Yanina Batistella, la mayor de cuatro hermanos (tres mujeres y un varón), es hoy una de las piezas clave en la compañía familiar fundada en 1945 por Humberto Batistella. Su historia de vida es digna de ser contada en estas páginas. “Cuando cursaba el último año de la universidad, surgió la necesidad de que alguien de confianza entrara en la parte administrativa de la empresa y así empecé. Trabajé dos años en el área administrativa, primero part time y después full time”, relata. Hoy tiene a cargo el departamento de marketing y el e-commerce. “Hace 6 años inicié la tienda online y hoy formamos un equipo integrado”, completa Yanina.
Por José del Franco
-¿Cómo es un día en la vida de Yanina Batistella?
-En principio, puedo decir que ningún día es igual a otro. Tengo tres hijos y eso implica que la rutina ¡no exista! Pero, generalmente, me voy a la oficina desde la mañana hasta la tarde. Cuando vuelvo a casa, empieza el otro trabajo que es ser mamá full time. Maximiliano, mi hijo varón, es un niño especial que requiere de, justamente, cuidados especiales. La rutina con él implica muchas incursiones médicas y el trabajo administrativo extra que significa tener un hijo con discapacidad. Por suerte, mi trabajo es muy flexible, así que hago bastante home office y así puedo estar más con él y con las nenas.
Casada con Martin Revigliono hace casi 10 años, es madre de tres hijos: “Camila de 8 años y mellizos de 4 años: Agostina y Maximiliano”. Es aquí donde vale la pena detenerse para escuchar su historia de vida, “algo de lo que estoy aun más orgullosa que de mis logros laborales”, define Yanina.
“Poderosas pequeñas gotas de agua”
“La maternidad y yo comenzamos con el pie izquierdo”, dispara. “Ni siquiera estaba pensando en ser madre cuando a los 26 años me diagnosticaron falla ovárica y me dijeron que probablemente nunca iba a poder tener hijos”, confiesa Yanina, para continuar con su relato.
“En esa época no tenía ni novio, así que si bien fue doloroso, hoy me doy cuenta de que ni siquiera terminaba de entender lo que los médicos me habían dicho. Sin embargo, 4 años después, nacía mi primer hija, Camila, que fue un milagro de Dios, ya que quedé embarazada naturalmente y sin esperar mucho tiempo”, cuenta. Por supuesto, como a todas las mujeres, la maternidad cambió su vida, sus prioridades y sus deseos.
“Como sabía de mi complicación, al tiempito empezamos a buscar otro bebé, pero ya sin la misma suerte. Como diría el especialista en fertilidad, ‘usted se ganó la lotería una vez, difícil ganarla dos veces’. Después de dos años, comenzamos un tratamiento. Quedé embarazada de nuevo, esta vez ¡de mellizos!”, narra Yanina. “No puedo describir lo que sentí cuando el médico llamó para confirmar el embarazo y casi me muero cuando el ecógrafo apoyó el aparato en mi panza y vi inmediatamente las dos bolsitas. Qué desafío y qué emoción criar dos bebés al mismo tiempo”, agrega.
Sin embargo, el embarazo fue complicado, ya que tuvo muchas pérdidas y, cada vez que eso pasaba, a ella y a su marido les invadía el temor de que todo hubiera terminado. “A pesar de ello, seguimos adelante, pero a las 24 semanas comencé con trabajo de parto y después de cinco días internada, finalmente, nacieron”, rememora. Agostina pesaba 830 gramos y Maximiliano 960 gramos. “Recordar la etapa de Neo de mis hijos es algo que todavía no puedo hacer sin derramar algunas lágrimas. Nada de lo que pasa en esos momentos es lo que uno se imagina al tener un hijo”, confiesa emocionada.
