Cruzados de vereda, cuatro cordobeses cuentan por qué decidieron hacer carreras distintas a las de sus reconocidos padres, logrando un camino propio. Hablan el actor Camilo Nicolás, la diseñadora Natalia Jiménez y los músicos Damián Fantini y Facundo Viale.
El refrán español dice “De tal palo, tal astilla” y no hay quien no lo conozca o lo haya escuchado, ya que, desde tiempos remotos, se emplea para señalar aquello que se parece a su origen. Y es común usarlo, sobre todo, cuando un hijo sigue los pasos de su padre.
¿A quién no le gusta inflarse el pecho al contar que sus hijos siguieron el mismo camino que ellos para triunfar en la vida?
Los casos se repiten continuamente y en todos los rubros: empresarios, médicos, abogados, contadores, comerciantes y así en una lista interminable. Padres que pasan la antorcha de oficios y profesiones e hijos que heredan esa responsabilidad.
Sin embargo, si hay algo impredecible, es la actitud de los hijos. Teniendo padres que se distinguen por su nombre y apellido en el universo cordobés, estos jóvenes supieron mirar a otro lado y descubrieron que, por más que la astilla provenga del mismo palo, hay variantes que completan o complementan cualquier orgullo filial.
Cuatro son las duplas que sirven de botón para esta muestra que traemos a colación y que deja en claro que, entre otras cosas, los padres son más de lo que reflejan y que no hay mayor satisfacción que ver felices a los hijos.
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Con la mitad del tiempo en Buenos Aires y la otra mitad en Córdoba, a Chichilo Viale no es fácil atraparlo y menos aún en compañía de sus hijos. “Es que cada uno está con lo suyo”, comenta el actor y humorista quien así y todo hizo lo imposible para tomarse un tiempo para esta nota en la que, junto a uno de sus hijos, Facundo, reflexiona sobre esto de hacer cosas distintas pero estar en continua conexión.
Según cuenta el propio Chichilo, su familia tiene estirpe de artistas, hacia atrás y hacia adelante en las generaciones, empezando por su viejo artista plástico y él mismo como actor, pero también tíos, primos y sobrinos. Sus hijos no podían quedar lejos de esto.
“Todos los Viale y los Coll tienen un lado artístico innegable”, cuenta el humorista dejando para el final sus ejemplos más cercanos con Rodrigo, productor de rock, y Facundo, sonidista y bajista de una banda. Entonces, claramente, esto de elegir vivir de una rama artística no sorprendía. Sin embargo, con más de 30 años de trayectoria en los escenarios, luego de surgir con el respaldo de referentes como el Gringo Cognini y después de haber conseguido proyección nacional, suena raro que no cuente con un discípulo que continúe su labor. “La verdad es que nunca me ilusioné con tener un discípulo. Si venía, venía”, cuenta Chichilo, y en medio de la reflexión se pone más sincero: “incluso no sé si no es algo de suerte que haya sido así porque la realidad es que el mundillo de los artistas es muy lindo, divertido, pero tiene sus penas y sus luchas”.
Pero además, Facundo, por su forma de ser introvertida, jamás hubiera podido ser actor: “Toda la vida fui una persona sumamente tímida”, confiesa. Muchas veces, al salir de las salas de teatro donde Chichilo se presentaba, se alejaba un poco para evitar cruzarse con la gente. “Si bien nunca tuve problemas por ser su hijo, de niño me molestaba cuando íbamos a algún lado y lo frenaban para sacarse fotos o hablarle. Pero con el tiempo me di cuenta de que es parte del trabajo”, comenta.
Facundo lleva varios años como bajista y para él es muy importante contar con los consejos de su padre. “De mi viejo aprendí muchas cosas sobre el ambiente artístico. Sobre todo me sirvió para darme cuenta de que estar sobre el escenario, tocando o actuando, es un porcentaje muy pequeño del proceso”. Las palabras suenan perfectas, pero, fiel a su estilo, Chichilo no está tan seguro de que él haya sido quien impartió ese tipo de lecciones y se mofa de sus habilidades. “Más que nada ha sido la madre la que los ha aconsejado, yo solo hice que se críen como corresponde, con criterio de honradez, inteligencia y cultura”, dice, modesto, el actor. Y, por cuarta vez en la nota, en esta dupla también el post-50 se queja del joven 3.0: “La juventud de hoy es más complicada, uno les da consejos y te miran como diciendo: ‘¿qué dice este viejo?’.
Persona y personaje se confunden a menudo cuando uno habla con Chichilo, ya que para él cualquier ocasión es buena para combinarla con humor. “El humor es una constante en él”, señala Facundo, y asegura que, aunque no haya elegido el histrionismo como eje para su vida, la gran enseñanza de su padre es hacer con pasión lo que a uno le gusta. “Creo que todos nos vemos influidos por él en nuestra personalidad, por eso cuando algo nos apasiona lo convertimos en parte de la vida”.
Y también a través de la comicidad Chichilo se vincula con Facundo, tanto dentro como fuera de la casa, cuando es solo hijo o músico. “Suelo ir cuando hay presentaciones de la banda. Inclusive he participado en un show con un grupo anterior, haciendo un pequeño sketch de mímica”, trae a colación el Viale mayor.
Siempre entre risas, pero nunca en broma, para terminar, Chichilo señala que lo importante sigue siendo que sus hijos sean felices en lo que hacen y por eso está orgulloso del camino que ha emprendido Facundo. “Él no la tiene tan fácil como el padre –recalca el actor, recordando lo importante que fue para él que su padre fuera amigo de Cognini–, eso me enseña a manejarme de otro modo. Uno aprende de los hijos, ellos te dan vuelta la cabeza. La juventud viene con otras ideas, más efectivas, hay que aprender de ellos”.
Leé la entrevista completa en la OCIO Junio