La industria de la moda y textil, es una de las más comprometidas a raíz del contexto que estamos atravesando a nivel mundial. Esta situación ha dejado entrever problemáticas, que ya vienen siendo motivo de transformación para algunas firmas en el país y en el mundo.
Invita a replantearse los modelos de producción y los valores que representa cada marca, renovando el compromiso para disminuir el impacto ambiental apostando por una moda más sostenible; favoreciendo las condiciones ambientales a través de la reducción de consumo de agua, de emisión de carbono y eligiendo trabajar con materiales de fuente natural, nobles y renovables, libres de químicos, sin dejar de lado las condiciones en las que trabajan las personas que trabajan para esta industria.
Las formas de consumo responsable de la sociedad, forman parte de este compromiso para promover una moda lenta (slow-fashion), de consumo consciente sobre el impacto en el medio ambiente, proponiendo un cambio cultural para una industria textil más humanizada.
Si hablamos de la moda sustentable, Marou Rivero, socióloga e influencer cultural, es una de las referentes que aplica esta forma de habitar la moda, mediante el compromiso ecológico y social.
-¿Cómo ves la transformación de la industria de la moda y textil hoy, a raíz de lo que estamos viviendo, principalmente en nuestro país?
-Aún no lo veo, pero entiendo que las bases que crearon la “industria” están siendo atravesadas por variables que ya no se pueden obviar. El paradigma de consumo está cambiando, porque nosotros mismos estamos viendo las consecuencias de la producción a escala de los últimos 30 años; ropa que se convierte en basura si no se vende, marcas que no se hacen cargo de sus cadenas de producción, diseños que ya no resisten la lógica estacional. Ya no se puede pensar la moda así, porque quienes las consumimos sabemos que tenemos cierta responsabilidad con nuestras compras. Creo que la pandemia aceleró este proceso y en 120 días vimos que lo que necesitamos, ya existe. La experiencia de compra online es distinta a lo que conocíamos, para esa experiencia también hace falta gente, quizás pensando las cosas de otra manera. En esta cuarentena me di cuenta que el sentimiento de pertenencia siempre fue validado por el afuera, cuando en realidad pertenecer es un acto de sentirse parte de algo más grande que uno pero donde uno tiene presencia.
-Desde tu mirada sociológica ¿Qué lectura hacés cuando se habla de cambios en los hábitos de consumo?
– Agradezco que el planeta no soporte más. Cambiar hábitos es incómodo, pero es necesario. Hoy preguntarte quién hizo tu ropa o de dónde viene lo que comés, es ese “qué puedo hacer yo por el mundo”. En los ‘50 no tenían idea que el plástico iba a ocupar los océanos, estaban más preocupados por hacer la vida más fácil y sí, nuestra vida es más “fácil” ¿pero a costa de qué? Necesitamos que la basura se vuelva materia prima, el futuro es de los que logren trabajar con esas posibles herramientas, que hay muchas.
– ¿Cómo fue tu experiencia de generar ese cambio, de vestir marcas con las que adherís con su esencia y valores, más allá de las tendencias?
-Como todo lo que es tomar consciencia: con información. Me formé en un curso del Pacto Global Argentina en Líderes para el Cambio en el sector Moda, hace cuatro años. Una vez que te anoticiás que la sustentabilidad es un proceso continuo, que conlleva el uso de los recursos naturales, el trato y trabajo justo de los empleados y hasta los mensajes de las campañas, te das cuenta que hay mucho que se puede hacer con lo que hay aquí y ahora. La moda es una industria llena de sueños y posibilidades, pensar que podés cambiarle la vida a alguien comprándote un jean y apoyando la construcción de un laboratorio de tecnología en un bachillerato popular trans, eso es lo que yo llamo el calce ideal.
-¿Creés que este contexto favorecerá a que puedan ser más quienes apuesten por este camino?
-La conciencia es un punto de no retorno, ¡y en buena hora! En el momento en que dejás de comprar en una tienda de Fast Fashion porque te enterás que producen en condiciones de explotación, soltás la dinámica de comprar barato y para usarlo una sola vez. Ahí te conectás con comprarte prendas de calidad y hacés un upgrade en tu guardarropas.
Cuando encontrás tu estilo y tus prendas amadas, te das cuenta que expresarte textilmente puede generar impacto positivo en tu comunidad o en alguna que lo necesite. Y te comprás una remera porque les da clases de costura a mujeres en situaciones de violencia y las capacita para tener su propio ingreso y las acompaña en su ser independientes y vivir sin violencia. La pandemia aceleró todo, las marcas del futuro no solo tratarán de minimizar su impacto ambiental positivo, sino que buscarán ser el medio para maximizar su impacto social positivo.