*Especial, por Georgina Sticco. Directora y co-fundadora de Grow-género y trabajo
Las personas transitamos la vida en nuestras casas, en el espacio público, en el trabajo, y en cada uno de ellos se dan desigualdades y discriminaciones. Según el estudio “Diversidad en el Trabajo”, que realizamos Bumeran y Grow- género y trabajo, el 83% de las personas trabajadoras siente haber sido víctima de discriminación en su trabajo. Si bien solo Chile lo supera, en el resto de la región, la incidencia es menor: en Panamá es del 74%, en Perú del 70% y en Ecuador del 67%.
Por un lado consideramos clave resaltar que aumentó la proporción de personas que manifiestan discriminación: en el 2022 eran el 35%. Este aumento en 48 puntos porcentuales puede implicar, por un lado, una mayor sensibilización, y por el otro, un cambio de comportamiento negativo.
En lo que respecta a las medidas para fomentar un ambiente laboral más inclusivo, el 78% de las personas trabajadoras considera que estas no se implementan en su lugar de trabajo. En la región, la tendencia es similar. Sin embargo, solo el 57% de quiénes trabajan en las áreas de RRHH, reportan encontrarse con desafíos para generar entornos diversos e inclusivos. Los desafíos identificados son: la falta de integración por parte de superiores, la presencia de chistes, bromas o comentarios inadecuados o discriminatorios hacia personas diversas (61% ambas); y la presencia de la violencia y acoso laboral (51%).
Esta identificación que realizan las personas especialistas es fundamental, dado que por más políticas, procesos y capacitaciones que se realicen, si quiénes lideran la institución no comparten este marco, es altamente probable que los temas pierdan legitimidad.
Que quienes trabajan perciban la discriminación implica que las medidas no están llegando: o no se comunican o no abordan las problemáticas más urgentes, siendo entre ellas la existencia de oportunidades de desarrollo o el convivir en ambientes laborales cordiales y respetuosos.

Entre las razones por discriminación más señaladas figuran la edad, el género, la discapacidad, el color de piel, y la orientación sexual. En este sentido, el 10% de las personas encuestadas indicó que sintió que tuvo que ocultar su orientación sexo-afectiva por miedo a perder el trabajo. El esfuerzo que le conlleva a una persona “ocultarse” afecta a su bienestar y por lo tanto a su productividad. En entornos que no promuevan la autenticidad todos pierden: las personas y la institución.
Por otro lado, un factor importante y preocupante es el desánimo: el 53% de las personas trabajadoras considera que en los próximos años la inclusión laboral no ganará mayor importancia en sus trabajos. Esta perspectiva negativa se da con mayor fuerza en Argentina, mientras que en el resto de los países, la opinión es más optimista.
Desde Grow- género y trabajo, consideramos que es fundamental que los liderazgos promuevan activamente una agenda de mayor inclusión. Es necesario abrir espacios de diálogo sincero para entender cómo ciertas características de las personas –género, edad, nivel socioeconómico, entre otras– aún hoy representan barreras para el desarrollo.