*Especial, por Juliana Szerdi, integrante del área de Formación de Grow-Género y trabajo.
El trabajo doméstico gratuito constituye una de las principales barreras de las mujeres para acceder al empleo formal. Ellas dedican casi el doble de tiempo que los varones a estas tareas, de manera invisibilizada. Esta carga, que recae ‘naturalmente’ en las mujeres, hace que tengan menos tiempo disponible para dedicar al trabajo remunerado, pero también al autocuidado, por lo cual se limita su autonomía.
Desde Grow-Género y Trabajo acompañamos a las organizaciones que encaran procesos de transformación en trazar estrategias para la conciliación de las responsabilidades laborales y familiares, como así también en sensibilizar sobre los estereotipos y creencias que naturalizan el rol de cuidado de las mujeres y limitan sus posibilidades.
Construcción de los roles de género
El trabajo de ama de casa se asocia al amor, la afectividad y al mandato de feminidad como lo dulce, sensible y con instinto materno. Se construyó en el imaginario colectivo una idea de que esos roles son asignados por cuestiones naturales, biológicas. Estas características asignadas a las mujeres (cis) justificaron el confinamiento en el hogar y la exclusión de los espacios públicos. Se las condenó al trabajo doméstico gratuito y a depender económicamente de un marido.
En la actualidad, el trabajo doméstico gratuito de la mayoría de las mujeres posibilita la labor diaria de los demás, siendo la piedra angular de los trabajos remunerados. Se trata de las tareas vinculadas a la economía doméstica (realizar compras, pagar servicios), de limpieza, mantenimiento y cocina, acompañamiento escolar (hacer la tarea, materiales, reuniones), crianza (alimentación, turno médico, vestimenta).
Estructuras desiguales
Al observar los datos del trabajo doméstico no remunerado, las mujeres dedican casi el doble de horas que los varones a estas tareas: mientras ellas le dedican, en promedio, 6:07 horas al día, ellos 3:30 (INDEC 2022). Estas diferencias se acrecientan en mujeres no ocupadas, que dedican algo más de 7 horas diarias.
El trabajo de cuidado no remunerado afecta el uso del tiempo de las mujeres, ya que son quienes tienen que relegar su tiempo libre y proyectos personales, limitar sus potencialidades y obstaculizar sus trayectorias. Implica también que tengan que acceder a empleos de menor carga horaria, por lo cual perciben menor salario. Las desigualdades estructurales que existen para las mujeres por motivos de género repercuten en el mundo del trabajo de forma tal que se construye una brecha de ingresos del 25% entre hombres y mujeres (INDEC, 2023). Por la menor disponibilidad de tiempo, las mujeres acceden a empleos más precarios, peores pagos, más informales y menos valorados.
Cuidar también da valor
Por supuesto que hablamos de un trabajo noble y elemental porque se trata de las actividades diarias, cotidianas, que son las que sostienen la vida, las que alimentan, las que dan afecto, las que cuidan. Por eso hablar de cuidado es tan importante, porque su valor social y económico es enorme. Desde Grow-Género y Trabajo venimos profundizando la perspectiva transversal de género para comprender y actuar en el mundo del trabajo, en la firme búsqueda de la equidad social.