Desde 2014 el yoga tiene su día propio. La fecha fue promulgada por la ONU, con el objetivo de dar a conocer los beneficios que aporta la disciplina milenaria tanto para el cuerpo como para la mente. Así, se busca propiciar la práctica que, constantemente, va ganando adeptos.
Para introducirse a este universo, uno de los mejores métodos es el Iyengar. Ana Martínez, profesora cordobesa e integrante de la Asociación Argentina de Yoga Iyengar, señala que “está pensado para quien no hizo nunca yoga”.
La razón es que “cuenta con recursos para adaptarse según lo que trae consigo cada persona, garantizando plena eficacia”.
A su vez, detalla que implica “trabajo meticuloso de secuenciación”. Es decir, que el progreso, a lo largo del tiempo, permite que se desarrollen las capacidades y habilidades de cada practicante. Por tanto, se trata de un estilo seguro y sistemático, que no supondría riesgos.
Cómo funciona
Creado por el maestro B.K.S. Iyengar, el método está centrado en la precisión y la alineación del cuerpo, mediante diversas asanas (posturas).
De esta manera, se pretende integración con la mente y la inteligencia, despertando la percepción y la expansión homogénea de la conciencia.
“Involucra el entendimiento de lo físico para entrar a planos más sutiles”, amplía Martínez y continúa: “En el proceso se revela un conocimiento profundo de uno mismo”.
Para la práctica se utilizan elementos –como mantas y sillas- que “dan soporte” y ayudan a perfeccionar cada postura.
Entre los mayores beneficios, se destaca que promueve el desarrollo de la fuerza, resistencia, flexibilidad, coordinación y concentración.
Acerca de la frecuencia para realizar clases, Martínez recomienda un mínimo de 2 veces por semana. Sin embargo, aclara que “de poder hacerse todos los días, mejor”.
Finalmente, la profesora invita a animarse a experimentar esta disciplina. “Cada cuerpo tiene distintos requerimientos y no todos podemos hacer lo mismo, de la misma forma y el Iyengar permite aprender cosas según lo que cada uno puede”, asegura.