Quería ser considerado un buen artesano. Quería que sus vestidos se construyeran como edificios, moldeados según las curvas de la forma femenina, estilizando su silueta. Creía en las revoluciones indirectas, producto de la naturalidad y la franqueza. Solía sostener, precursor, que “un vestido es una pieza de arquitectura efímera”. Siempre hubo en sus expresiones sustento, sustancia. Un por qué y un para qué, no solo una producción material. Había gestión simbólica que, con la elección de sus texturas, las decisiones de sus formas y el delinear de sus conceptos impactó en la lectura del universo que lo cobijó.
“En última instancia -dijo alguna vez Christian Dior, todo lo que sé, veo o escucho, cada parte de mi vida, gira en torno a la ropa que creo”.
Su revolucionaria lectura del género y de los géneros se combinó desde la presentación de su primera colección en 1947 para transformar el significado de la moda y arte de su tiempo. Su cetro como portador de tendencias revolucionó la sociología de la industria y de su época.
Oriole Cullen, es curadora de V&A de textiles modernos y moda, y ha tenido a su cargo el reto de organizar los 500 objetos (entre ellos 230 vestidos) que componen la propuesta. Nació en Dublín, se unió a V&A en 2OO6, después de estudiar la historia de la vestimenta en el Instituto Courtauld y trabajar en el Museo de Londres como curadora de vestimenta y artes decorativas.
– V&A tiene una larga tradición en vincular la moda con el arte. ¿Por qué crees que esa tendencia debería continuar?
– La moda siempre se ha inspirado en el arte, pero creo que hoy hay una influencia mutua. Desde que comencé, la evolución de los museos ha sido rotunda. Es muy inspirador hablar con alguien que ha pasado toda la vida mirando sedas del siglo XVIII, porque puede relatar, desde ellas, la prácticas sociales en la gestión completa de su producción. Pero también es importante hace emerger ese saber al público, para compartir lo que aprendemos puertas adentro.
– ¿Cuáles son las particularidades en la tarea de curar la moda?
– Trabajar en un museo es, de alguna forma, un servicio público y, a veces, hay trabajos muy poco atractivos. Hay mucha repetición y rutina para enriquecer la colección o añadir valores de prestigio del museo. Esta es una disciplina en formación. Es increíble admirar objetos, ya sea un producto textil del siglo XIX, un vestido de Balenciaga o calzones para hombres, tener esa evidencia y pensar qué sobrevivió. Es muy conmovedor.
– Cómo se ha trabajado en esta exhibición?
-Fuimos afortunados de continuar con el trabajo de Florence Muller y Olivier Gabet que curaron la exposición en París. Queríamos agregar una sección que resonara en nuestra audiencia local, por lo que incorporamos la historia de Dior en Gran Bretaña. Trabajamos estrechamente con nuestro propio archivo, el de Dior Heritage y varios otros museos y coleccionistas para adaptar la narrativa e incluir aproximadamente el 60 % de contenido nuevo. Hemos podido reunir más de sesenta trajes de Dior que no se mostraron en París. Los vestidos incluyen los que una vez usaron la bailarina Margot Fonteyn y la escritora Nancy Mitford, y otros prestados por el Fashion Museum, Bath, que el propio Dior apoyó.
-Qué pieza le resulta imperdible?
– El V&A recibió recientemente un traje de lana azul marino inmaculadamente diseñado para Jean Dawnay, más tarde la princesa Galitzine, y modelado por ella en el primer espectáculo de Dior en Londres en el Savoy en 1950. Sin dudas, otra de nuestras joyas es el vestido que vistió la princesa Margarita, la hermana de la reina Isabel. Lo lució en su cumpleaños número 21 en 1951. Revela tonos amarillentos mucho más sutiles que la visión fotográfica que mostramos a su lado, producida por el fotógrafo de la corte Cecil Beaton, quien retocó los colores.
-Cómo realiza la curaduría de su propio fondo de armario?
– Casi siempre uso vestidos. Son sencillos. Si de pronto tengo una reunión importante, puede simplemente colocarme tacones. Tengo un par de stilettos negros de Saint Laurent en el cajón de mi escritorio, junto con lápices de labios nude de NARS, Chanel y Charlotte Tilbury. Hay muchos malabares que hago a diario: puede que esté trepándome a una escalera, moviendo cajas por la mañana, trabajando todo el día y luego asistiendo a una velada muy glamorosa, por lo que siempre debo estar preparada. Me he impuesto, por otro lado, andar liviana. De hecho, tengo rechazo por los grandes bolsos. Es muy liberador.
Flavia Tomaello
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