La historia de Juan Ignacio Maggi, más conocido como “Jean”Maggi, no sólo emociona sino que invita a pensar la vida de manera distinta, a reflexionarnos como personas y como sociedad. Con tan sólo un año, perdió la movilidad de sus piernas a causa de una enfermedad llamada poliomelitis, pero eso no fue todo; durante 36 años, sus preocupaciones, angustias y la no aceptación de su condición física, desencadenaron un infarto que le cambió su vida para siempre. De su rehabilitación a entrenarse para formar parte de destacados eventos deportivos. Asegura que el deporte le permitió conocer su cuerpo y le dio libertad. Participó de maratones internacionales, de un Ironman (competencia que implica varias disciplinas) y su aventura más memorable, subir el Himalaya con su bicicleta de manos. Preside su propia fundación homónima y hoy su historia se convirtió en un documental, producido por Juan José Campanella, que ya podemos disfrutarlo en Netflix.
-¿Cómo titularías esta etapa de tu vida?
La llamaría gratitud y abundancia. Gratitud porque me permite contagiar a otras personas a que puedan salir de su zona de confort, ya que es algo maravilloso, ahí te das cuenta que es donde las cosas suceden. Y abundancia porque estoy cosechando el esfuerzo que me llevó a aceptarme y también todo lo logrado con el deporte. Lo que me está pasando es producto del esfuerzo que me permitió llegar hasta hoy.
-Cuando hablas de cambio de vida, ¿En qué aspecto de tu personalidad repercutió más esta transformación?
Luego del infarto que tuve, hubo dos etapas en mí: una de aceptación y de descubrir mi cuerpo, lo que me llevó a alcanzar los éxitos deportivos, y la otra la etapa, luego de haber subido el Himalaya, descubrí mi parte más humana, valorando un montón de cosas que sucedían a mi alrededor y a partir de eso, pude utilizar mis logros personales para ayudar a otras personas a tener una mejor vida. El susto de sentir que me moría me hizo reflexionar sobre lo que tenía y lo que me quedaba por vivir, en mis hijos, mi esposa y en que todo podía terminaren ese momento.
-¿Tuviste miedo a la hora de proyectar una familia?
La verdad es que nunca sentí miedo a la hora de pensar en formar una familia. Quizás en mi adolescencia me he cuestionado si por mi discapacidad podía o no tener hijos, a pesar de que el médico me dijo que la poliomielitis no afectaría mi parte reproductiva. Mis hijos son de madres diferentes y mis parejas siempre han sido personas sin discapacidad. Al tiempo, llegó Juan Ignacio, el mayor, confirmando el inicio de la hermosa familia que tengo hoy.
-¿Cómo fue tu experiencia de vivir la paternidad?
Siempre quise ser padre y con la llegada de mi hijo mayor, ante mi duda, el poder concretar ese deseo me generó un gran alivio. Como padre, siento que voy aprendiendo todos los días, no se nace sabiendo ser papá y no hay manuales para serlo. El amor hacia cada uno de mis hijos es el mismo, pero la relación padre e hijo es uno a uno y lo disfruto mucho. Ni un padre fantástico ni el peor, me considero un padre normal y trato de ser mejor todos los días.
-¿Recordás cómo compartiste tu historia, por primera vez, con tus hijos?
A mis chicos no hizo falta que les contara nada, a la transformación la vivimos juntos y es algo de lo cual participamos todos. Esta evolución la hicimos en familia, en ningún momento me senté a contarles, ya que todo fue parte de nuestro día a día, de la convivencia que mantuvimos con Juani, Cami, Amparo, Sara, Cata y mi mujer, Victoria.
-¿Qué lugar ocupa la tecnología en tu vida? ¿Te considerás un padre 2.0?
La tecnología fue y es fundamental en mi vida, estoy de pie gracias a la tecnología biónica que definitivamente me ha mejorado la calidad de vida. Respecto a si soy un padre 2.0 sí, soy lo que soy hoy por todo lo que pude comunicar en las redes, he podido transmitir mi deseo de cambiar el concepto de discapacidad, que es uno de mis principales objetivos en el rol que hoy me da la sociedad, sumado a que el 95% de los beneficiarios de mi fundación, han llegado a nosotros a través las redes.
-Días atrás se estrenó en Netflix “El límite infinito”, que relata tu aventura en el Himalaya. ¿Qué deseás transmitir a través de esta experiencia hecha documental?
Como dije anteriormente, el objetivo es extender este mensaje de que la discapacidad no siempre está asociada a una persona infeliz, sino demostrar que detrás de la discapacidad hay personas con una vida, con objetivos, con sueños y con capacidad para cumplirlos. Por eso el nombre del documental,“El límite infinito”, que llegará a 58 millones de usuarios de todo el mundo a través de Netflix, para que quien la vea pueda repensar este concepto y valorar la vida.
-¿Qué te queda por hacer en tu lista de pendientes?
Creo que todavía faltan muchas más aventuras de superación y metas por cumplir. Hoy mi sueño es que el documental esté entre los más vistos de Netflix. Creo que puedo hacer mucho a partir de su difusión, tiene todo para ocupar ese puesto, ese es mi próximo sueño y por el cual voy a seguir trabajando para lograrlo.
-¿Qué reflexión compartirías, desde tu experiencia, en esta situación que nos toca atravesar como humanidad?
El hombre tiene una capacidad de adaptación increíble y este es un momento ideal para descubrirnos, es una oportunidad para que resurjan grandes momentos y valoremos lo que tenemos, como fue para mí el infarto que marcó un antes y un después, y que llegó a mi vida para salvarme de mi propia vida. Quizás este sea el momento de despertar y de abrir los ojos para resurgir en algún aspecto de nuestra vida.
Por CAROLINA MALDONADO / IG. @caromaldonad0
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