En el mes especial Día del amigo te invitamos a conocer amistades con historia. Te contamos la experiencia única que vivieron las amigas y gemelas Igarzábal: un viaje de seis amigos durante un mes a Islandia. Bitácora de un oasis inolvidable.
Por Sol Aguirre
“Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera”, reza el dicho y Sol y Rho Igarzábal lo entienden y lo ponen en práctica desde que son pequeñas. Gemelas por naturaleza y amigas por elección, admiten que no conocen el mundo desde un lugar individual. “Yo creo que no conozco la soledad”, considera Sol, y Rho agrega que su hermana es su “mejor amiga de la vida”.
Incluso el trabajo las aúna en el mismo lugar: mientras Sol es la encargada de marketing del Patio Olmos, Rho es encargada del local de María Cher.
Admiten que, a pesar de las diferencias en sus personalidades, la mirada parecida es el motor de la amistad y esa mirada fue la que las hizo elegir igual destino de vacaciones: fueron rumbo al extremo noroeste de Europa, a Islandia. Sin embargo, no fueron solas: estuvieron acompañadas por amistades de toda la vida y se aventuraron a hacer el viaje en motorhome, parando en diferentes campings. Nadia Ruffener, Juan Pablo Griffa, Marco Ferrari, Lucas Topa (amigo de las gemelas y actual novio de Rho) junto a las hermanas Igarzábal emprendieron la aventura en de abril de este año. “Este viaje tuvo la combinación perfecta: amigos, naturaleza, conexión con el entorno y aventura”, comenta Rho.
El primer vuelo fue hacia la tradicional y vanguardista Barcelona. “Estuvimos cuatro días allí y fue especial porque es una ciudad que siempre sorprende. Además, compartimos unos tragos en el famoso Bar Latino con un amigo que vive ahí hace muchos años, el reconocido artista Maxó Rennella. Ese encuentro inicial fue mágico”, detalla Sol.
Contemplación en “la vuelta a Islandia en motorhome”
En Islandia, el plan del grupo viajero fue recorrer todo el país a través de la llamada “ruta circular”, que crea un camino natural de 1300 kilómetros para atravesar todo el país de sur a este y de norte a oeste. Para hacerlo, se aventuraron a alquilar un motorhome. “Fue la mejor experiencia que pudimos tener para viajar. Islandia regala paisajes y vistas excepcionales y viajar de esta manera nos dio la posibilidad de elegir cuánto tiempo quedarnos y en dónde. Lucas fue el conductor oficial y tuvo la sensibilidad para seleccionar lugares increíbles para dormir y despertar en un marco de belleza natural. El viaje fue muy contemplativo”, rememora sonriente Sol.
El primer destino fue la capital del país, Reikiavik, donde habita gran parte de los 330 mil habitantes de Islandia.
A apenas 1 km de esta urbe, el grupo tuvo un gran recuerdo inicial: la ruta los sorprendió con el primer campo de lava. “Esa primera vista fue muy emocionante”, comenta Sol. Después, a lo largo del camino, la “isla de hielo y fuego” les regaló diversos paisajes: “Disfrutamos de contemplar volcanes, glaciares, montañas nevadas, mares con arenas negras y bloques de hielo. Fueron paisajes naturales inolvidables y compartidos con amigos de años”, detalla Rho.
Los integrantes del grupo aportaron su identidad y su grano de arena al viaje: “Nadia sumó su particular sentido del humor, Juan Pablo su semblanza, Marcos sus ocurrencias, Rho cocinaba y Lucas elegía las paradas”, enumera Sol.
Complicidad y mística grupal
La mística grupal estuvo en que cada uno propusiera una consigna para el viaje, como “darnos un abrazo todos los días ante los paisajes, contar cuál fue el lugar que más nos gustó y porqué y guardar los celulares antes y después del desayuno y del almuerzo”, rememora Sol.
Una de las vistas más memorables fue la de las auroras boreales. Según Rho, “es algo sobrenatural, surrealista, es una luz verde ondulante que está entre lo más extraño y movilizador que vi”. Otras vistas exuberantes fueron las columnas de basalto o el muro de los lapiceros gigantes, montañas con formas de columnas que se formaron tras la erupción de volcanes.
¿Qué fue lo que más les sorprendió de los islandeses? Las hermanas responden al unísono “que respeten mucho la naturaleza” y agregan que la accesibilidad a lugares naturales al lado de la ruta es un ejemplo de ese vínculo.
Respecto al vínculo pero, en este caso, del grupo durante el viaje, comentan convencidas que “la complicidad entre los seis fue una aventura única, lo que vivimos en Islandia nos selló aún más como amigos”. Sobre la posibilidad de viajar juntas como hermanas y amigas, coinciden en que “el viaje, que de por sí fue hermoso, fue más hermoso por hacerlo juntas”.