Una revisión de 34 estudios promedian que las cifras de pre-orgasmia en las socializadas mujeres oscilan entre el 20 y el 50%, mientras que, los socializados varones reportan esta condición en menos del 10%, según lo expuesto por la Lic. Noelia Benedetto. Esto refiere a la dificultad para alcanzar el orgasmo, aún llegando a un nivel adecuado de excitación sexual, que puede darse tanto en contexto individual o compartido.
Igualmente, la Sextagrammer remarcó que las investigaciones pueden estar sesgadas, ya que generalmente evalúan el sexo en pareja y considerando la penetración. No obstante, destacó: “Lo importante es que afecta a todos los géneros y que deben situarse factores sociales, el acceso a la ESI, la estigmatización o invalidación de ciertas prácticas, entre otros aspectos”.
Aunque popularmente el término más difundido para abordar esto fue ‘anorgasmia’, la profesional comentó que el mismo quedó obsoleto y Loonie Barbarch propuso el nuevo concepto, entendiendo que “quedamos en una especie de plataforma preorgásmica y que nunca es una total falta de sensaciones orgásmicas” -explicó Benedetto-.
“Las personas reportan llegar hasta determinado punto de excitación, que luego finaliza”, detalló. También advirtió que no se trata de una disfunción, “porque eso da a entender entre líneas que el orgasmo sería el objetivo único de una experiencia y esto no es necesariamente así”.
En cuanto a las manifestaciones, señaló: “Puede haber una ausencia total o hay quienes se refieren a menor intensidad o en situaciones particulares, por ejemplo, no poder estando acompañado o al revés”.
Del impacto a la estrategia
Acerca de las causas en torno a la pre-orgasmia, Benedetto indicó: “Nunca son únicas y suelen combinarse varios factores biológicos, psicológicos, sociales y vinculares”. Entre las más comunes enumeró los efectos secundarios de un medicamento, enfermedades crónicas, ansiedad, culpa, creencias limitantes sobre el placer, la presión por cumplir expectativas o la falta de comunicación con un otro.
Así, los efectos son sentimientos de frustración, inseguridad y desconexión. A su vez, “hay quienes se cuestionan su virilidad o feminidad -sostuvo la Lic.- en términos de no ser suficientemente varón o mujer por no experimentar esta vivencia”.
“Lo importante es evitar patologizar y centrarse en ampliar las narrativas sobre el placer y el bienestar”, enfatizó Noelia en este marco.
Finalmente, para reducir el porcentaje de incidencia y sus consecuencias, recomendó incrementar el acceso a la información, promoviendo el autoconocimiento, la exploración de zonas erógenas, el diálogo asertivo en relación a los deseos sexuales y la desmitificación de creencias que se erigen como verdaderas sin serlo, como por ejemplo, que el único orgasmo válido es aquel que se tiene en la penetración o que hay diversos tipos.
Además, otra opción es la terapia sexológica, ya que al no tratarse de una enfermedad, no supone un tratamiento sino un acompañamiento para trabajar y ampliar las posibilidades. “Se puede hacer una adaptación de abordajes clínicos si hay cuestiones biológicas, hormonales, etc. ajustando los esquemas para que el disfrute sexual no quede como algo olvidado”, cerró Benedetto.