Eliana Zani es transerrana, abogada, esposa y madre orgullosa de Hipólito, Luz y Santiago. De familia numerosa, sus padres soñaban con reunir a sus hijos y nietos durante varios días en un lugar de ensueño. Y es así como nació esta historia familiar, ¡en la paradisíaca Punta Cana!
¡Comienza la aventura!
Cual viaje de estudio, llegamos al aeropuerto todos juntos en Traffic para vivir en familia unas vacaciones emocionantes. ¿El destino? Punta Cana. Y aunque era mucha la incertidumbre en torno a esta aventura (¡éramos 16 personas entre grandes y chicos!), las sonrisas no se borraban de nuestras caras aunque el avión despegara a las 5 de la mañana.
Algunas horas después, arribamos al fin a “la perla de la caribe”, como algunos la llaman, donde nos esperaban para trasladarnos a uno de los tantos hoteles majestuosos con los que te recibe este bellísimo punto turístico de República Dominicana.
Punta Cana o Yauya, como antes se la denominaba, se encuentra en el municipio de Higüey, provincia de La Altagracia. La belleza de estas tierras es tan envolvente que tentó a un grupo de inversionistas americanos a adquirirlas, ya que vieron en ellas el enorme potencial turístico que poseían… y no se equivocaron. Levantarse por la mañana y sentir las olas del mar no tiene precio, pero agregarle a eso arena blanca, que para mis hijos era talco, y verlos jugar hasta caer rendidos, créanme que es inolvidable.
Vacacionar en familia (numerosa) puede salir o muy bien o muy mal. No es fácil coincidir, conceder y mixturar los gustos de cada integrante del grupo, más aún cuando las diferencias de edades son tan grandes entre todos. En nuestro grupo había niños desde los 6 meses hasta los 6 años, mujeres solas, matrimonios jóvenes… ¡y no tanto! Pero, afortunadamente, debo decir que este viaje a Punta Cana nos unió más. Es de esos lugares en donde no podés estar de malas, en donde el mar te abraza y te lleva hasta su costa que baja rápidamente con un oleaje pausado. Es la tierra del descanso, el punto de encuentro del Atlántico con el Caribe.
Opciones para todos
En esta “perla”, cada uno hacía y deshacía como quisiera sus tiempos, aunque no sé si era casual o causal que coincidiéramos en cada decisión tomada. Para los glotones, tanto el almuerzo como la cena eran una delicia. Teníamos la posibilidad de elegir el tipo de comida del país que quisiéramos: el viaje gastronómico incluía desde la vera pasta italiana hasta pescado fresco del caribe o algún plato japonés. Las frutas eran de lo más variadas y los postres, impresionantes.
Los amantes de los deportes también podían salirse con la suya, incluso los menos experimentados. Fue el caso del día en que junto a mi hermana mayor, mi cuñado y mi marido decidimos hacer snorkel a escasos metros de la costa (las playas tienen una extensión de casi 50 km). Nos buscaron en un botecito pequeño y ya mar adentro nos zambullimos en medio de un arrecife de corales donde pudimos disfrutar de una experiencia tremenda y ¡súper recomendable! Eso sí, nobleza obliga: a veces el snorkel puede marearte si el mar está movidito.
Si el deporte o la aventura no es lo tuyo, te cuento del paseo que eligieron mi mamá, mi hermana menor y mi cuñada: tomar un colectivo y recorrer unos 200 km para llegar a Santo Domingo. La capital de este país está ubicada en la desembocadura del Río Ozama y es reconocida por sus museos y monumentos históricos, declarados por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad. Imposible no caminar por su malecón y su zona colonial, adonde se encuentran la primera catedral y el primer castillo de América. O sentarse en algún puesto de la calle “El Conde” a degustar sus platos típicos como el “sancocho”, una especie de estofado que combina varias carnes con hortalizas, o “la bandera”, un clásico del caribe que, como canta Marc Anthony, es el arroz con habichuelas.
Para los niños también hay lindas opciones para que se diviertan, más allá de las propuestas del hotel o de todas las alternativas en la playa. Con el objetivo de que conocieran algún lugar diferente para ellos, visitamos un hermoso acuario-zoo a pocos kilómetros del hotel que realmente los dejó sorprendidos, emocionados, y le puso el broche de oro a esta aventura.
Definitivamente, la gente del caribe sabe cómo recibirnos, cómo hacernos sentir bien, cómo agasajarnos… Y compartir todo eso en familia es ¡INOLVIDABLE!
Créanme si les digo que aún resuenan en mis oídos las carcajadas de los 16 frente al mar, mezcladitas con el son de los timbales…
Punta Cana es mucho más que un destino turístico al que volvería una y mil veces más. Para mí, Punta Cana suena a familia, a amor… ¡a vivir la vida!