* Por Mariano González King, Grow-género y trabajo
El movimiento global del Orgullo ha puesto los derechos humanos de las personas LGBTI+ en la agenda mundial. Desde su hito fundacional en los disturbios de Stonewall, en Estados Unidos en 1969, ha adoptado diversas formas en cada territorio. En Argentina, activistas y militantes de la diversidad sexogenérica han sostenido un reclamo inquebrantable por salir de la categoría de ciudadanos de segunda, tercera o cuarta clase, buscando acceso pleno a sus derechos.
Entre estos, uno de los más fundamentales es el derecho a un trabajo digno, que es un debate urgente sobre el costo económico y social de ser parte de esta comunidad.
Bienestar laboral: Más allá del trato digno
En entornos corporativos, es común escuchar que muchas personas LGBTI+ llevan “dos vidas”, adoptando una personalidad diferente en el trabajo, escondiendo su orientación o identidad de género por miedo a represalias. El estudio “Uncovering culture” (Desenmascarando la cultura) (Deloitte, 2024) muestra que el 58% de las personas no heterosexuales ocultan parcial o totalmente su orientación sexual o identidad de género en el trabajo.
Es fundamental complementar la idea de trato digno con una discusión profunda sobre el bienestar laboral y los costos que enfrentan las personas que no encajan en las normas heterosexuales, cis o binarias. En Grow-género y trabajo hemos recopilado testimonios de personas que han escuchado frases como: “No podés venir disfrazado de mujer a trabajar, es poco serio”, “Para este programa, vamos a poner masculino o femenino, agregar más es complicado”, o “¿Te estás cuidando que comés ensaladita? ¡Qué maricón!”
Lejos de ser una excepción como pudo ser en generaciones más grandes, las nuevas generaciones que ingresan al mundo laboral o comienzan a asumir roles de liderazgo, desafían las viejas normas que nos obligan a dejar afuera nuestras particularidades para encajar en una homogeneidad supuestamente productiva. La combinación de nuevas generaciones y la comunidad LGBTI+ exige que los espacios de trabajo eliminen las microagresiones invisibles para construir ambientes donde las personas estén en el centro, y el bienestar sea la mejor vía para mejorar la productividad.
Los pendientes y las responsabilidades
Sin embargo, hay que destacar que la efectiva inclusión y la creación de espacios amigables no se da por un curso natural de cada organización. Necesita, de hecho, decisión, planificación y trabajo, ya que se trata de una problemática que tiene un fuerte arraigo cultural. Además de un necesidad social, muy aguda en el caso de las personas Travestis Trans y No binarias por sus altos índices de desempleo o trabajo informal, trabajar esta agenda redunda en grandes beneficios para las organizaciones, ya que el bienestar laboral es un factor clave para la retención de talentos, la productividad y la innovación.
Desde Grow-género y trabajo acompañamos a las organizaciones empleadoras en sus procesos de transformación. El programa “¿Quién puso ese armario en mi oficina?” a los fines de propiciar las herramientas para que los espacios de trabajo sean cada día más inclusivos. Este programa aborda la temática de forma integral, y tiene la posibilidad de adaptarse a las necesidades de cada organización. En este sentido, se propone la facilitación de espacios de sensibilización y capacitación que pueden ser dirigidos a roles clave, como líderes o personal de recursos humanos, asistencia técnica, diagnóstico e implementación para construir políticas institucionales que contemplen las experiencias LGBTI+, asesoramientos en comunicación con perspectiva de diversidad e incluso producción de eventos que visibilicen y celebren la diversidad a través de la cultura y la historia LGBTI+.
Es ahora: ¡Celebremos la diversidad!