*Por Leticia Martín Enjuto, Psicóloga General Sanitaria, especializada en Terapia Cognitivo-Conductual y Terapias de Aceptación y Compromiso.
La procrastinación es el acto de retrasar o posponer tareas, compromisos o responsabilidades, a menudo optando por actividades más placenteras o menos importantes. Aunque podría parecer una simple falta de organización, la procrastinación está profundamente relacionada con aspectos emocionales, como el manejo de la ansiedad, el perfeccionismo o el miedo al fracaso.
Razones psicológicas detrás de la procastinación
- Miedo al fracaso o al juicio:
Algunas personas evitan comenzar una tarea porque temen no cumplir con las expectativas, ya sea las propias o las de otros.
- Perfeccionismo:
La necesidad de que todo salga “perfecto” puede llevar a retrasar el inicio de una tarea, especialmente si no se siente 100% preparado.
3. Falta de motivación:
Cuando una tarea parece aburrida, irrelevante o demasiado difícil, es más probable que la posterguemos.
- Mala gestión del tiempo:
Subestimar el tiempo que llevará completar una actividad puede llevar a dejarla para el último momento.
- Distracciones y recompensas inmediatas:
Redes sociales, series, videojuegos u otras actividades placenteras suelen ser más atractivas a corto plazo que las responsabilidades.
6. Estrés o ansiedad:
Las emociones negativas asociadas con una tarea (por ejemplo, tensión al pensar en un examen o en una presentación laboral) pueden hacer que prefiramos evitarlas.
¿Cómo nos perjudica la procrastinación?
Aunque puede ofrecer alivio temporal, la procrastinación tiene consecuencias a largo plazo tanto en nuestra vida personal como profesional:
- Aumento del estrés:
Posponer tareas genera una acumulación de trabajo, lo que incrementa la presión y el agobio.
- Baja productividad:
Se pierde tiempo valioso que podría haberse utilizado de manera más eficiente.
- Impacto en la autoestima:
Sentimientos de culpa y frustración consigo mismo pueden aparecer tras no cumplir con las metas propuestas.
- Oportunidades perdidas:
Retrasar decisiones importantes puede limitar el crecimiento personal o profesional.

¿Cómo salir del bucle de la procrastinación?
Superar la procrastinación requiere esfuerzo consciente y la implementación de estrategias prácticas.
Consejos para romper este ciclo:
- Dividí la tarea en pequeños pasos:
En lugar de ver la tarea como algo enorme y abrumador, divídela en subtareas pequeñas y manejables. Completar un paso a la vez genera sensación de logro.
- Establecé plazos realistas:
Incluso si no tienes un plazo oficial, crea uno para ti mismo y cúmplelo.
3. Utiliza la técnica Pomodoro:
Trabaja en bloques de 25 minutos con descansos cortos entre ellos. Esto mejora la concentración sin sentirte sobrecargado.
- Evitá las distracciones:
Creá un espacio de trabajo libre de elementos que puedan desviarte, como el teléfono o las redes sociales.
- Identificá tus emociones:
Pregúntate qué sientes al pensar en la tarea: ¿miedo, ansiedad, pereza? Reconocer estas emociones te permitirá gestionarlas mejor.
6. Recompénsate:
Después de completar una tarea, premiá tu esfuerzo con algo que disfrutes, como ver una serie, salir a caminar o darte un gusto.
- Adoptá una mentalidad de progreso, no de perfección:
Recordá que es mejor avanzar, aunque sea poco a poco, que esperar a que las condiciones sean “perfectas”.
- Buscá apoyo:
Hablar con un amigo, colega o terapeuta sobre tus metas puede ayudarte a mantenerte motivado y enfocado.
La procrastinación es un hábito que todos enfrentamos en algún grado, pero no tiene por qué definir nuestra vida. Al entender las causas detrás de este comportamiento y aplicar estrategias prácticas, podemos avanzar hacia una mayor productividad y bienestar emocional. Lo importante no es eliminar la procrastinación de tu vida por completo, sino aprender a gestionarla de manera efectiva.
¡Empezá hoy, un pequeño paso a la vez!