*Especial, por Laura Luz Valverde
Desde sus inicios, el bustier fue utilizado para estilizar la figura del cuerpo. Empleada como prenda interior, tuvo su origen en Italia y más tarde, alcanzó gran auge cuando fue introducido en Francia por Catalina de Médici durante el siglo XVI, siendo adoptado por las mujeres de la corte como un corpiño ajustado y alargado, que se usaba debajo de la ropa.
Así, en un principio estos corsets aplanaban el busto y su principal misión era sostener los senos. Fue hasta la era Victoriana, en la década de 1830, cuando comenzó a tener un nuevo propósito: estrechar la cintura. De esta manera, el famoso corpiño alargado, se convirtió en una prenda en forma de reloj de arena, elaborada con varillas de acero que se ataba con cordones. Su uso era casi obligatorio, pues la reina había prohibido las cinturas anchas.
En tanto, para finales del siglo XIX, el bustier ya era considerado una prenda perjudicial para la salud. Pero, ¿estamos viviendo un regreso de esta prenda tan polémica? La respuesta es sí. Es cierto que llevaban varias temporadas en un segundo plano. No obstante, en esta primavera-verano se posicionan como imprescindibles en el closet de cualquier persona que se promulge ‘seguidora de la moda’.
La nueva versión se ha modernizado, dejando atrás las varillas rígidas que cortaban la respiración. Actualmente, es más ligero y permite experimentar, divertirse y sentirse segura de una misma.