La historia detrás del empresario surcoreano que apuesta año tras año en Argentina. Su historia de vida no fue nada fácil, llegó al país en los ‘90 con tan solo 12 años y la perseverancia, el esfuerzo y el trabajo fueron sus ejes para ser quien es hoy. Dueño de firmas de indumentaria como Naima, Calandra, Becci y su nueva estrella, ÜCollective, una nueva propuesta sofisticada y atemporal. Hombre multifacético ya que se desempeña en rubros como real state, textil, comercio exterior y moda, que facturan $ 5.000 millones.
Por Candelaria Lanzaco
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–¿Cómo viviste estos años de crecimiento y nuevos desafíos? ¿Te ves como ‘emprendedor’ en todo sentido de tu vida?
–Empecé a trabajar desde chico y a darme cuenta de que si quería lograr lo que me proponía, tendría que esforzarme. Pero nunca lo sentí como un esfuerzo, sino como una motivación. Creo que lo que me benefició fue que encontré mi fortaleza rápido y me aferré a eso para crecer: soy muy detallista y desde chico entraba a un negocio y pensaba cuánto facturaba o si era una actividad rentable. Yo creo que la palabra “emprendedor” muchas veces se adjudica a un concepto exitista; a mí lo que me motiva no es estar arriba en el podio, sino superar todos los escalones anteriores hasta llegar a ese lugar.
–Tus inicios … ¿Qué recuerdo tenés de cuando empezaste en la industria de la moda, en qué año fue?
–Comencé con mis marcas de ropa cuando entendí que podía existir un techo en las telas y que a futuro podía ser un mercado que migre. Y así fue que, luego de ingresar al paquete accionario de las marcas Calandra y Becci, en 2017, compré la mayoría de cuotasparte de Naíma. Con celebrities e influencers como Pampita, Zaira Nara, Juana Viale, Luli Fernández y otras figuras públicas, comenzamos a crear una comunidad con identidad y fuerza.
–La sorpresa: en plena cuarentena lanzaste una nueva marca, ÜCollective, ¿cuál es la propuesta de la marca?
–ÜCollective nació en la vorágine del ‘New Normal’, cuando la gente ya no tenía oportunidades para vestirse con marcas de lujo, ya que estábamos todos en confinamiento, y muchas firmas conocidas sacaron líneas sportwear. Entonces, ahí lo visualicé: quería una marca que pudiera brindar calidad, comodidad y también ser moderna y sobria, a buen precio y brindando una experiencia de consumo diferencial, pensando en todos los detalles, desde la confección hasta el packaging que luego llegaría a los consumidores. Y así, volví a apostar con un proyecto de cero, que crece constantemente y con el que me divierto bastante en mi rol de Creative Director.
La idea principal de ÜCollective es ser una marca sofisticada atemporal, que no responda a las temporadas convencionalmente establecidas. Me interesa mucho el contexto social actual y lo que tienen las nuevas generaciones para aportar.
–Sumaste a tu cartera tres marcas reconocidas de Argentina. Apostaste en esa época al país y hoy seguís apostando con ÜCollective. ¿Por qué? ¿Cómo ves la industria de la moda en Argentina?
–Yo creo que en este país las crisis son cíclicas y constantes y que en todo momento hay oportunidades para crecer. No le tengo miedo a la crisis en sí, sino a no ser estratégicamente bueno para buscarle la vuelta y crecer por otro lado. Sé cómo resurgió mi país natal e intento replicar algunos de esos cimientos, a modo escala, en las empresas. Asimismo, a nivel industrial creo que después de la crisis va a haber una pequeña depuración del mercado, muchas empresas no van a lograr sobrevivir lamentablemente. Siempre hay cambios constantes; el tema es adaptarse y poder seguir.
–Hablás de una `receta coreana´ para los negocios. ¿De qué se trata?
–Es algo que se ve simple, pero termina no siéndolo, más que una ‘receta’ se trata de una forma de vivir: ser exacto. En Corea del Sur somos muy rígidos con muchas cuestiones en la vida cotidiana. No solemos llegar tarde, somos muy respetuosos, nos gusta la exactitud. Acá en Argentina muchas veces es a medias, nos incluyo en la crítica intentando evitar la mediocridad. La gente llega tarde a las reuniones, los proveedores te dicen un día de entrega que resulta no ser, y así con todo. Pero a pesar de esto soy un agradecido y enamorado de Argentina 100%.
–Y si hablamos de moda, los cambios culturales influyen a la hora de diseñar… ¿Cómo lo viven desde Naíma y Calandra? ¿Sumaron propuestas eco sustentables?
–La cuarentena fue un momento en el que nos cuestionamos el consumo, no solamente como sociedad sino con el personal en la empresa. Creemos que es una responsabilidad del rubro buscar alternativas ecofriendly. En Calandra estamos virando cada vez más a un perfil que apunta al Slow Fashion, la conciencia ambiental, el uso de materiales nobles y en crear prendas duraderas y atemporales, que no contribuyan al `Fast Fashion´ waste. Es un proceso que hay que atravesar de manera consciente, con información y dando pasos firmes, para construir un camino y que no sea sólo una ‘moda’ del momento, sino algo más real y tangible a largo plazo.
–Adelantanos un poco… ¿Qué objetivos tenés a corto/largo plazo para las diferentes marcas? ¿Pensás expandirte a otros países?
–El objetivo siempre es crecer, pero sobre todo mejorar. Creo que el crecimiento si no está acompañado de mejoras, es en vano. Antes de pensar en seguir expandiendo, el objetivo es mejorar en todos los aspectos posibles para brindar, más que un producto, una experiencia de compra.
Otro de los objetivos que tengo, no menos importante, es que las marcas se consoliden como sinónimos de una experiencia de compra excelsa. ¿Por qué estar en un negocio y no dar lo mejor de nosotros? Porque es un desafío personal que tengo, creo en el potencial de cada una de las marcas y en la capacidad del personal que trabaja codo a codo para sacarlas adelante y posicionarlas en el mercado.
La idea es armar un grupo de marcas donde entre una y otra se puedan retroalimentar. Quiero lograr un universo donde cada una de ellas pueda ofrecer más de un producto y que cada una tenga su identidad. Es ir más allá de una transformación. La ropa tiene una vida corta si no puede reinventarse. En la moda, estar muchos años puede ser un arma de doble filo. Por eso, estoy muy encima en el día a día, aunque me lleve tiempo.
–En lo personal, ¿ya te sentís argentino? ¿Extrañas tus raíces? ¿Cómo lo vivís?
–Como te decía antes, estoy muy cómodo en Argentina y tengo un amor incondicional por este país. Tenemos más de 350 personas en nómina más la gente que trabaja indirectamente con nosotros. Intento dar mi grano de arena contribuyendo a cuidar a las personas que trabajan conmigo. Pero no puedo obviar mis inicios, ese ADN no se pierde y de alterarse, es intentando el equilibrio de lo positivo de las culturas. Sí, intento viajar seguido a Corea, visitar familiares y amigos, además tengo costumbres algo anglosajonas por estar conectado culturalmente con Los Ángeles, que creo que es otra hermosa ciudad para vivir, así como lo es Buenos Aires.