Por Javier Lerena, coordinador de proyectos de Grow, género y trabajo
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¿Cuál es la situación en estas elecciones? En las PASO, las listas que competían para participar de las elecciones generales estaban en un 69% encabezadas por varones para la Cámara de Diputados, mientras que las que lo hacían para el Senado, este número se elevaba a un 72%. Pasadas las elecciones primarias, se observa un leve aumento en la proporción de listas encabezadas por mujeres, aunque la tendencia se mantiene: en Diputados la proporción es 64% a 36% a favor de los varones y en Senadores 66% a 34%.
De las ocho provincias que renuevan cargos en el Senado, solo una cuenta con mayoría de listas encabezadas por mujeres: Santa Fe, con seis de nueve. En ninguno de los otros casos las mujeres alcanzan ni siquiera a encabezar la mitad: en Chubut y en Catamarca encabezan el 20% de las listas, en Corrientes el 25%, en Córdoba el 43%, en La Pampa el 40%, en Mendoza el 29% y en Tucumán ninguna mujer encabeza alguna de las cinco listas que se presentan.
Respecto del lugar que ocupan mujeres y varones trans, en las PASO había seis candidatxs: cinco a diputadas y uno a senador suplente. De ellxs, solo Daniela Castro, candidata por la Provincia de Buenos Aires, competirá en noviembre, pero difícilmente logre entrar en la cámara: está en el puesto 21, cuando hay 35 bancas en juego. Thiago Galván, candidato a senador por Córdoba, se encuentra en la lista, pero como suplente.
Si bien la ley de paridad es fundamental para garantizar la participación de mujeres en los cargos legislativos, es importante que más mujeres empiecen a ocupar los primeros lugares para equilibrar el Congreso y construir un sistema político más justo y democrático.
También sería importante comenzar a generar los instrumentos necesarios para que las personas trans y de otras identidades de género estén representadas. Desde hace años Argentina es pionera en materia de legislación vinculada a la identidad de género. Promover mayor participación en cargos políticos es fundamental para garantizar esos derechos.
Al mismo tiempo, la ley de paridad distingue entre varones y mujeres, pero nada dice aún de otras identidades de género. Y, desde este año, nuestra sociedad cuenta con el DNI no binario, que garantiza que quienes no se perciban ni varón ni mujer, puedan tener un documento que respete su identidad. Será el desafío de los próximos años garantizar la participación de todas las identidades de género en nuestro sistema político.