Ivonne Veiner Tinant tuvo su primer emprendimiento a los ocho años, fueron velas artesanales que ella misma vendía casa por casa en Huinca Renancó. Ese no fue tal vez el cimiento de lo que vendría. Estudió algunos años de ingeniería industrial y luego probó con una marca de accesorios. Siguió insistiendo y años más tarde fundó Elida Rosa, la firma que hoy sostiene desde hace poco menos de dos años. “No fue fácil, pero sabía que lo mío venía por este lado”, cuenta la emprendedora que supera los 20.000 seguidores en Instagram.
¿Quién es Elida Rosa?
Es mi abuela. Fue pensado en honor a ella, Elida es una persona reimportante para mí, que siempre tuve idealizada. Con ella jugaba a que atendía su verdulería y hacía repartos. Fue una inspiración para mí.
¿Cómo nació la marca?
Cuando dejé ingeniería ya venía trabajando en una empresa de purificadores de agua. Estimulaban que leyéramos, tuviéramos especializaciones de ventas y conocernos a nosotros mismos. Así reconocí que quería hacer algo nuevo en mi vida. Anotaba en un cuaderno cómo me sentía, qué quería hacer y cómo podía lograrlo. Así nació mi “isla de libertad” para dedicar horas al día en investigar procesos.
¿Ya sabías hacer objetos de cerámica?
Ya venía haciendo cerámica porque lo manual me fascina. Iba los martes a cerámica y volvía flasheada, al punto que esperaba toda la semana para ese día de taller. Fue mi cable a tierra.
¿Y dijiste “de esto puedo vivir”?
El dinero nunca fue mi objetivo, lo mío siempre fue más lúdico. Hacía cosas por el disfrute de hacerlo. Sin embargo, Elida Rosa tiene mucho profesionalismo desde el inicio. De hecho, estudié la E-Commerce de Tienda Nube. Estudié y fui aplicando cada paso. Imaginate que mi marca tenía mail, logística, logo, fotografía profesional y hasta stock antes de salir a la venta.
¿Tenías mucha producción antes de salir a mostrar los productos?
¡Claro! Antes de salir a vender hice más de 300 productos sola. El balcón de mi casa estaba explotado de cerámicas (risas). Me la jugué porque pensé que iba a vender un montón.
¿Y vendiste un montón?
Para nada. En el primer cyber monday no vendí ni un solo producto (risas). Sin embargo, sabía que iba a funcionar porque me gusta lo que ofrezco. No me frustra que no suceda todo rápidamente.
¿Cuándo notaste que la marca se expandió?
Para mí el fuerte en el crecimiento de Elida Rosa es la comunicación. Si bien los productos gustan y llaman la atención, el diálogo desde las redes fue clave. El gran crecimiento en ventas fue con Mechi Lozada, a quien conocí por las redes y comenzamos una relación laboral que permitió hacer conocida la marca Elida Rosa.
¿Cómo es ser emprendedor desde Córdoba y cuál es tu sueño?
En Argentina, el emprendedor se curte. Ganás habilidades y confianza y eso dignifica mucho la venta y el laburo nuestro. Nuestro objetivo es seguir creciendo y ser una marca nacional, con productos diferentes a la cerámica. Hay que pensar en grande.
“Probé de todo: vender en consignación, producir todo en casa, hacer trabajo en equipo y otras cosas. Como todo, mejorar fue un proceso de aprendizajes”, dice Ivo quien tiene de socio a su pareja, Matías Guirín, quien dejó su trabajo porque se enamoró del proyecto de su novia.