Auténtica, talentosa, divertida, enérgica y sin vueltas. Una humorista nata, apasionada por lo que hace y felizmente autora de sus tres libros. Una mujer que trabajaba en su profesión de periodista y locutora, descubrió que su pasión estaba ahí arriba, en el escenario, y decidió ir por ello. Dalia Gutmann, que en 2005 comenzó su carrera como humorista de stand up, se reinventa como profesional y como mujer, utilizando ese espacio para compartir con otras mujeres sus pensamientos, sentimientos y, a través de la risa, nos invita a aceptarnos, a valorarnos, a empoderarnos, a reírnos de nosotras mismas y a vivir el hoy.
Tras su reciente declaración de haber superado un cáncer de mama hace cinco años, Dalia remarca la importancia de la detección temprana de la enfermedad y el amor de sus hijos Kiara, Federico y de su pareja, Sebastián Wainraich, quien la acompañó durante el difícil momento como hace ya 17 años. En esta nota, conocemos más sobre su vida, la reinvención de su trabajo en cuarentena, su reciente vuelta al escenario, reflexiones y nuevos proyectos.
–¿Qué significa el humor en tu vida?
–El humor te salva de todo, no estoy para nada a favor de estar tapando, ocultando, negando las cosas que nos pasan; cuando uno puede darlas vuelta y ponerle humor del bueno, es espectacular. Siempre me atrajo el humor, nunca me imaginé que iba a poder dedicarme profesionalmente a esto, me apasiona y siempre trato de rodearme de gente que tenga el humor cerca para utilizarlo.
–¿Cómo fue que te subiste a un escenario por primera vez?
–Recuerdo una escena en mi vida, cuando era periodista en Canal 9, cubría la actualidad, y estaba en una guardia tomando un café sintiéndome muy aburrida. En ese momento, llamé a Diego Wainstein, profe de stand up, para anotarme en su curso (año 2004). En 2005 me junté con dos compañeros, teníamos un monólogo y decidimos mostrarlo, así fue como nos subimos al escenario. Nunca me imaginé que esto se pudiera convertir en mi medio de vida.
–El stand up como una forma de hacer catarsis. ¿Hubo algún tema que te haya costado hablar hasta que lo hiciste monólogo?
–Hay una frase que está muy dicha en el mundo del stand up, que es “todo lo que opaca tu vida, brilla en el escenario”, todo lo que duele o tira para abajo, cuando lo podes convertir en un material humorístico, es buenisimo. Creo que mucho de lo que hago tiene que ver con situaciones o cosas que me hacen sufrir. A mí me gusta indagar sobre las emociones incómodas, como la angustia, los celos, la envidia, la inseguridad, la vulnerabilidad. Cuando de esto hago humor, siento que al compartirlo, todos en algún punto podemos reírnos de lo que nos hace sufrir.
–En estos más de 10 años de carrera, el contexto sociocultural ha cambiado: el rol de la mujer en la sociedad, el empoderamiento femenino, el movimiento feminista. ¿A la hora de presentar un show, sos de chequear el guión varias veces para no caer en polémicas o sos más relajada en eso?
–Desde que empecé hasta hoy, siento que estoy inmersa en otra cultura. Hace 10 años escribí ‘Entregada al ridículo’, mi primer libro. Si bien me encanta y me enorgullece, si lo leo con atención es una catarata de cosas que hoy no encajan. Me paraba desde un lugar más ‘looser’ y, con los años, me sigo riendo de mi costado más inseguro pero desde el empoderamiento de mí misma.
Soy de estar atenta a cada detalle del monólogo, actualizo el material para que no pierda vigencia. Como cuarentona que soy y por haberme criado con otras costumbres, a veces hago un chiste que una cabeza más evolucionada me diría “che, eso no da”, lo que me lleva a reflexionar y si realmente coincido que no da, lo cambio. Estoy siempre atenta a no decir brutalidades, pero tampoco quiero ir a la corrección 100% política. Por suerte, las mujeres abrimos los ojos, estamos despertándonos cada vez más y cuestionando situaciones en las que nos vemos inmersas.
–Hablando de familia, ¿cómo es la convivencia con un humorista, siendo humorista?
