Por Guillermina Delupi/ tw: @gdelupi
Cuenta una historia que un maestro paseaba por un camino montañoso con su discípulo, cuando se toparon con un paraje en el que vivía una familia pobre. El maestro, se acercó al padre de la familia y le preguntó cómo hacían para sobrevivir. El hombre respondió que tenían una vaca que además de darles leche y sus derivados, les permitía el intercambio por otros alimentos con poblados vecinos. Los viajeros siguieron su camino, pero a mitad de haber andado, el sabio le ordenó a su discípulo volver al paraje, buscar la vaca y tirarla por el barranco. El joven hizo caso a su maestro. Un año más tarde, no pudo más con la culpa y decidió volver a confesar aquel hecho cometido. Al llegar al lugar, se encontró con que aquel paraje era una fuente de prosperidad y riquezas. Sorprendido, preguntó cómo habían hecho para prosperar de aquel modo, a lo que el hombre respondió que hubo un accidente: su vaca murió cayendo por un precipicio y se vieron en la necesidad de buscar nuevos recursos para sobrevivir. Así, descubrieron que sus tierras eran muy fértiles para la plantación, comercializaron lo que producían y se convirtieron en un paraje próspero.
Esta historia nos muestra que a veces, por no salir de nuestra zona de confort, nos privamos de descubrir de lo que realmente somos capaces y del potencial que se esconde tras nuestros miedos.
Belén Boiero: en primera persona
“Las personas no estamos acostumbradas a tomar decisiones y creemos que estamos bien, quedándonos en nuestras zonas de confort. Sentimos que estamos en un lugar seguro y no nos damos cuenta de que lo que hacemos es autodestruirnos, porque llega un momento en el que no podemos más”, reflexiona la coaching motivacional.
Belén, de 36 años está separada y es madre de dos hijas y lleva la motivación en la sangre desde pequeña. “Haber tomado decisiones desde chiquita, hizo que para mí fuera más fácil ir hacia otro rumbo. Y cuando encontrás el flujo del agua, allá vas y no te para nadie”.
Si bien es distinto en cada persona, el común denominador a la hora de tomar una decisión o dar un salto es atravesar un momento crítico.
Pero, para hacer este cambio de rumbo es necesario tener un conflicto, porque la mayoría de las personas aspiran a estar tranquilas: “La pregunta que hay que hacerse es ‘¿esto me hace feliz o no?’”.
Y fue el hecho de no sentirse feliz lo que hizo que Belén “pateara el tablero” tantas veces y exitosamente. Con el sueño de tener un local de ropa, la primera experiencia vino de la mano de Prüne/Akiabara, un local bimarca en Nuevocentro Shopping. Luego vinieron otros locales, hasta una franquicia de Ayres que duró cinco años.
En el medio, fue y volvió varias veces al Multimedios donde está a cargo de (valga la redundancia) Medios. “Un día me levanté y dijo decidí triunfar. Ya no era feliz, estaba en crisis de pareja, con los locales, con dos nenas pequeñas, sentía mucho desgaste”. Así, se deshizo de la franquicia de Ayres, volvió al Multimedios (“aunque de una manera distinta”, remarca) y empezó a mirar la motivación con más cariño. “Una amiga quería abrir una escuela holística, me invitó a ser parte y me metí con la motivación; ahí encontré mi misión en el mundo y mi vida se resignificó a través del otro”.
Es sólo una cuestión de actitud. “Cuando activás internamente, todo empieza a fluir. Pero hay que saber escuchar porque a veces tenés las cosas al frente y no las ves”, explica Belén. La actitud juega un papel fundamental y basta con empezar a tomar pequeñas decisiones. “Somos nuestro accionar, no lo que decimos. Vinimos a ser felices y cuando estamos seguros de nosotros mismos, no hay nada que pueda salir mal. Hacer este cambio es ir hacia algo mejor y ese algo mejor empieza por vos. Sólo te lo tenés que creer. Está bueno que los que lo hacen, sean el ejemplo. Es contagioso”.
Cocó Garzón, de la abogacía a las letras
Para las mujeres de la generación de Cocó Garzón las cosas no han resultado fáciles: “Estábamos signadas a ser lo que se esperaba que fuéramos; entonces, salvo alguna rebelde que logró apartarse de los caminos predispuestos, el resto seguimos por el carril que se nos había mandado”, señala la escritora.
Esos mandatos, que indican que una mujer debe ser hija, madre, esposa, profesional, ama de casa, flaca, moderna y un sinfín de etcéteras, fueron haciendo mella en Cocó, quien durante muchos años obedeció ese camino e hizo lo que de ella se esperaba.
Hasta que el conflicto llegó: “Existe un momento en el que las mujeres tenemos profundas crisis, cambios de escenarios. Mis hijos se casaron, mis mayores se murieron, ya estaba estabilizada profesionalmente. Era tiempo de balance. La profesión de abogada, que me regalara tantas satisfacciones, ya no me las daba”, recuerda.
Pero, a determinada altura de la vida, ¿cómo cambiar de rumbo? “Con cojones, no hay otra”, sentencia. “A mí me empujaron algunas cosas, tuve un problema de salud serio, murió mi mamá… entonces, me di cuenta de que el tiempo se me escurría y me empecé a sacudir aquellas cosas que me robaban tiempo. La madurez implica el reconocimiento de la finitud”.
Así fue como a sus 55 años, casada, con tres hijos, dos nietos (y uno en camino), decidió soltar su profesión y dedicarse a la literatura.
Las Biencasadas, novela que había comenzado a escribir tres años antes, se convirtió en un bestseller: “Nunca imaginé que iba a terminar una novela como Las Biencasadas, ni que iba a pegar de la manera en que lo hizo. Yo iba a hacer una edición chica, para regalarle a mis amigas, pero las dos primeras se agotaron y ahora, vamos por una tercera tirada grande”, relata Cocó.
Patear el tablero o no patearlo, esa es la cuestión. “Antes de patear el tablero una debe saber lo que cuesta y si está dispuesta a pagar ese precio. A mí me daba miedo porque trabajaba y ganaba muy bien, entonces había un costo económico. Hoy es duro volver al estudio y ver que la cosa sigue y que yo estoy afuera, pero evalué todo eso y aun así decidí ir por otro rumbo”. Sucede que, como señala Cocó, si analizamos los costos que una opción implica nos preservamos de la frustración. “Hay que preguntarse si una está dispuesta a pasar los años que le quedan haciendo algo que no la llena. Yo estoy feliz con la decisión que tomé”. Finaliza: “Tenemos que ser cada vez más las mujeres que creamos que nuestro género no nos condena a ser lo que está dispuesto que seamos. Debemos saber que nosotras podemos elegir qué ser”.
Tips para animarte a ´patear el tablero´
- Pregúntate si lo que estás haciendo te hace feliz.
- Ten coraje y arriésgate.
- Confía, sabe que la vida acomoda todo para tu mayor beneficio siempre.
- Nunca dejes de creer. Cuando actuamos con el corazón nada puede salir mal.
- No te des por vencida fácilmente.