Inteligentes, profesionales, hacedoras y aggiornadas a los tiempos que corren, las mamás
de hoy no renuncian a hacer lo que les gusta en pos de ser madres. Viven la maternidad
como una elección y no como un mandato social y disfrutan de los desafíos que supone.
Calidad de tiempo, equilibrio entre el trabajo y el hogar y un único objetivo en común: la
felicidad de sus hijos por encima de todo.
Por Guillermina Delupi
Crecer jugando
Natalia Barraud (45, divorciada, locutora y conductora de profesión) es mamá de dos varones: Francisco (14) y Santiago (11). Dedicada de lleno a la publicidad, a la hora de definirse como mamá, pone el acento en la elección que hizo de ser madre: “Soy una mamá que ama ser mamá. Me gusta. Elegí serlo. Esa era una de mis prioridades”, dice.
Compañera de sus hijos, se divierte mucho jugando con ellos y se le nota. “Yo fui aprendiendo a ser madre de varones, ellos me enseñaron que cuando un hijo varón te invita a dar un paseo es porque quiere hablar y no hay que desaprovechar esa ocasión;
las mejores charlas son arriba del auto. Tienen una sensibilidad muy profunda y diferente de las mujeres y eso fue todo un aprendizaje para mí porque mi mundo fue muy femenino siempre. También me considero bastante compinche en el sentido de que me encanta que la casa se llene de sus amigos, me gusta compartir la felicidad de ellos”.
En efecto, uno de sus pasatiempos preferidos son los juegos: “Yo hice teatro siempre,
entonces jugamos a disfrazarnos, hacemos intercambio de roles. El favorito de
Santiago es que yo sea la abuela y él, el hijo de él. Entonces yo le voy preguntando qué
fue de la vida de mi hijo Santiago y él me responde: ‘y bueno, mi papá tal cosa, o tal
otra’. A veces jugamos al revés, que yo soy hija de ellos”.
Sobre las culpas y tabúes, Natalia dice que estas nuevas generaciones de madres
entendieron que perder los mejores años de los hijos por una profesión no es un buen
negocio. “La generación anterior nos dejó una gran enseñanza en ese sentido. Me parece que en muchos aspectos vivimos con menos culpas. Yo trabajé siempre, aún teniendo los chicos. Nunca me privé de nada: hice ficción, teatro y hasta tele en vivo”.
De todas las etapas, la actual es la que la encuentra más tiempo con ellos. En este sentido la tecnología colaboró bastante: “Es que hoy tiene un grado de fidelidad y profesionalismo que antes era impensado. Hoy hasta te pueden dirigir por WhatsApp; y ni hablar de que podés trabajar para otros países; de hecho, acabo de grabar un comercial para Honduras, que se publicitará en los cines de allá”.
Como todas las mamás, Natalia hace malabares entre el reparto de sus actividades y las
de sus hijos: “Llevo a los chicos temprano al colegio y hasta las 11, que es cuando
empiezan a llamarme para grabar, voy al gym, hago trámites, estudio inglés, pintura.
Entre las 11 y las 18 me las veo en figuritas, porque tengo que llevar a mis hijos a sus
actividades y más de una vez me llevo trabajo arriba del auto mientras los espero”.
Los fines de semana, salvo eventos puntuales, disfruta de la casa: “Me gusta vivir la
casa; acá se hacen pijamadas, cumpleaños, fiestas; eso es algo que hemos mejorado
respecto a otras épocas”.
Entre los desafíos de ser madres hoy, la tecnología y el resguardo de la privacidad
ocupan un primer plano: “Nuestros hijos viven con el celular en la mano. Hoy estamos
expuestos tecnológicamente a cosas muy desagradables. Personalmente intento no
invadir ese espacio que ellos consideran muy personal, pero sí advertirles que hagan
un buen uso de su intimidad, que se preserven. Creo que la exposición que estamos
teniendo de nuestra vida privada hacia el afuera, es un peligro muy grande y ese es el
desafío que tenemos las mamás de hoy”.