Construir una amistad, cultivarla, sostenerla y hacer que perdure en el tiempo requiere,
como en todas las relaciones humanas, de un esfuerzo no menor. Hacemos nuestros
primeros amigos en el jardín de infantes y a lo largo de nuestras vidas vamos sumando
nuevas amistades. Cuando nos convertimos en adultos, nuestros gustos van cambiando y
vamos aprendiendo a disfrutar de cosas nuevas y diferentes. Pero, sin importar la edad
que tengamos, siempre queremos compartirlas con amigos.
Por Guillermina Delupi / tw: gdelupi
A medida que los años pasan y crecen las obligaciones, las rutinas diarias reducen
drásticamente nuestro tiempo libre y hacen que casi todas nuestras prioridades se
modifiquen. Casi todas, excepto una: la amistad y el tiempo necesario para compartir con
amigos.
La escritora Anaïs Nin dijo una vez que “cada amigo representa un mundo dentro de
nosotros, un mundo que tal vez no habría nacido si no lo hubiéramos conocido”.
Pero, ¿cuáles son las cualidades o los atributos que esperamos de alguien para poder
abrirnos a ese mundo, para que lo hagamos crecer de su mano, para convertir a esa
persona en ese “hermano de la vida” que siempre estará allí para sostenernos?
¿Qué cosas son las que más disfrutamos con ellos, cuáles son aquellas que no les
perdonaríamos nunca o qué es lo más lindo de la amistad? Estos son conceptos que van
cambiando según las edades, pero al final del día siempre hay valores universales que
rescatamos de nuestros amigos y que nos hacen estar siempre orgullosos de ellos.
Sucede que siempre, con mayores o con menores complicaciones y sin importar el rango
etario, los amigos siguen siendo ese pilar fundamental, ese sostén sin el cual no
podríamos afrontar la mayoría de nuestros problemas (o disfrutar plenamente de nuestros
logros).
Es que la amistad nos atraviesa transversalmente, desde que somos pequeños y
empezamos a socializar, buscándonos en la mirada del otro, estableciendo vínculos
sólidos y duraderos, entregándonos. Y esa es una búsqueda que aunque aminore su
marcha en la etapa adulta de nuestras vidas, nunca, nunca se detiene.
Amigos son los amigos
Todos, quienes más quienes menos, buscamos determinadas cualidades a la hora de
establecer nuevos vínculos y hacer nuevas amistades.
Poder hacer al otro depositario de nuestras confidencias más íntimas y tener la garantía
de que esa persona jamás nos traicionará (o nos lastimará), es un común denominador en
las relaciones de amistad, donde la búsqueda pasa por sentirse cuidado y protegido por el
otro.
El respeto, la generosidad, la sinceridad, la fidelidad y el compañerismo son también los atributos más elegidos a la hora de hacer amigos.
¿Qué esperás de un amigo?
“Que sea honesto, que siempre esté y que nunca intente lastimarme”. (Pía, 14)
“Se tiene que ganar mi confianza para poder contarle cosas o pedirle algún un consejo;
también tiene que ser buena onda”. (Baltazar, 15)
“Que te escuche cuando tenés algún problema y que te ayude a resolverlo; que trate de
aconsejarte cuando piense que estás haciendo las cosas mal”. (Abigail, 19)
“Que sea leal, afectuoso, respetuoso, generoso”. (Daniela, 38)
“Que tenga sentido del humor, que sea solidario”. (Patricia, 50)
La palabra clave: compartir. A medida que vamos creciendo, las maneras en las que pasamos nuestro tiempo libre van cambiando. La energía que se tiene en la adolescencia le cede el paso a una nueva etapa de mayor tranquilidad y de actividades, que se aquietan con el paso de los años. Aún así, existe una palabra clave que atraviesa a todas las edades: compartir.
Desde charlas, salidas, reflexiones sobre la vida, viajes y anécdotas hasta la risa. Compartirlo todo, incluso los silencios y los momentos de tristeza donde ese “sentirse
acompañado” se torna primordial.
¿Qué es lo que más disfrutás hacer con amigos?
“Pasar el rato, divertirnos”. (Steven, 15)
“Compartir charlas sobre la vida, saber cómo estamos, hacer música”. (Palo, 21)
“Poder reflexionar juntos sobre la vida”. (Ivanna, 30)
“Compartir charlas (¡donde todo tema es válido!) y también salidas”. (Daniela, 38)
“Compartirlo todo, desde una charla, una cena o simplemente sentarse en silencio al lado
del otro. Que el otro sepa que estoy si me necesita. Compartir momentos lindos, malos,
complicados”. (Eli, 39)
“Me gusta compartir reuniones, mates, cenas con charlas, risas y música”. (Sandra, 52).
A un amigo se le perdona todo, menos…
La confianza que depositamos en el otro a la hora de convertirlo en nuestro confidente, es uno de los pilares más importantes en las relaciones de amistad. Pero esa fe ciega con la que le contamos a un amigo nuestros temores más profundos y nuestros secretos más inconfesables, también nos vuelven en ocasiones un tanto indefensos y frágiles. Es que cuando esa confianza se ve vulnerada, el vínculo indefectiblemente tiende a romperse. ¿A un amigo se le perdona todo? La traición, la falsedad y la hipocresía son una línea que una vez que se cruza, no tiene retorno, no solamente en las relaciones entre amigos sino en todos los estamentos de nuestras vidas.
