Mi otra yo: Capítulo 1 de Netflix – 44:22. Cuando a Sevgi, una de las protagonistas, le diagnostican cáncer, acude a Zaman -quien realiza constelaciones familiares-, en busca de ayuda. Él le advierte que con ese método se trabajan las raíces espirituales de las enfermedades y, tras ese primer encuentro la invita a presenciar una sesión. Más tarde, llegaría el momento de experimentar para el personaje e introducir a los espectadores a este universo.
En pantalla se aprecia un grupo de personas, ubicadas en círculo. En tanto, Zaman le indica a algunas de estas, participar como “representantes”, posicionándose en medio de la ronda. A partir de entonces, inicia una superposición entre pasado y presente, cuando se muestran fragmentos de la infancia de Sevgi que, a su vez, se alternan con los movimientos ejecutados por aquellos que representan a los involucrados en el acontecimiento original. Así, se vivencian las constelaciones familiares.

En la realidad
Jazmín Gulí, Lic. en Psicología y Especialista en el tópico, cuenta que “los encuentros son únicos e inician con la exposición del problema planteado por un consultante”. “Se hace una corta entrevista ante el grupo y después el coordinador o facilitador, indica buscar a representantes para los que integran la problemática”, detalla.
Y agrega: “Es un método donde se pone el cuerpo y quienes representan no saben nada, simplemente empiezan a moverse de acuerdo a lo que van sintiendo”. En este sentido, afirma que la ubicación en el espacio “es misteriosa y no racional”. No obstante, aclara: “El método responde a una filosofía fenomenológica, lo que significa que nos llega información que está presente en el campo, como las ondas de radio y nos exponemos a eso sin preconceptos ni prejuicios”.
A su vez, explica que “la columna vertebral del método son los órdenes del amor”, unos principios que regulan las relaciones humanas. El primero de estos –amplía Jazmín- es la pertenencia, el cual refiere al derecho de pertenecer que tenemos todos, tanto a una familia como a la sociedad.

“Cuando alguien es excluido, eso repercute en generaciones posteriores porque formamos parte de un tejido sanguíneo. El resultado es que habrá alguien en la descendencia conectado a esa persona que puede no sentirse reconocida por sus padres, por ejemplo”, asegura.
Posteriormente, sigue el “orden del equilibrio”, que alude a la reciprocidad entre pares. Por último, el tercero apunta la vinculación y establece reglas como la jerarquía entre padres e hijos como también la prioridad del sistema que se forma al casarse, por sobre el sistema creado por los progenitores.
Cuándo, cómo y otros interrogantes sobre constelaciones
Acerca de los motivos por los cuales se sugiere constelar, Gulí dice: “En principio, ante situaciones que uno percibe que son conductas repetitivas, como moldes de relación o broncas que parecen no estar justificadas”.
“También por temas con el progreso o dificultades laborales, enfermedades o algo que afecta a la vida en general”, añade. Y subraya: “Esto no suplanta ni una psicoterapia o una consulta al médico. Simplemente te otorga una apertura en la mirada y muchas veces se puede disolver un nudo que se encuentra en el linaje”.
En cuanto a la duración de los encuentros de los talleres de constelaciones detalla que pueden durar de tres horas a dos días, aunque “el acto de constelación en sí, media hora a dos horas”. Asimismo, relata que hay diferentes modos de abordaje en la sesión. “El coordinador se acerca a cada representante y le va preguntando qué siente. Con esos datos, la imagen va teniendo una evolución”, sostiene.
Por otro lado, el facilitador puede enunciar las llamadas frases sanadoras, como “te reconozco” o “esto fue complicado para mí” para propiciar resultados. Atendiendo a estos últimos, la Lic. en Psicología comenta: “Me doy por satisfecha cuando al consultante se le abrió el corazón y pudo tener otro punto de vista de lo sucedido. O puede ocurrir que se encontró el origen de algo, que muchas veces es un desorden en los órdenes del amor”.

En este marco, indica la importancia de constelar siempre en torno a hechos concretos. “No se puede representar algo que no ocurrió. A veces quieren abordar una creencia sobre una vida pasada por ejemplo y no funciona así”, asevera. Y remarca que tampoco se puede constelar en nombre de alguien más, excepto que se trate de un niño.
Finalmente, de los riesgos, expone: “Los hay porque se trata de un método sutil y poderoso. Uno no puede abrirse a un campo de información sin haber hecho un camino previo y hoy en día, por el auge, muchos facilitadores no tienen la experiencia necesaria”.
Y concluye: “No distinguen si una persona tiene una patología y puede afectarle, o si está de luto que no puede constelar por un año o que entre cada sesión por un tema propio deben pasar al menos seis meses o por una misma problemática, dos años”.