevó de lucir vestidos a crearlos. Durante los cinco años en que fue modelo, la observación fue el complemento ideal para perfeccionar una pasión innata que, desde el calor de su hogar, alimentaron las manos de su madre costurera.
Aunque su universo ya le tatuaba el destino, buscó conquistarlo con la mejor formación: estudió en Córdoba con Aldo Belén y continuó mejorando en el empinado camino de la alta costura con Roberto Piazza. “Me recibí dando vida a un sueño propio en tela: mi vestido de novia”, recuerda emocionada. A partir de ese momento, continuó creando y bordando sueños, pero para quienes la elegían como artesana para vestirlas en momentos especiales: sus clientas.
Claudia considera que su “despegue” en la moda más distinguida de Córdoba llegó hace casi una década atrás, cuando hizo su primer desfile sola, convocada por la Agencia Mannequins. “Ellos confiaron en mí sin conocerme, viendo solo mis creaciones. Armaron todo un show en el cual yo presenté 130 vestidos”, rememora con una sonrisa.
Otro de los momentos más importantes de su carrera fue cuando el año pasado la marca se consagró en la pasarela internacional, convocada por Madrid Bridal Week. “Fue muy emocionante. Hasta sentí como si mi mamá, que falleció joven y no pudo vivir cómo fui armando camino con su legado, me estuviese acompañado ahí, cuando casi una veintena de modelos lucían mis vestidos en esa pasarela española. Fue un orgullo compartir espacio con diseñadores internacionales y de gran trayectoria”, confiesa. A su vez, a partir de esa participación, la convocaron nuevamente para el año que viene.
“Estos reconocimientos, como el de la revista Ocio, son una retribución por los años trabajados, por tanto amor y pasión que uno pone en lo que hace”, admite.
Con sello personal
A la impronta para andar todo ese camino la selló con su propio nombre y eligió Claudia Revigliono como marca. “Eso representa el compromiso que tuve con mi labor desde el primer momento. Mi trabajo tiene un rol fundamental para celebraciones importantes, que se recuerdan toda la vida. Soy la artesana de la joya de la fiesta, traduzco junto a mi equipo el alma de las novias, las quinceañeras y todas las protagonistas principales de las fiestas”, confiesa.
La “cuna” vinculada a la costura también se vislumbra entre sus colaboradores: está escoltada por siete “hacedores de sueños”, entre los cuales se encuentra su hermana. “Hacemos todo con amor para lograr nuestro objetivo, un vestido soñado. Trabajamos priorizando la perfección y mostrando la identidad de las mujeres, realzando sus figuras”, afirma. A su vez, comenta que su objetivo es la felicidad y comodidad de las mujeres que viste. “En ese búsqueda, encontré mi pasión por la alta costura, porque implica un trato personalizado con la clienta, a quien entrevisto durante más de una hora. Es uno de los momentos que más disfruto”, comenta.
El espíritu de su atelier está entre la diversidad de telas, bordados distinguidos y dibujos donde hace el esbozo inicial de sus diseños. Sin embargo, sostiene que el valor más grande reside en un intangible: “La recomendación de las clientas es mi mayor tesoro y mi fuerte. Busco esa garantía, que me vuelvan a elegir para futuros eventos. Esa lealtad es el secreto y la satisfacción de mi crecimiento”, admite.
Página web: www.claudiarevigliono.com.ar
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