Socióloga y amante del cine, la moda, los viajes y los lunares, Marou Rivero logró
redefinir el uso de las redes sociales convirtiéndose en una verdadera influencer
cultural. Con más de 95 mil seguidores en Instagram, sus posteos y columnas dejan
huella en un espacio donde sobran fotos y escasean ideas. Entrevista con una mujer de
mundo, que creció en Córdoba, y que sabe muy bien a dónde va y qué quiere contar.
Por Cheche Caudana
-Naciste en Catamarca, te criaste en Córdoba, te fuiste a vivir a Buenos Aires.
¿Cómo manejás este triángulo amoroso?
-Yo siempre digo que soy “cata-cordo-porteña”, porque tengo un poquito de cada lugar,
y cada uno significó en mi vida algo muy importante. Si pienso en Catamarca, pienso en
mi infancia, en mis abuelos. Recuerdo que a mi abuelo le hacía tortas de barro, ¡y se las
comía! Después Córdoba, mi adolescencia acá, yendo al Cineclub Municipal, viendo las
películas de Godard, que me hicieron explotar la cabeza, y Buenos Aires, donde pude
reconocer todo mi potencial, animarme a todo lo que deseo y de algún modo hacerme
sola en algún lugar. En Córdoba yo era “la hija de”, pero valoro esa escuela llena de
posibilidades que fue tener dos padres abiertos y emprendedores, en un momento donde
la cultura emprendedora no existía tanto. Ellos fueron el motor que a las dos (NdelE: a
ella y a su hermana Calu), nos marcó a fuego: “Adonde quieran, vayan”, nos decían.
-Ir por los sueños.
-Si, tal cual. A veces uno se espanta, porque no está acostumbrado y espera que todo sea
empolvado y acolchonado. Pero no hay cosa más linda que decir: “mirá todo lo que me
costó este recorrido”, o “lo logré y fue todo esfuerzo mío”. Eso a mí me copa.
-Estudiaste sociología y Daniel Salzano tuvo mucho que ver con esa decisión, por lo que Córdoba, en cierto modo, definió tu carrera. Pero lograste darle una vuelta
menos convencional a tus conocimientos. ¿Como se dio esto de volcar la sociología a la moda y a las redes sociales?
-Me pasa algo reloco y es que me escriben colegas sociólogos que quieren trabajar en
redes y me preguntan como fue la aproximación que hice, o chicas a las que les gusta la
moda pero quieren encararla desde otro lugar.
Yo la verdad nunca pensé que iba a hacer esto, las cosas se van dando, pero todo suma,
y la formación hace que cada uno sea especial. Para mi la moda es sociología pura.
Podés entender todo a través de la moda. Lo que pasa es que la mayoría de la gente
se queda con una mirada superficial, pero cuando comenzás a ahondar y ves su profundidad, que tiene sustento en el contexto, pero que a la vez lo modifica, o que el
color, que es una herramienta de expresión, tiene también su simbología. Yo digo que
soy una “observadora participante” en la vida, porque la observación participante
es una técnica de investigación. Por eso no puedo separar la socióloga de la
influencer. En realidad le puse nombre a algo que yo ya hacía. Es una carrera hermosa,
tiene mucha tela para cortar y en una industria como la indumentaria y en un sistema
como el de la moda, es superpalpable.
-Alguna vez dijiste que ‘la moda es un juego que no puede lastimar’.
-Ese es mi lema, sobre todo por lo que significa la moda para mí. Cuando yo hablo de
divertirse, es porque creo que la moda tiene que ser nuestra aliada. Desde la textura, el
color, las formas, tenemos que elegir las prendas porque te suman, porque te hacen
sentir mejor.
Hoy, en el mundo en el que vivimos, donde todo es posible, donde podemos ver
diversidad, podemos ir en contra de antiguos estereotipos. Y cuando digo que es un
juego, es porque es un juego que hay que saber jugar. Hay que construir una
personalidad. A veces uno no se da el tiempo para saber quién es, qué le gusta, cómo
va y cuando uno se da ese espacio, se planta distinto en la vida.
Lo veo, por ejemplo, en la diversidad de cuerpos. Muchas chicas me escriben y me
dicen “me encantaría salir a la calle y ponerme lo que vos te ponés” y les digo
¡“ponételo”! Hay que darse la posibilidad de transformarse. Si la moda se transforma
todos los años, todas las temporadas, por qué no vamos a probar cambiar un poco.
Además no somos siempre las mismas…
-Estamos atravesando una importante crisis socioeconómica en el país. En estos
tiempos, ¿es factible darle espacio a la moda siendo que no es un aspecto
imprescindible? ¿Cómo la podemos incluir?
