Georgina Bardach es una de las dos mujeres cordobesas que lograron una medalla olímpica. Fueron años de preparación, entrenamientos que empezaban a las 4 de la mañana y competencias en todo el mundo. Pero, ante todo, es exigente y convirtió la etapa deportiva en solo una de muchas. Quedaban años para vivir ‘varias vidas en una vida’. Hoy trabaja en radio, está terminando la carrera de comunicación institucional y abrió su propia agencia junto a tres amigas. Hablamos con nuestra mujer de tapa, quien sueña con tocar con los Illya Kuryaki y ama los tatuajes.
¿Cómo llegaste a la comunicación después de tu carrera olímpica?
Fue culpa de Gonzalo Bonadeo (risas). Él me invitó a cubrir un mundial y le gustó, con lo cual me siguió llamando y empecé a sentirme cada vez más cómoda. Pero fue casi por casualidad, como todo en mi vida.
¿Habías pensado en ser periodista?
¡Para nada! De hecho, no me cerraba demasiado la relación con los medios y me daba temor el oficio.
¿Entonces, qué habías planificado hacer?
Quería estudiar bellas artes y buscando planes de estudio descubrí que comunicación institucional tenía mucho de lo que me gustaba y que ya necesitaba por mi trabajo en la Agencia Córdoba Deportes.
Un trabajo que desarrollás hace muchos años…
Hace más de ocho años que soy parte de la Agencia y, estando en un lugar donde suceden muchas cosas y tratás con tantas personas, consideraba que tenía que aprender nuevas herramientas.
Volviendo a los medios, ¿sos mejor entrevistadora que entrevistada?
Tal vez sí. Soy cuidadosa con lo que digo porque entiendo que tiene mucho peso. Sin embargo, a pesar de parecer tímida siempre dije lo que pensaba.
¿Cómo estás viviendo tu experiencia en Radio Suquía?
Debo confesar que le tenía un poco de miedo al público porque soy muy directa, pero me pone contenta estar con grosos como Jorge Cuadrado y que la gente disfrute de mis aportes. Me encanta y no quiero hacer otra cosa.
¿La gente sigue viendo en vos una pileta?
Cada vez menos, pero sí… es lo que me ha convertido en lo que soy.
¿Cuál fue tu clave para lograr todo lo que hiciste?
Es una pregunta difícil porque son muchas cosas. Creo que al ser tan exigente y tener en claro algunas cosas, llegué a la medalla olímpica. Además, mi familia fue clave: ellos me ayudaban a quitarme presiones. Y una cosa más fue no creermelá.
¿Nunca te la creíste?
¡Jamás! Siempre fui competitiva, y en mi interior me la creía, pero no compraba lo que vendía.
La nueva Georgina
Notamos en vos una deconstrucción, ¿tuviste miedo al retiro deportivo?
Le tenía miedo porque había hablado con otros deportistas y me contaban que era difícil. Pero cuando dejé de nadar pensé que, si podía hacer otra cosa, lo iba a intentar. Me gustan los desafíos.
Dejaste, ¿y nunca más nadaste?
No, salvo algún chapuzón para refrescarme (risas). El día que “me di vuelta”, me saqué la gorra y nunca más volví.
¿Tenés un ‘museo’ en tu casa?
No, tengo mis cosas guardadas en el sótano de la casa de mis viejos. Está todo conservado, pero cuando hicimos el Museo del Deporte en el Kempes me di cuenta que no recordaba dónde tenía la medalla olímpica… pero la encontré ¡y menos mal! (risas).
¿Sentís que tu cambio físico tuvo que ver con una deconstrucción?
Totalmente. Antes de dejar la natación me había hecho algunos tatuajes, pero no se veían tanto. Luego empecé a darles más lugar en mi cuerpo.
¿Cuál fue tu primer tatuaje y cuál el más ‘importante’?
Empecé con uno en la cintura, que en realidad me lo hicieron para tapar otro. Cambié mucho con la medusa, al costado del cuerpo. Ese tatuaje me dolió bastante (risas).
Siguiendo con la deconstrucción ¿se suma la frase de “cambio mi medalla por tocar en una banda funck”?
Sí, puede ser. Es que he vivido tan plenamente mi carrera deportiva que sentía eso. Para mí, poder tocar con los Illya Kuryaki, si se llegaran a juntar, sería como ganar una medalla olímpica.
¿Qué es lo que más te gusta de vos?
La convicción y la exigencia. Me gusta ser perfeccionista por el resultado que veo.
¿Cómo ha sido tu vínculo con el amor?
Tuve parejas y en general me fue bien. Sin embargo, ahora que estoy en una relación cómoda, donde todo resulta fácil, creo que estuve siempre equivocada (risas). Estoy pasando un gran momento.
¿Pensás en la maternidad?
No soy “Susanita”, ni tenía pensado ser madre. Sin embargo, ahora no estoy tan cerrada… pero no quiero tener hijos por un simple mandato.