¿Qué no le perdonarías nunca a un amigo?
“Una traición, o que te oculte algo importante para vos, desde cualquier punto de vista”.
(Vicky, 14)
“La falsedad, el descuido de la confianza”. (Soraya, 20)
“La traición. La falta de honestidad”. (Euge, 31)
“La hipocresía. La mentira. La traición”. (Seba, 39)
“Que divulgue cosas que le he confiado. La no reciprocidad. Que no me escuche. Que me
mienta con cosas que me importan”. (Ivanna, 41)
“La traición, creo que no tiene retorno. La falta de respeto”. (Patricia, 50)
Amistad, divino tesoro
Estar ahí siempre para el otro y compartir en las buenas y en las malas, es la respuesta
unánime a la hora de reflexionar sobre lo más lindo de la amistad.
Sin importar la edad, varones y mujeres sostienen que no hay nada más reconfortante
que saber que el otro va a estar ahí siempre, sin importar la hora o la magnitud de los
conflictos.
Es esa sensación de sentirse acompañado, aún en la distancia, la que hace que estos vínculos trasciendan el tiempo y el espacio y nos hermanen con aquellas personas con las que no podríamos imaginarnos el mundo.
¿Qué es lo más lindo de la amistad?
“Lo más lindo de la amistad es saber que no estás solo, que tenés un cómplice, alguien a
quien podés confiar tu más oscuro secreto. También tiene el poder de aislarte del mundo;
podés estar pasando una etapa muy fea y siempre va a estar para apoyarte y hacerte
reír”. (Jime, 14)
“Que podés estar triste en algún momento y los amigos te pueden ayudar a levantar el
ánimo. También que podés confiar y compartir cosas como si fueran tus hermanos”.
(Baltazar, 15)
“La compañía. Tener personas con las que podés contar para lo que sea, que están ahí
para lo que más necesitás, con las que pasás momentos únicos”. (Abigail, 19)
“Poder contemplarme real ante otros ojos, las risas, tener un lugar de amparo cuando la
soledad se vuelve demasiada”. (Soraya, 20)
“Saber que hay personas que quiero y que me quieren, saber que estamos dispuestos a
acompañarnos, a estar en los momentos lindos y los no tan lindos, compartir historias, ser
sostén para ir creciendo, transformándonos mutuamente y juntos”. (Cande, 24)
“Lo más lindo es encontrar gente con la que poder tener vínculos; creo que son hermanos
que pone la vida en el camino para que transitemos juntos”. (Eli, 39)
“Contar con ellos, saber que están, que acompañan, que no juzgan y que cada tanto se
los puede abrazar y ser abrazado”. (Leo, 58)
“Lo más hermoso es saber que contás con alguien que no te va a cuestionar, con quien
podés hablar de lo que sea”. (Ana, 73)
Los amigos, esos seres que resignifican nuestro mundo
Las amistades son vínculos de amor y afecto que elegimos establecer con personas que
no son de nuestra familia. A lo largo de la vida cumplen roles fundamentales que nos constituyen, nos ayudan a crecer y a vivir.
Las amistades en la infancia conforman las primeras relaciones fuera de la familia;
enseñan a compartir, permiten comenzar a desarrollar la empatía. Son vínculos
hermosos, muy valiosos y simples que es necesario favorecer. En la niñez basta un “Hola,
¿querés ser mi amigo?”, para poder jugar juntos y divertirse sin más.
En la adolescencia, los amigos cobran una importancia fundamental. Son personas con
quienes se establecen vínculos de mucha intensidad.
La amistad en la adolescencia permite compartir cambios físicos y psicológicos propios de
esta etapa, favorece además el desarrollo de la independencia y autonomía, necesarias
para la vida adulta. Los grupos de amigos de adolescentes suelen ser muy selectivos.
Esto sucede porque necesitan de relaciones muy estrechas para desarrollar
identificaciones y modos de actuar que los diferencien de sus padres.
En la adultez, la cantidad de amigos íntimos suele disminuir respecto de la adolescencia.
Esto se debe a que el concepto de amistad cambia, las responsabilidades propias de la
etapa disminuyen considerablemente la cantidad de tiempo disponible.
Los adultos necesitan de los amigos tanto como los niños y adolescentes, pero de un
modo diferente. Los amigos contienen, aconsejan, acompañan. Estudios demuestran que
las amistades mejoran la calidad de vida y fortalecen la autoestima.
Podría decirse que si en la niñez o adolescencia los amigos permiten descubrir y conocer
el mundo, en la adultez posibilitan sostener ese mundo y resignificarlo.
Las amistades constituyen una red de apoyo sumamente saludable y necesaria.
*María Eugenia Bruno.
Lic en psicología MP8242
Especialista en psicoterapia cognitiva