Actualmente, es frecuente que una jornada inicie con pocos grados o un clima cálido, que se incrementa conforme avanza el paso del tiempo. Así, grandes y chicos están expuestos a los cambios de temperatura diariamente, como consecuencia de diversos factores. En este sentido, respecto a los infantes, sobre todo los escolarizados, el Dr. Enrique Orschanski señala que “a veces salen muy abrigados a la mañana y cuando el sol pega, empiezan a transpirar”.
En tanto, sobre las “maneras de responder a este fenómeno y la humedad”, explica: “La primera son reacciones alérgicas, comprometiendo la parte respiratoria alta (nariz, garganta, oídos) y en pacientes susceptibles, los pulmones, cuando hay predisposición alérgica familiar”.
“La otra propensión serían las infecciones”, añade y detalla sobre los síntomas: “suelen ser respiratorios, dérmicos como puede ser la inflamación de la parte superficial de la piel frente a la exposición al sol, el exceso de humedad y los cambios bruscos en términos de 48 horas”.
También, el profesional asegura que “en casos de susceptibilidad, predomina la hipotensión, lo cual puede pasar desapercibido”. Asimismo, en cuanto a estas reacciones aclara: “No solo es el cambio climático sino toda las maniobras en torno al mismo, por ejemplo utilizar aires acondicionados cuando hace mucho calor, lo que expone a una temperatura contrastante”.
Qué hacer
Acerca de las medidas a tomar como adultos para proteger a los más pequeños del cambio de temperatura, Orschanski sostiene: “Lograr que el sueño sea reparador y el espacio hipoalergénico, es decir, que esté despojado de elementos que contaminan el aire. Además, no usar el aire en temperaturas exageradas, no dejar abiertas ventanas en tormentas o ráfagas de viento, evitar peluches, alfombras, uso de aerosoles que se usan como antisépticos y desodorantes de ambientes que generan toses, estornudos y acumulación de secreciones mucosas”.
Por otro lado, destaca la importancia de la hidratación, argumentando que “el 70% de un cuerpo de un niño es agua y si cuando no la incorporan, se secan y un cuerpo en tales condiciones se enferma con facilidad”. “Hay que estimular los sorbos permanentes, -profundiza- fundamentalmente cuando hacen un gran gasto de energía y necesitan reponerla”.
Para un niño de 7 u 8 años, el pediatra indica que 5 vasos de agua sería una medida aproximada “en una cultura que favorece que los chicos prefieran bebidas azucaradas”. Finalmente, asevera: “el agua es la droga más eficaz y accesible para prevenir enfermedades”.
“Las mejores vitaminas que requiere el cuerpo para su funcionamiento normal están en las frutas y verduras, aunque los chicos no quieran estos alimentos. Una alimentación mínimamente balanceada tiene todo lo que un cuerpo en crecimiento necesita”, cierra.