Corría el año 2015, cuando un conjunto de familias comenzó a reunirse con los objetivos de visibilizar el Síndrome de Down, promover derechos y propiciar la independencia de sus hijos. Surgieron, posteriormente, diversas acciones, como charlas y talleres que los acercaron a un movimiento nacional: Down Is Up.
Así, más tarde, en 2020, se consolidó la sede cordobesa, naciendo Down Is Up Córdoba, una fundación en la que, hoy, trabajan activamente 10 padres, mientras que participan alrededor de 160 personas. En el Día Internacional del Síndrome de Down, repasamos la historia del proyecto.
Nora Cingolani, una de las integrantes y mamá de Juan (10), relata de los orígenes: “En la búsqueda de una mejor calidad de vida, decidimos abordar como eje principal la autonomía, pensando en la vida adulta”. Y agrega: “El acompañamiento en edades tempranas, al igual que la inclusión escolar, laboral, deportiva y artística ya existían, pero teníamos la inquietud de qué sucede una vez terminado el colegio y si podrían vivir solos”.
Tomar vuelo
En este marco y gracias al apoyo de profesionales, confirmaron que “la autonomía se trabaja desde la primera infancia”. De esta manera, emergió un nuevo propósito: crear un centro especializado.
Este, tras años siendo pensado y diseñado, se concretó el pasado 15 de febrero. Al respecto, María Eugenia Castro Landaburu, mamá de Bautista (5), cuenta: “Los chicos sienten este centro terapéutico como su casa y hay niños de todas las edades”.
A su vez, detalla que entre las áreas que trabajan a diario, se encuentran la fonoaudiología, psicología, terapia ocupacional, entre otras. “Queremos dejar a nuestros hijos un escenario adecuado para que, en la adultez, puedan desenvolverse”, asevera. Y, orgullosa, afirma: “La idea es que sea un espacio de disfrute, aprendizaje y contención”.
La perspectiva de convivencia
Acerca de los avances en materia de inclusión social, Nora reconoce que “la estigmatización ha ido cambiando”. “Hay mucho por hacer, pero actualmente los niños miran la discapacidad desde otro lugar y la toman como una diferencia más. Unos tienen rulos, otros pelo lacio y algunos Síndrome de Down”, amplía. Y celebra: “Vamos por buen camino, aunque falta crecer”.
Asimismo, remarca: “El síndrome es una característica, no define a la persona”. Por su parte, Eugenia, añade: “Muchas veces la gente, sin maldad, termina pecando y solo ve al diagnóstico, pero se trata de entender que somos iguales y solo hay distintas condiciones”.
En tanto, sostiene que “los pequeños naturalizan más que los adultos” y que, “para ellos no hay diferencias marcadas”. Así, invita a los adultos “buscar la convivencia”, dejando atrás el concepto de “inclusión”.