Por Leticia Martín, psicóloga general sanitaria
Una de las experiencias emocionales más comunes que enfrentan las personas en la actualidad es el FOMO, siglas en inglés de “Fear of Missing Out” o miedo a perderse de algo, el cual puede tener un impacto significativo en nuestra salud mental y bienestar. Como psicóloga, me interesa abordar este tema desde una perspectiva cercana y reflexiva, pensando tanto en los adultos como en las generaciones más jóvenes que están creciendo en esta era digital.
¿Qué es el FOMO?
El FOMO se define como una sensación de ansiedad o preocupación que surge al creer que otros están disfrutando experiencias agradables o valiosas de las que uno está ausente. Este sentimiento suele amplificarse con el uso de redes sociales, donde constantemente vemos una versión idealizada de la vida de los demás: vacaciones perfectas, logros profesionales, relaciones felices, etc.
Aunque el FOMO puede parecer trivial, no lo es. Puede desencadenar emociones como tristeza, insatisfacción, e incluso sentimientos de inferioridad, afectando nuestra autoestima y capacidad para disfrutar el momento presente.
El impacto del FOMO en nuestra salud mental
A su vez, desde mi experiencia profesional, he observado que el FOMO puede contribuir a problemas psicológicos como la depresión. Al comparar nuestras vidas con las que se muestran en internet, corremos el riesgo de sentirnos insuficientes o desconectados.
En el caso de niños y adolescentes, el FOMO puede ser aún más perjudicial. Como madre de dos pequeños, sé lo importante que es proteger a los niños de las expectativas irreales que se generan en el entorno digital. Los más jóvenes, que están en etapas sensibles de desarrollo, pueden llegar a experimentar aislamiento social o baja autoestima debido a la constante exposición a comparaciones en las plataformas digitales.

¿Qué podemos hacer para combatir el FOMO?
- Practicar la gratitud:
Centrarnos en lo que tenemos en lugar de lo que “nos falta” puede ayudarnos a experimentar más satisfacción en nuestras vidas. Escribir un diario de gratitud o reflexionar sobre los aspectos positivos de nuestro día es una práctica poderosa.
- Establecer límites con las redes sociales:
Desconectarnos de las redes sociales durante ciertas horas del día o los fines de semana puede ayudarnos a reconectar con el presente y reducir la exposición a comparaciones innecesarias.
- Fomentar actividades significativas en la vida real:
Participar en actividades que nos apasionen, como escribir, practicar deporte o pasar tiempo con nuestras familias, puede contrarrestar el impacto del FOMO.
- Hablar abiertamente sobre el tema:
Es crucial abrir un diálogo en familia y en la sociedad sobre el impacto de las redes sociales. Hablar con nuestros hijos sobre el FOMO y enseñarles a interpretar de manera crítica los contenidos en línea puede ayudarles a navegar mejor este mundo digital.
Reflexión final
El FOMO es un fenómeno que afecta a todos, pero no tiene por qué dominar nuestra vida. Con prácticas conscientes y una perspectiva equilibrada, podemos aprender a disfrutar de nuestras experiencias sin caer en la trampa de las comparaciones. Como psicóloga creo firmemente que el camino hacia el bienestar emocional comienza con una conexión más profunda con nosotros mismos y con las personas que realmente importan en nuestra vida.