Según la Ley Nacional de Reproducción Asistida, sancionada en 2013, las obras sociales, las empresas de medicina privada y el Estado están obligados a cubrir las prestaciones en fertilidad a las personas mayores de 18 años que quieren tener un hijo y no pueden por la vía convencional. De esta manera, se contempla la medicación y las diversas etapas de los tratamientos. Entre las opciones disponibles dentro de estos últimos, se encuentra la fecundación in vitro (FIV), método por el cual Florencia Giolito, una docente cordobesa, pudo concebir a Vita, su hija de tres años.
“Mi deseo de ser madre me acompañó toda la vida”, comenta y rememora que, pasados los 30 años, realizó una consulta médica para averiguar el estado de su salud reproductiva, aunque sin la idea de embarazarse. “Entendiendo que siempre es recomendable buscar el primer hijo antes de los 35, me acerqué para ver cómo estaba”, narra.
Posteriormente, a los 37, tuvo la “convicción absoluta” -en sus palabras- de querer convertirse en madre. Para lograrlo, a fines de 2019, volvió al mismo profesional al que había asistido tiempo atrás. “Requerí que fuera por fertilidad asistida por un diagnóstico médico que implica una menopausia precoz y el doctor me dijo que si quería ser madre mediante un embarazo tenía que ser ya. Me sugirió lo popularmente conocido como ‘in vitro’ que supone que formen el embrión fuera del cuerpo, en un laboratorio y, en mi caso, con donación de esperma ya que fui con el deseo de hacerlo sola. Mi única pregunta fue ‘¿cuánto cuesta esto?’ y cuando me dijo que podía solicitarse la cobertura, no lo dudé”, recuerda.
También, añade: “La obra social cubría 3 intentos y me sugirieron hacer uno con mis óvulos y que los demás fueran donados, para no desaprovechar”. No obstante, con un solo óvulo de ella, fue posible. Tras realizarse los estudios pertinentes y llevar a cabo la estimulación ovárica (tratamiento para aumentar el número de ovocitos), le extrajeron el material. “Consideraron que valía la pena fecundarlo y es una fortuna descomunal haber logrado una hija sana de esa forma. Es gracias a la ciencia y podría hablarse de un milagro”, reflexiona.
Burocracia y aspectos técnicos de la opción ‘in vitro’
En torno al proceso, Giolito remarca que tuvo lugar en medio de la pandemia. Por lo tanto, las diversas instancias se concretaron virtualmente. “Era un contexto atípico, pero por lo general no es algo denso, sino que implica varias partes en las que siempre estás bien acompañada”, aclara igualmente.
De esta manera, se firman múltiples consentimientos, para autorizar las prácticas, solicitar el esperma, aceptar el tratamiento y decidir qué hacer con los óvulos no fecundados y con los embriones, que “pueden criopreservarse un año, a través de la obra social y luego elegir si continuar abonando uno o donarlos” –expone Florencia-. En su caso particular, optó por esta última.
Acerca de la donación de esperma, la entrevistada revela que “lo que se tiene en cuenta es la compatibilidad genética”. “En Argentina no se puede elegir, afortunadamente. No es como los hijos de los famosos que hacen el tratamiento en el exterior. Se piensa en la salud y como un aspecto secundario que se parezca a los padres, en este caso a mí. Hacen un perfil de color de ojos, de piel, peso, estatura…”, señala.
Asimismo, amplía: “Firmé una suerte de renuncia a averiguar o informarme sobre el donante, ya que no es el padre, sino solo una persona que regaló amor y que no tiene ninguna función concreta”, agrega. Y continúa: “Salvo en caso que fuera necesario por alguna necesidad, a través de una orden judicial, los médicos pueden acceder a su información genética, no al paradero de la persona”.
En esta línea, cuenta que al nacer Vita debió informar el método por el cual la gestó para anotarla en el registro ya que, caso contrario, un juzgado de familia puede intervenir según el derecho a la identidad.
“Y algún día se lo diré a ella también. Me estoy asesorando psicológicamente para cuando sea el momento, sobre todo porque hoy en día el rol de papá lo tiene. Conocí a mi actual pareja antes de iniciar el tratamiento y me acompañó incondicionalmente, igual que mi papá y mis hermanos”, cuenta Giolito.
Finalmente, cierra aconsejando: “Quienes tienen el claro deseo de ser madre o padre, no piensen que hay una sola forma de hacerlo. Hoy hay muchas alternativas. Todas van a ser igualmente difíciles de llevar e igualmente gratificantes”.