-Creo que hay una cuestión generacional de recambio en la manera de pensar y las
marcas, de a poco con sus propuestas de cosas nuevas y diversas y no quedándose solo
con una línea o haciendo de una sola manera las cosas, están abriendo el juego.
También, gracias a Internet, tenemos el DIY(Do it Yourself) y la gente se anima a
customizar la ropa, a usar cosas vintage y lo que sabemos es que en un tiempo no muy
lejano, el volumen de producción que el mundo tiene es insostenible. No sabemos a
dónde va a ir, porque nadie tiene las respuestas, pero nos vamos transformando.
Yo lo veo con Mishka, tiene un montón de modelos diversos. Hoy son realmente
distintos. Hoy hay una elección desde el taco, la comodidad, desde la forma, los colores,
algunos más clásicos y otros más llamativos. Cada marca va incorporando la diversidad
como puede y las personas también lo irán absorbiendo como puedan. Hoy el
consumidor tiene el poder de comprar en una marca, no solo por lo económico,
sino también por los valores que promueve. De a poquito nos vamos dando cuenta
de eso y somos menos ingenuas, más responsables y eso está bueno.
-Proliferan las influencers, pero pocas son las que tienen algo para contar. ¿Cuál
creés que es la clave para que puedan diferenciarse y perdurar en un medio tan
nuevo y cambiante?
-Yo creo que las redes, y sobre todo Instagram, que es la nueva televisión, son muy
tentadoras. Todas quieren estar ahí, ser famosas, que las marcas las reconozcan. Es muy
lindo, siempre lo digo, pero es importante también tener algo para decir, algo que nos
diferencie, poder dar una mirada distinta. Mi consejo es encontrar lo que te hace única y
personal y confiar en eso. Y elegir qué subir, no todo. Porque del otro lado hay gente que está invirtiendo su tiempo en leerte. Hay mucha información, hay que ser efectivo,
conocer qué historia queremos contar, cómo abordarla, hacer un trabajo previo como
influencer.
-No hay una regla infalible.
-No creo en que haya que seguir tendencias para contar algo, porque todos terminan
contando siempre lo mismo. Algo predecible, es algo aburrido. A mí me gusta no ser
predecible. Hago cocina, viajes, moda. Hago mi vida y me gusta mezclarlo todo y
me gusta poner el ojo en cosas que quizás no tienen likes, pero me definen. Al final,
esto es un mercado, es un negocio, pero somos personas y ¡estamos viviendo!
Sí hay algo que aprendí a los tumbos es que, cuando tuve el año en el que “vivía para
contarlo”, la verdad es que no lo disfrutaba. Todo el tiempo me preguntaba “qué digo,
cómo lo cuento, acá me defino”… La mejor manera que encontré para que eso no guiara
mi vida, fue decir: “Esta soy yo, tómalo o déjalo. Primero vivo, después comparto”.
En cosas que implican intercambio, relación, primero la vida real, después para
redes.
-Como socióloga, ¿sos de analizar y proyectar tu vida? ¿Te visualizás de acá a 10
años o sos más del día a día?
-Yo creo que uno puede proyectar, puede decidir, pero después está la vida. Lo que
intento hacer es mirar para atrás y que el recorrido me guste. Por eso ahora lo que estoy
haciendo es algo así como una construcción de rúbrica, que mi nombre y lo que hago
siga teniendo un valor. No estoy focalizada en si de acá a 10 años quiero ser tal o cual
cosa. En realidad pienso y elijo un camino que, al mirar hacia atrás, me dé orgullo
haber transitado. Así vivo.
Marou Rivero participó de #EstiloCórdoba invitada por Mishka
La chica lunar encontró lunares en este vestido de Mishka, así que imagino que
feliz de que esta temporada los lunares sean tendencia…
Todo lo geométrico me encanta, y ¡feliz de que vuelvan los lunares! Yo cuando
comencé, allá por 2008-2009, eran retendencia, me acuerdo patente una conversación
con una productora, que me dijo: “¿Qué vas a hacer el año que viene cuando no se usen
más los lunares?”. “Olvidate, los lunares no se van más, ¡te lo juro!”, le dije. Siempre
hay alguien que hace lunares. Además yo tengo algo muy especial y es que veo lunares
en todas partes: una tacha es un lunar, un aro es un lunar. Uno va desarrollando esa
capacidad y ¡siempre un lunar voy a encontrar!
“Me gusta poner el ojo en cosas que quizás no tienen likes, pero me definen. Al final, esto es un mercado, es un negocio, pero somos personas y ¡estamos viviendo!”
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