Sin culpas vinculadas a las horas que pasan alejadas de ellos (lo importante es la
calidad y no la cantidad del tiempo compartido, dicen casi al unísono), señalan la
importancia de la red de contención que conforman compañeros, abuelos y hasta tíos,
a la hora de lograr el equilibrio que supone ser una mamá trabajadora.
Por Guillermina Delupi
Una mamá feliz, educa hijos felices
Constanza González (42, casada, organizadora de eventos RRPP y comunicadora) tiene
dos hijos: Vito (4) y Pietro (7) y sostiene que su mayor desafío es criar hijos felices y
sin miedos, que se sientan amados, que luchen por su felicidad y sean autónomos y
libres. Confía en que la calidad de tiempo destinada a los hijos define la relación con
ellos y que, en la medida que vean una mamá feliz, ellos también lo serán.
A la hora de congeniar trabajo y crianza, señala que de un tiempo a esta parte se han
podido organizar mejor ya que los chicos están escolarizados: “En la semana somos
bastante rutineros y tenemos nuestro schedule de tareas bien armado. Tratamos de
‘desconectarnos’ cuando llegan los chicos del cole, compartimos la tarea, algún juego y
cenamos juntos los cuatro, sin TV ni teléfonos encendidos. Mi trabajo tiene la
particularidad de que si bien puedo manejar mis horarios, después me demanda -en
los días de eventos- mucho tiempo fuera; hasta dos o tres días dependiendo el armado.
Y ahí aparece mi red de contención que es muy grosa (se ríe): ¡los abuelos, que son lo
más!, pero sobre todo un gran compañero, que me banca en los eventos de fin de
semana y las llegadas de madrugada. Sin ellos estaría frita”.
Entre balances de ganancias y pérdidas, Coty dice que hemos perdido tiempo de juego,
de mirarnos a los ojos, de escucharnos sin un teléfono en la mano, de compartir un
abrazo o un acto escolar. “Por eso es tan valiosa la calidad del tiempo que tenemos con
nuestros hijos. Poder compartir con ellos espacios donde se sientan valorados,
vacaciones full day en familia o un ‘día de madre e hijo’, como lo llama Pietro: ir al cine
juntos o salir a comer una hamburguesa, hacer un plan sólo nosotros y reírnos juntos”.
Si bien al principio de su maternidad Coty se cuestionaba por algunos trabajos y
horarios y rechazaba otros, encontró el equilibrio: “Me agotaba estar en casa todo el
día, pero al mismo tiempo no me quería ir. Me llevó un tiempo largo entender que ellos
también quieren una mamá feliz y mi trabajo genera en mí eso: pasión y felicidad.
Ahora siento que estoy equilibrada. Logré sentirme plena como mamá y como
profesional y disfruto de ambas cosas, aunque ellos siempre serán mi prioridad”.