De vez en cuando la Salud Mental se pone de moda. Se encienden las luces, las cámaras y todos los focos apuntan ahí. En las últimas semanas pudimos tomar conocimiento de situaciones que nuevamente nos invitan a pensar en ella. Porque son circunstancias mediáticas. ¿Pero qué ocurre con las otras?
Una de estas fue el caso de Simone Biles, la talentosísima gimnasta norteamericana de 24 años que decidió dar un paso al costado en la competencia de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Las primeras preguntas apuntaron a una lesión en su cuerpo, por ende a su salud física, sino ¿qué otra explicación habría para que hiciera eso? La respuesta es que no se sentía bien y que estaba transitando por una crisis emocional que hacía que “su mente y su cuerpo no estuvieran sincronizados”. Y entonces Simone decidió escucharse y poner su salud en primer lugar, un lugar mucho más importante que las medallas que la esperaban.
Otro caso, pero en el cual no pudo haber un paso al costado, es el del músico ‘Chano’ Moreno Charpentier, que tras años de adicciones fue protagonista de una situación confusa y violenta. Las adicciones siempre se encuentran rodeadas de dolor, paranoia, soledad y desesperación.
La escalada mediática desarrolló un juicio ético que llevó a convertir a Chano en un personaje exótico, protagonista de memes vinculados casi exclusivamente a los excesos, en donde la palabra ‘música’ fue reemplazada por ‘cocaína’ y ‘choque’.
Dos escenarios contrapuestos, pero que a la vez convergen y se encuentran. Estamos hablando de la salud mental afectada por distintas causas y en diferentes circunstancias. Nadie se encuentra exento: ni una deportista
de alto rendimiento rodeada de presión, ni un músico zambullido en el descontrol. ¿Y el resto de las personas? No, ninguna persona cuenta con un escudo de protección al 100%. Todos nos encontramos atravesados por nuestra historia, nuestras vivencias, nuestro día a día y así como nos resfriamos, nos duele la panza o necesitamos de una intervención quirúrgica, del mismo modo nuestra mente también necesita de cuidados. Cuidados que muchas veces no llegan o no se priorizan.
Si vemos pálido a alguien que queremos o quejándose de dolor, solemos alertarnos, ¿pero nos alertamos con otra sintomatología más silenciosa? El dolor emocional es así, silencioso, pero no menos peligroso.
Hoy hago la invitación de poder ver y vernos más allá. De poder comenzar a conectarnos con aquello que nos sucede, tomando conciencia de lo que nuestras emociones nos están diciendo. Tomando conciencia también de esa persona que tengo a mi lado. No es valiente el que puede con todo solo, es valiente aquel que pide ayuda. Por más que no haya cámaras ni luces, es importante recordar que nunca estamos solos, siempre va a haber alguien ahí para tendernos una mano. Una mano que nos recuerde que no hay salud sin salud mental y que esta debe ser nuestra prioridad siempre.
LIC. María Constanza Alaye
MP. 9271
Ig. @PSI_CONSTANZAALAYE