Retrato de un hombre hecho a sí mismo
Tuvo todos los trabajos, desde vendedor de productos de los más diversos hasta modelo
profesional en una época en la que los modelos masculinos no abundaban. Creció y fue
formándose en el mundo de la moda, hasta que su costado empresarial ganó la batalla. Hoy sigue como socio en Mannequins y se hizo cargo del área operativa de Rincones
Equipamiento, empresa dedicada a decoración, ambientación y equipamiento para eventos.
En esta nota, el retrato de un verdadero self-made man.
Por Guillermina Delupi
Dueño de un perfil bajísimo y empresario por definición, Juan Carlos Lagger empezó a
transitar su carrera cuando tenía 18 años. Pasó de trabajar en el Mercado Norte a
convertirse en modelo masculino cuando Ponce de León lo descubrió (“en la época en que
era joven y apuesto”, dirá en la entrevista riéndose) y estuvo a una tesis de convertirse en
técnico constructor.
Más tarde, cuando el bichito del empresario que tenía adentro le picó, se convirtió en uno de los socios de esta agencia cordobesa de modelos que fundaran Chicha Osorio, Irma Rosa y Gustavo Ponce de León.
Con una familia conformada por su esposa Verónica (casados desde 1995) y sus dos hijos
–Delfina, de 14, bailarina, y Francisco, de 20, estudiante de Administración de Empresas–,
Lagger se declara profundamente enamorado de ese pequeño núcleo familiar que
conforman “y también de la familia grande: tengo recuerdos hermosos de mi infancia y
somos todos muy unidos”.
Hoy, en sociedad con Marcelo Oliva, maneja una empresa dedicada al equipamiento para
eventos y continúa en el directorio de la agencia de modelos que lo vio nacer.
–¿Cómo fue tu paso por el modelaje? ¿Qué recuerdos te quedaron de esa época?
–De esa época –estamos hablando de la década de 1980– tengo recuerdos muy buenos.
Fue una etapa, llamaban para laburar cuando había un evento y Gustavo (Ponce de León),
que era el que manejaba el tema, tenía un grupo de modelos hombres que eran chicos que
él buscaba, porque lo de las mujeres estaba más organizadito. Pero los modelos hombres
éramos pocos. Eran otras épocas, imaginate que hasta ir a Buenos Aires era todo un hito.
–Claro. Hoy son muchos los modelos hombres, pero antes era una rareza el varón en la pasarela, ¿no?
–Sí, en esa época los varones en el modelaje éramos muy poquitos. También era otra
tipología, el varón era ‘hombre’ y hoy es mucho más diverso el tema del cuadro masculino.
Viajábamos al interior, no sólo en Córdoba, sino al interior del país. La verdad es que era
una época en la que me divertía mucho.
–¿Cómo ha cambiado ese mundo del modelaje?
–Creo que a nivel mundial ocurrió el mismo fenómeno: después de las top model de la
década de 1990, cuando la modelo tenía un lugar y vendía perfumes, desfilaba, posaba,
todo cambió. Antes, un desfile importante que se preciara de tal, tenía que tener cuatro o
cinco top models sí o sí porque sino, no existía. Ahora la modelo cumple un rol totalmente
distinto. Las modelos famosas hoy son celebrities. Vos ves un show de modas de Channel
por ejemplo, y son 100 modelos; no sabés quién es cada una, son todas parecidas pero
cumplen un rol totalmente secundario.
–¿Qué prima hoy?
–Ha cambiado todo. Hoy se pasan mayor cantidad de conjuntos que antes, por ejemplo. Las pasarelas antes era elevadas, ahora son al ras del piso, se utilizan locaciones urbanas:
usan museos o lugares emblemáticos de las ciudades pero no tocan nada, no ponen
pasarelas como antes. Y el rol de la modelo ha cambiado muchísimo, es menos importante.
En los ‘90 vos hablabas con el mozo de un bar y sabía quién era Claudia Schiffer o Naomi
Campbell; hoy preguntás y nadie sabe.
–Incluso ustedes, en Mannequins, formaron modelos de proyección internacional…
–Sí, sí. Creo que la más trascendente pudo haber sido Inés Rivero, porque además mutó a
celebritie también. Pero si vos no pasás a ser influencer o celebritie, no te conoce nadie.
Hoy… ¿quién vende un perfume? Las celebrities, los actores, los “famosos”; muy pocas
modelos. Hay, pero son muy pocas. En la actualidad, si alguien tiene 10K de seguidores en
las redes es contratado por las marcas, más allá de su belleza. Pagan fortunas por posteos.
