En las redes sociales de Daniela Aza -donde figura con el usuario @shinebrightamc– se aloja información, entretenimiento, reflexiones, debate. Siempre con un objetivo común: poner en valor la discapacidad, desterrando los prejuicios y mitos.
La Lic. en Comunicación que fue diagnosticada con artrogriposis pretende “inspirar, motivar y educar” con su contenido. “Comparto mi historia y hablamos también de diversidad en general, de las dificultades que atravesamos y de qué hacer con lo que nos tocó”, sostiene.
Así, a sus 38 años y contra los pronósticos ejerce una pasión que la acompaña desde la infancia. Al respecto, cuenta que su condición afecta a las articulaciones y en su caso, a miembros inferiores y superiores. Por tanto, desde las primeras semanas de vida se enfrentó al quirófano y la rehabilitación. No obstante, en medio de las peripecias, los juegos tenían su lugar.
“Lo primero que dijeron los médicos a mis papás era que no iba a poder caminar ni tener una vida autónoma. Igualmente, mi niñez fue feliz y aunque los tratamientos y cirugías siempre estaban presentes, recuerdo que disfrutaba mucho encerrarme a jugar a la radio y a ser periodista”, rememora Daniela.
Además, destaca su vocación por la escritura. “Me resulta liberador y siempre fui comunicadora internamente, porque me llamaba la atención dejar una huella”, sostiene. De esta manera, celebra haber logrado tanto expresarse, como estudiar, hacer deporte, casarse y “tener una buena vida, obviamente con subidas y bajadas”.
Masividad consciente
Más tarde, llegó la adolescencia y trajo consigo “una gran crisis” -en sus palabras- para Aza. De aquella época, revela: “Todas las personas y especialmente las mujeres en esa edad, tenemos como un momento muy crítico en el que empezamos a compararnos, a analizarnos y teniendo una discapacidad eso fue mucho más conflictivo porque pensaba que nunca iba a tener novio o que no quería usar malla”.
“A medida que uno va creciendo se va dando cuenta de las barreras, de los obstáculos, de la sociedad que te limita, que te etiqueta, que te dice no podés circular por la calle o trabajar”, continúa.
En esta línea, indica, en torno a lo laboral: “Hubo muchas dificultades. El empleo es lo que más nos cuesta”. Sin embargo, esa complejidad la impulsó, más tarde, a lanzarse al universo digital.
Del proceso previo, recapitula: “A medida que fui creciendo y madurando, me di cuenta que el secreto estaba en ser fuerte internamente, hacerme valer, visibilizar y reclamar ante la discriminación. Tuve mucha contención en ese sentido y sentí que era una responsabilidad salir al mundo a decir ‘sí, podemos hacer cosas y necesitamos que se nos dé la bienvenida’”.
Fue entonces que, tras recibirse de la universidad y estando casada, decidió emprender en plataformas. “La gente me decía siempre que yo la ayudaba en cierta forma y se me ocurrió volcar eso en algún lugar, haciendo algo grande -relata- un proyecto sobre mis experiencias para que otros se vieran reflejados”.
“Cuando era más chica no tenía un referente, las publicidades y medios no me representaban y se me cruzó convertirme en esa figura, que alguna vez yo quise ver”, explica sobre la idea que guió sus primeros pasos.
Hoy, Daniela Aza proyecta escribir un libro, mientras que trascendió la tarea digital, llegando a empresas y diversas instituciones con el fin de “volverlas más inclusivas”. “Hay oportunidades que se están presentando y yo siempre feliz de cada espacio que se abre, porque es una forma de seguir mejorando el mundo que necesita ciertos cambios”, cierra la oradora.