Identidad de género
En el siglo de la revolución de género, cada vez son más los niños y niñas que manifiestan una identidad de género distinta a la asignada por genitalidad desde una edad muy temprana. Hoy las familias se acercan a diferentes instituciones para pedir ayuda en el proceso de transición, y no preguntan ya cómo ‘curarlos o cambiarlos’, sino cómo acompañarlos desde el amor.
La lucha por la aceptación de la comunidad LGBT+ se volvió cada vez más fuerte y, aunque todavía queda camino por recorrer, los casos de reconocimiento a niñas y niños trans es mayor. Si a eso le sumamos el amor incondicional de las familias somos testigos de historias dignas de contar, como la de ‘A’, una niña trans de 11 años que, junto a sus mamás, lucha por su identidad.
Desde muy temprana edad, ‘A’ mostraba cierto rechazo a la ropa, juegos y juguetes socialmente asignados al sexo con el que nació, ya que estos eran los elementos más cercanos que tenÍa para manifestar lo que sentía. Dichos intereses fueron las primeras pistas para que su mama identificara que su hija se percibía de una manera diferente.
Soledad, mamá de ‘A’, junto a su esposa María Sol, son las que acompañan a la menor en el proceso de transición hacia su identidad. La historia de ‘A’ marcó precedentes en la provincia, ya que una jueza de Familia fue quien tomó la determinación de que sea su progenitora quien tome las decisiones sobre los aspectos que tengan que ver con el proceso hacia su identidad. La resolución surge a raíz de la falta de apoyo por parte del padre en relación al proceso que transita su hija.
“Hace dos años hay un régimen comunicacional suspendido con papá a pedido de ‘A’ y de su hermana. No se sentía cómoda con el padre, él no ayudaba a gestionar todo lo que implica una transición, no solo desde la parte de acompañarla a comprar ropa por ejemplo, sino también todo el acompañamiento psicológico. Se niega a firmar los papeles necesarios para avanzar con el pedido del nuevo DNI de ‘A’, lo que ralentiza todo el trámite. Es por eso que la jueza determinó que sea yo la encargada de los cuidadores parentales. A partir del fallo, pudimos hacer el trámite por nosotras mismas”, explica Soledad. Sin embargo, aclara que “el fallo menciona que sí o sí debemos avisarle al padre todas las decisiones que se toman”, aclara Soledad.
Actualmente ‘A’ está a la espera de una nueva partida de nacimiento, rectificada con su nombre para así avanzar con la tramitación de un DNI que refleje su identidad actual. “Hemos tenido problemas en la escuela a la que asistía anteriormente, en la obra social y en diferentes instituciones, donde seguían usando el nombre que figura en su documento y no su nombre actual, con el que ella se autopercibe” explica la mamá.
En Argentina, en mayo de 2012, se sancionó una ley pionera en el mundo: según la 26.743, la identidad de género es la “vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente”. Puede corresponderse con el sexo asignado al momento del nacimiento, o no.
Las categorías masculino y femenino no lo abarcan todo: hay muchas maneras de estar en el mundo. Durante los primeros años de vida hay quienes se sienten a gusto con el género asignado pero que no encajan dentro del marco tradicional de los requerimientos del género, otros que simplemente no se sienten acorde y hasta hay quienes se identifican claramente con el género opuesto. Según la norma legal, toda persona tiene derecho al reconocimiento de la identidad, al libre desarrollo de su persona y a ser tratada de acuerdo a su autopercepción.
Soledad destaca que la transición de ‘A’ se da de forma muy natural y que no hay conflictos con los niños y niñas de su edad o con los adultos que la rodean. Explica que hay muy buena predisposición por parte de los profesionales de salud, para adaptarse a nuevas identidades que nunca habían tratado. Asimismo, enfatiza el trabajo y apoyo que recibieron por parte del Programa de Derechos Humanos de las Niñeces, Juventudes Trans-Travestis-No Binarias y Familias de la Provincia.
“Nosotras (Soledad y María Sol) como adultos intentamos transmitirle este procesos de transición como parte de su vida, sacarle la parte dolorosa de ‘si está bien o está mal’. Le decimos que es algo natural, que todo el mundo transita diferentes cambios y va transformándose a lo largo de su vida. La transición es algo que la va acompañar pero ella tiene la obligación de buscar y construir su felicidad. Queremos que ella sea ‘A’ y que aparte de eso haya realizado una transición, que su vida no gire y se limite a ese proceso; intentamos sacarle la carga que eso implica”, manifiesta su mamá.