La maternidad en tiempos modernos
Inteligentes, profesionales, hacedoras y aggiornadas a los tiempos que corren, las mamás
de hoy no renuncian a hacer lo que les gusta en pos de ser madres. Viven la maternidad
como una elección y no como un mandato social y disfrutan de los desafíos que supone.
Calidad de tiempo, equilibrio entre el trabajo y el hogar y un único objetivo en común: la
felicidad de sus hijos por encima de todo.
Por Guillermina Delupi
Una mamá a prueba de agenda
Alejandra García Krizanec (35, periodista y locutora nacional, comparte su vida con
Gustavo), es mamá de Anita (1).
Muy decidida a buscar lo que quería, siempre se encargó de romper los mandatos en
su familia: “Mi papá quería que fuese odontóloga. A los ocho años le dije ‘yo voy a ser
periodista como el señor de la tele’”. Así fue como también decidió que jamás dejaría de hacer lo que le gusta por ser madre y hoy puede mostrarle a su hija con el ejemplo, que su mamá es feliz haciendo lo que hace. Y que ella podrá hacerlo también.
Congeniar trabajo y cuidado de una bebé no es tarea sencilla, pero Alejandra se las
ingenia bastante bien y cuenta con una “red” que le resulta fundamental: “Soy una
mujer a prueba de agenda y organizo mi red de apoyo al extremo. De lunes a viernes
me levanto a las 3 AM, prendo la PC; antes veo que haré de cenar esa noche y ya lo dejo
resuelto. Leo y chequeo las noticias. A las cinco me voy para la radio, termino y a las 8
estoy en casa; Anita y su papá despiertan, me espera ya lista para tomar la teta.
Desayunamos juntos y allí la segunda mañana ya en acción”, detalla.
Para Alejandra, la calidad del tiempo compartido con su hija es primordial: “Muchas
cosas de mi trabajo las puedo manejar desde casa, sin embargo cuando estoy con mi
hija estoy 100%. Por eso busco apoyo en su abuela, mi mamá (¡lo más!), en su prima que vive con nosotros porque estudia en la universidad y en su nana, Meli. A las 18.30
horas finaliza mi día laboral y entro en #ModoMamá, como me gusta decir. Allí es su
rutina inalterable: juego, baño, cena y juego nuevamente y a las 21-22 horas Anita ya
duerme. Nos acostamos juntas porque yo a esa hora ya caí rendida”.
La clave, según cuenta, es saber pedir ayuda: “Las mujeres que somos madres debemos
ante todo saber pedir lo que necesitamos. Ser claras en la ayuda que buscamos de
nuestro entorno. Creo que ahí está la clave para criar sin culpas y con calidad”.
De las cosas que tal vez hemos perdido con el paso de las generaciones, ella rescata ese
volver a las cosas simples: “Recuerdo que iba a la casa de mi tía Rosita, merendaba con
ella y me podía pasar toda la tarde ayudándola a regar la quinta y las plantas. ¡Y era
feliz! Hoy, por la culpa, una gran parte de mi generación llena de juguetes y de
actividades escolares y extraescolares a sus hijos. Si hay algo que no deberíamos
permitir es que se pierda eso: lo simple de la vida. Yo jugaba con botellas con palitos
adentro y hoy Anita juega con eso, con tarritos de yogur tiene sus mejores sonajeros y
no por eso estará menos estimulada”.