Si los modelos no cumplen además estos requisitos, se matan laburando pero no llegan a
ser lo que eran antes.
–¿Y la escuela de modelos cómo está hoy?
–Bien, hay una muy buena cantidad de alumnos para la época de crisis macroeconómica en
la que estamos viviendo. Está en unos trescientos y pico de alumnos, que es un muy buen
número.
–¿Cómo saltaste del modelaje al mundo empresarial?
–Bueno, yo trabajo desde muy chico y he hecho de todo…
–¿Por ejemplo?
–He trabajado fabricando ropa, vendiendo cosas de las más diversas, en negocios de telas
plásticas cerca del Mercado Norte. He hecho montones de laburos, desde los 18 años,
siempre trabajé. Estudié técnico constructor. Era una carrera que se estudiaba antes en el
Instituto Técnico Universitario y ahora se estudia en la Facultad de Ingeniería. No llegué a
recibirme porque nunca presenté la tesis. Fue una cosa que quedó ahí, creo que hice tres o
cuatro grupos de tesis distintos porque mis compañeros seguían avanzando y nunca
terminé.
–¿La elección de esa carrera tuvo que ver con algún mandato familiar?
–No, me gustaba, creo que debo haber sido un arquitecto frustrado. Como laburaba,
estudiaba a la tarde noche. Por eso dejé de jugar al rugby, casualmente.
–¿Jugabas profesionalmente?
–No, en aquella época no existía ser profesional, pero alcancé a jugar en el seleccionado de
Córdoba. Y tuve que dejar por la facultad. Luego cambié el portland por el rouge (se ríe).
–Volviendo, ¿cómo arrancaste como modelo?
–No me acuerdo exactamente, pero creo que fueron un par de amigos que hablaron con
Gustavo, que era el que organizaba los desfiles y así empecé, era medio informal la cosa.
Trabajé varios años, luego cuando empecé a manejar la agencia dejé de modelar. Me
pareció que no era ético porque no me podía vender yo mismo.
–Ahí tuviste que tomar una decisión…
–Y sí, porque no me parecía bueno. Empecé a manejar la agencia, era 1989, justo cuando
nos mudamos al local que tuvimos durante años en Tucumán 25. Ese año hice mi primer
desfile. Luego, cuando fallece Gustavo, seguimos con Chicha (Osorio) con los desfiles y
después solo. Eso lo sigo haciendo, la productora sigue a cargo mío.
–¿Cuándo te sumaste a Rincones?
–En mayo del año pasado me llamó un amigo (Marcelo ‘Chueco’ Oliva) que estaba a punto
de comprar una parte del negocio y quería saber si yo podía hacerme cargo. Yo justo había
dejado la parte operativa de Mannequins, en noviembre del año anterior. Me pareció muy
lindo el desafío, el tipo de rubro. Más o menos lo conocía, lo tenía como proveedor porque a veces nos hacía cosas para los desfiles. Al mes de dejar Mannequins tuve un problemita de salud, me descubrieron un cáncer, me operaron en diciembre de 2016 y empecé con
sesiones de quimioterapia en 2017…
–¿Cómo estás de salud hoy?
–Terminé la quimioterapia y en marzo de este año me dieron mal los estudios de nuevo; así que me volvieron a operar en mayo y ahora estoy haciendo otra quimioterapia hasta fin de año. Es bravo, pero es lo que tocó.
–Pero se te ve bien…
–Sí, trato de estar bien. Lo que pasa es que este tratamiento es con internación. Entonces
son tres días que estoy internado. Como suelo decir: entro a boxes los martes y salgo
jueves.
–¿Todas las semanas?
–No, intercaladas. Entonces la semana que no estoy internado (yo le llamo “la semana
buena”), le doy con todo para recuperar. Me llevo la computadora y demás, pero no es lo
mismo. De todos modos, la vamos llevando.
–¿Y acá, en la empresa, les está yendo bien?
–Bastante, considerando el momento del país. El nivel de rentabilidad se ha perdido un
poco por el tema de los costos, pero es lo que le pasa a todos. Es un lindo proyecto aunque
faltan cosas por hacer. Si me llego a ir el día de mañana de acá, quiero entregarlo de otra
manera. Hay que modificar varias cosas, hasta cuestiones que tienen que ver con la cultura
de la empresa, que siempre son lerdas de cambiar, pero se puede.
–¿Qué hacés en tu tiempo libre?
–No tengo demasiado tiempo libre. Me ha quedado un solo vicio, que es el golf. Aunque
sólo puedo jugarlo los fines de semana.
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