Facundo Arana es uno de los actores más populares, por lo que su presentación es por el momento, redundante. Sus éxitos en televisión se han mezclado con el teatro, la música, las tapas de revista y sus andanzas como escalador.
Desde hace algunos años viene con una seguidilla de éxitos en el teatro, como En el aire, Puentes de Madison y Cartas de amor. Esta última es la obra que lo trajo (nuevamente) a la ciudad de Córdoba. Aprovechamos el ‘aventón’ para hablar con él, que tiene familia cordobesa y un legado que hace a su identidad.
Estás viajando desde hace varios años con tus obras. ¿Será que lográs mejor estado desde el ‘mano a mano’ del teatro?
¡Qué linda pregunta! Lo cierto es que a cada personaje que hago le pongo todo de mí. Todo el empeño, la dedicación y amor posibles. Me gusta pensar que tal vez en el teatro hay tiempo para recorrer el mismo texto día tras día, repitiendo cada segundo y buscando la mejor versión posible. Pero más allá de eso, me gusta contar historias en televisión, teatro o cine. Lo lindo es que desde la adolescencia tuve en claro que quería ser artista y este oficio maravilloso me llenó de bendiciones y me salvó la vida.
¿Te llamaron alguna vez para conducir programas de tevé?
No, nunca. ¿Me ves conduciendo un programa de televisión? (risas).
¿Cómo llevás la ‘vida rodante’?
Lo llevo con absoluta alegría. Hacer teatro es lo que más me gusta de la profesión y ni hablar si es con una linda obra como Cartas de Amor junto a Solita (Silveyra). Más aún teniendo en cuenta que cuando termina la gira tengo dónde volver, con lo más importante, que es mi familia.
¿Qué significaba para vos la paternidad?
Antes de mis hijos, la paternidad era una utopía tan deseada como lejana. Hoy es una bendición, tan presente como feliz.
Has dicho que querías ser un padre presente, ¿lo estás cumpliendo?
Sí, definitivamente. Pero es la calidad de tiempo que pasamos juntos la que me importa. La presencia queda marcada en cosas simples. Un buen consejo, un abrazo cálido o una sonrisa. Una palmada. Una siesta todos juntos. Una comida. Un desayuno. Una charla. Aprender mientras se enseña y viceversa. Pero todo parece simple con la compañera de vida que tengo. La paternidad es una responsabilidad preciosa y por eso quiero estar lo más presente posible.
¿Cómo recordás vos a tu papá?
Mi viejo me habló siempre de la ley de la vida. Lo festejo a él todos los días. Sólo espero que el día de mañana mis hijos puedan estar orgullosos de sus padres como yo lo estoy de los míos. Si eso sucede, querrá decir que con María (Susini) hicimos las cosas bien.
¿Tenés algún legado que pretendés que tus hijos tengan de vos?
El único legado que vamos a aceptar junto con María es que sean felices y libres. Les enseñamos respeto e igualdad. Les mostramos que somos tiempo y les contamos que con una palabra podemos sanar al otro. O lastimarlo para siempre. Así que hay que tener prudencia, pensar antes de decir o hacer. Después, tienen que vivir la aventura de sus vidas con sus elecciones y decisiones.