*Especial, por Cris Schwander
A través de las emociones nos relacionamos, respondemos, elegimos, actuamos. Así, de la capacidad que tengamos para conocerlas, comprenderlas y gestionarlas dependerá, en gran parte, nuestra percepción del bienestar personal y de nuestro entorno. Es por ello, que te propongo adentrarnos en este maravilloso mundo emocional que nos habita y en el que vivimos ¿Qué tal si empezamos por el miedo?
Este miedo puede ser tanto útil como peligroso. Puede ayudarnos a mantenernos seguros, pero también puede conducirnos a decisiones y acciones irracionales. Asimismo, agita, nos prepara para responder con la huida por ejemplo, con enojo para defendernos o bien para paralizarnos o colapsar. Además, es una emoción de las más contagiosas.
En este marco, es importante entender por qué lo sentimos y cómo podemos manejarlo para tomar mejores decisiones. Cuando uno cambia su emoción, el dominio de acción también cambia.
Hoy, la mayoría de las amenazas que percibimos son fruto de nuestros pensamientos. Necesitamos aprender a reconocer cuándo el miedo se hace cargo, para que podamos intervenir de manera oportuna y tomar mejores decisiones.
¿Cómo identificar nuestro miedo y enfrentarlo?
Existen varios aspectos de la vida (situaciones, ideas, personas, cosas) que nos generan miedo. Pueden variar de una persona a otra, ya que cada uno tiene miedos y limitaciones únicas. Sin embargo, hay algunos comunes a los que muchas personas enfrentan:
- A lo desconocido
- Al cambio
- A sentir,
- A que no nos amen,
- A la soledad,
- Al futuro,
- A no poder,
- Al fracaso y hasta miedo al éxito!
Identificar y comprender nuestros propios miedos, mirarlos con respeto, re-encuadrarlos, nos brinda la oportunidad de trabajar en superarlos, asumirlos como desafíos y ampliar nuestras posibilidades.
Un buen lugar para comenzar es observando nuestro diálogo interno (qué nos decimos) y también gatillando una emoción que nos de tranquilidad. Esto nos lleva a afirmar que un campo posible de intervención son los pensamientos.
Otro espacio de intervención es el que podemos realizar desde la corporalidad: a través de la atención en la respiración y también con la práctica de actividades que ayuden a la relajación de los músculos.
Un refrán popular dice: “el miedo no es tonto”. Así es… pero a veces se equivoca, exagera, no distingue entre realidad del suceso y pensamiento o intrpretación del suceso. Por lo tanto, algunas llaves o preguntas para nos ayudan a ser más conscientes y poder gestionar mejor:
¿Qué harías hoy si este no te detuviera? ¿Qué te gustaría vivir y no vives? ¿Cuáles puedes detectar en ti? ¿Qué situaciones o pensamientos te despiertan esa emoción? ¿En qué se basan? ¿En qué creencias? ¿En algún hecho del pasado?
Estas son algunas de las preguntas disparadoras. Tomá una respiración y piensa en las tuyas.
Recuerda: al miedo no se lo vence. Al miedo se lo escucha y se decide conscientemente.