Para Yanina fue muy difícil tener que dejarlos en el hospital y volver a su casa con las manos vacías, “verlos intubados, conectados, llenos de cables y alarmas a tu alrededor, verlos debatirse entre la vida y la muerte a diario”. Y recuerda: “Agostina estuvo tres meses en Neo y si bien tuvimos que hacerle una cirugía, a los 15 días no hubo grandes complicaciones”. Maximiliano tuvo otra historia. “Él no se desarrolló neurológicamente como debía y muchas cosas empezaron a fallar. Estuvo seis meses internado. O sea, 180 días yendo a visitar a mi bebé dos o tres veces por día y tratando de no desesperar”, agrega.
Yanina vio a su hijo dejar de respirar y ser reanimado incontables veces. Pero sobre todo, y pese a todo, lo vio aferrarse a esta vida como un león. “Hoy Maximiliano y Agostina tienen 4 años y lo más importante es que están en casa con nosotros. Maxi tiene parálisis cerebral severa, lo que significa que no controla brazos, piernas ni sostiene su cabeza. No habla, se alimenta por botón gástrico. Maxi tiene convulsiones, displasia pulmonar (requerimiento de oxigeno), insuficiencia renal y la lista obviamente sigue. Pero a su lado, yo aprendí a ser mamá otra vez”, dice.
“De nuevo, la maternidad hizo que ya no pueda seguir viendo la vida con los mismos ojos, por suerte. Mi hijo es un sol, siempre está sonriente y alegre. Él nos ha enseñado a todos los que estamos a su alrededor qué es lo verdaderamente importante en esta vida. Yo soy feliz, su discapacidad no me importa, porque a final de cuentas, como cualquier madre, solo quiero que mis hijos sean felices y él lo es”, revela Yanina.
Y continúa: “Yo quiero compartir mi historia porque en cada tramo de ella está presente el sufrimiento de muchas mujeres. Las que no pueden tener hijos, las que tuvieron hijos en Neo, las que son madres de niños con discapacidad. Y quiero compartir con todas ellas que a pesar de todo, con fe y mucho amor alrededor (nada lo podría haber logrado sin el apoyo de mi esposo y de nuestras familias), se puede ser mamá, se puede superar el dolor y se puede ser feliz. Está en uno levantarse cada día y decidir con qué parte del vaso vamos a vivir. ¿La parte vacía o la parte llena? Yo elijo cada día ver la parte llena, aunque a veces eso signifique aferrarse a pequeñas gotas de agua. Poderosas pequeñas gotas de agua”.
-¿Cómo pensás que será tu vida en 10 o 15 años?
-¡No tengo idea! Simplemente, ¡voy a dejar que la vida me sorprenda!
El rol de la mujer hoy
Para Yanina Batistella, el rol de la mujer hoy es mucho más protagónico, por suerte. “Vamos entendiendo que no hay trabajos o puestos femeninos o masculinos, sino que requieren cierto conjunto de habilidades independientes del género”, cuenta. “Creo que las mujeres logramos una gran conquista en poder hacer lo que realmente deseamos sin estar atadas a patrones ni mandatos. Sin embargo, también creo que nos falta mucho para equilibrar la balanza en cuanto a las responsabilidades de hogar/familia. La mayoría de las mujeres de mi edad estamos con ocho manos administrando la casa, cuidando y atendiendo a los hijos (en el enorme y amplio rango que eso significa) y trabajando full time al mismo tiempo. Yo tengo la suerte de tener un esposo que me ayuda un montón, pero sigue siendo difícil por las presiones que nosotras mismas nos ponemos sobre nuestro rol de madre/profesional/esposa y mujer”, sentencia.
Ping-pong
Un perfume: Chance de Chanel.
Una marca de ropa: Ninguna. Lo que me guste en el momento mientras voy pasando por la vidriera.
Vacaciones en: Cualquier lugar que tenga mar.
Color preferido: Acqua, aunque para vestir siempre negro.
Último libro: La biografía de Elon Musk, creador de Tesla.
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