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El refrán español dice “De tal palo, tal astilla” y no hay quien no lo conozca o lo haya escuchado, ya que, desde tiempos remotos, se emplea para señalar aquello que se parece a su origen. Y es común usarlo, sobre todo, cuando un hijo sigue los pasos de su padre.
¿A quién no le gusta inflarse el pecho al contar que sus hijos siguieron el mismo camino que ellos para triunfar en la vida?
Los casos se repiten continuamente y en todos los rubros: empresarios, médicos, abogados, contadores, comerciantes y así en una lista interminable. Padres que pasan la antorcha de oficios y profesiones e hijos que heredan esa responsabilidad.
Sin embargo, si hay algo impredecible, es la actitud de los hijos. Teniendo padres que se distinguen por su nombre y apellido en el universo cordobés, estos jóvenes supieron mirar a otro lado y descubrieron que, por más que la astilla provenga del mismo palo, hay variantes que completan o complementan cualquier orgullo filial.
Cuatro son las duplas que sirven de botón para esta muestra que traemos a colación y que deja en claro que, entre otras cosas, los padres son más de lo que reflejan y que no hay mayor satisfacción que ver felices a los hijos.
En el caso de los Fantini, tanto el padre (Claudio) como el hijo (Damián, el menor de tres) creyeron que compartirían la misma profesión, pero, al final, se equivocaron… ¿o no?
Siguiendo la tradición de continuar con la vocación de su padre, Damián se sumó a las filas de la Escuela de Ciencias de la Información de la UNC, pero pronto salió al sentirse “sapo de otro pozo”. “Cuando terminé el secundario, comencé a estudiar periodismo, quizás pensando en él (Claudio), pero no tenía muy en claro a qué me quería dedicar”, recuerda tranquilo Damián, al tiempo que subraya que esto de tomar el camino de la música no tardó en llegar. “La música me gusta desde chico”, rememora el actual tecladista y apunta que, una vez abandonada la comunicación, estudió sonido, guitarra y algo de composición en el Conservatorio. “Hasta que en un momento me crucé con los Cony (La Tuquera) y aquí estoy”.
Por su parte, Claudio asegura que no se sorprendió cuando su hijo decidió dejar la carrera de periodismo para ser músico, ya que él, de joven, también fue artista. “Nunca le dije eso de tener que obtener un título. Además, siempre lo vi por el lado de la música. En casa es algo muy común. Mi mujer estudió en el Conservatorio y yo mismo tuve mi banda de música contemporánea”, comenta como al pasar.
¿Una banda? ¿Claudio Fantini? Así como se lee, el referente del análisis político internacional en el periodismo cordobés tuvo su pasado de rock&roll con una agrupación que llevaba por nombre Penía (diosa de la humildad y la pobreza y madre del amor). “Tenía muy buenos músicos”, apunta por si alguien dudara de ello, y sostiene que, por más guardado que lo tenga, es posible que su hijo haya heredado su talento a la hora de subir a un escenario. “Nunca fui un gran músico, pero me defendía”, ríe orgulloso.
Viéndolo así, no parece extraño que el periodista tenga un hijo instrumentista. Sin embargo, Damián no tiene una banda de rock ni de melodías contemporáneas, sino de ritmos latinoamericanos. Pero con esto Claudio tampoco disiente porque, siguiendo con las sorpresas, dice ser un tipo con gran humor. “Con la banda usamos mucho el humor y la alegría –explica Damián– y él, bueno, cómo decirlo, refleja algo diferente y todos nos preguntamos por qué”, cuenta mirando de reojo a su padre. “Es que yo no sé por qué tienen de mí esa imagen tan seria –sostiene Claudio–, me llama la atención.
Durante muchos años, estando en LV2, hacía el programa Juan País y, cuando conducía, me brotaba lo humorístico. La TV es otra cosa y sé que soy analista político, pero no es que sea serio. Creo que la gente hace una simplificación”.
El pasado de Claudio y el presente de Damián, entonces, se unen por un hilo imaginario generando entre ellos un vínculo cruzado por la música. A partir del arte logran sentirse acompañados. Tanto que en el 2015 recordaron el primer aniversario de la muerte del poeta cordobés Daniel Salzano con “El fantasma de Salzano”, un video musical en el que participa Cony La Tuquera y Raly Barrionuevo.
“No lo digo como padre –abre el paraguas antes del halago–, pero son muy buenos”, y ríe. Damián apoya la opinión y deja en claro que, aunque su seriedad es de temer, en la banda lo quieren mucho y valoran que sea una especie de promotor del grupo.
De cerca o de lejos, Damián siente que su papá está presente acompañándolo en su decisión de ser músico, gesto que lo llena de orgullo. “Mis viejos siempre nos educaron en valores, por eso me veo reflejado en ellos”, señala el artista mientras su padre lo mira sonriendo. Y a la inversa, él sigue aprendiendo de sus hijos, aunque muchas veces no lo acompañen demasiado en su rutina como periodista: no hay forma de que sus hijos lean sus publicaciones o lo escuchen por TV. “No me dan bolilla –se queja Claudio–. La generación que viene atrás parte de que nosotros estamos out”, resume desanimado, a lo que su hijo sin dudar argumenta que si tuviera que preguntarle por cada conflicto mundial, no se callaría nunca. “Pasa algo raro –señala por último Damián– porque hay que verlo todos los días. Y todo el tiempo hace análisis. Igual, basta que yo le diga lo que pienso para que él piense otra cosa”.
Por Florencia Vercellone
Leé la entrevista completa en la OCIO Junio