–Seba es muy introspectivo, no es un humorista que esté haciendo chistes todo el tiempo; él está a diario en la radio, luego en el teatro, pero en casa no le gusta mucho conversar, yo soy mucho más conversadora. Lo que tiene de particular vivir con un humorista, siendo humorista, es que tenemos una capacidad más desarrollada de desdramatizar situaciones más rápido de lo normal, por ejemplo, si estamos re peleados y tal vez uno tira un chiste y descomprime ese momento tenso.
–En esta cuarentena han hecho cosas juntos y han tenido buena repercusión, es una pareja muy querida. ¿Planes de trabajar en conjunto?
–Para mí, lo más sano en una pareja que se dedica a lo mismo, al menos en nuestro caso, es que cada uno tenga sus proyectos por separado y no mezclar, porque cuando está todo bien, bárbaro, pero cuando no, es un desastre si los dos estamos en el mismo barco laboral. Hay cosas que uno no las puede anticipar. Quizás ahora te digo de no laburar con él y en dos años hacemos una película. Nunca se sabe, por ahora preferiría que cada uno haga sus cosas, pero quién te dice mañana…
–Mientras tanto vos seguís produciendo. Semanas atrás volviste al escenario con el show ‘Cosas de minas en cuarentena’, con protocolos ante la nueva normalidad y en un autocine. ¿Cómo viviste la experiencia y qué rescatás de ella?
–Soy de adaptarme bastante a los cambios. Cuando surgió todo esto de la pandemia, me hice la cabeza de que hasta enero no iba a poder volver a subirme a un escenario y cuando surgió la propuesta del autocine, fue algo distinto, raro, pero me encantó. Lo quiero hacer muchas veces más hasta que vuelva el teatro, ¡ojalá haya más oportunidades! Fue raro por mil razones pero también fue lindo y fui felíz. Por suerte los autos que estaban adelante bajaron las ventanillas, pude interactuar con ellos, muchas bocinas y buena energía. Mientras esperamos que vuelva el teatro como todos lo conocemos. me adapto a esto.
–¿Qué de todo lo que ‘no hubieses hecho si no existiera el confinamiento’ (como se llama tu sección de instagram), te gustó más y ya es parte de tu vida?
–Creo que tiene que ver con las plantas, hay algo que me encantó. Me parece que da felicidad, algo con lo que tenía cero conexión, ¡se me morían hasta las suculentas!. Al principio del confinamiento había que revivir una planta que estaba mal ¡y me salió! Me copé mucho con los ciclos de las plantas, todo eso me encanta y creo que este amor llegó en esta cuarentena para quedarse.
– Consejo a lo ‘Dalia’ para sobrellevar este tiempo con los chicos en casa.
–Los chicos en casa 24/7 es algo inviable. Yo creo que hay que ser creativa, inventar juegos como por ejemplo “juguemos a sacarle el nudo de la espalda a mamá”, entonces te hacen masajes, o “juguemos a ordenar la ropa por color para lavar”. Hay que inventar juegos que te ayuden a entretenerlos, a estar tranquila y por qué no, a organizarte.
–Nuevo show, nuevos podcast, streaming con ‘Las Chicas de la Culpa’. ¿Qué más tenés en mente para lo que queda del año y para el próximo?
–¡Sí!, estoy armando un nuevo show, ojalá se pueda estrenar el año que viene, todos los días de la semana le dedico unas horas para armarlo. Hace muchos años fantaseo con hacer una serie o una película, no para este año ni para el que viene, pero sí las ganas están, anoto ideas y tengo que organizarlas para transformarlas en algo concreto. Sé que lo voy a hacer en algún momento.
–¿Qué autorreconocimiento te haces como mujer?
–Estoy muy atenta a que el miedo no me impida hacer las cosas que me gustan, me encanta lanzarme. ¡Hay que animarse, si fracasás no pasa nada!, y me gusta transmitir esto a otras mujeres. Me parece que siempre tuvimos menos oportunidad que los hombres, siempre fuimos demasiado cuidadosas y hay que demostrar que también somos muy capaces.
–Hace un año lanzaste tu último libro ‘Tengo algo para decir’. ¿Qué te permitiste en esas páginas, en comparación a los demás libros que escribiste?
–Tuve la oportunidad de escribir tres libros: el primero, ‘Entregada al ridículo’, que lo escribí cuando tenía 30 años y en el que me reía de todo; el segundo, ‘Cosa de minas’, muy divertido, con el que abordamos temas de minas con humor, junto a Ale Bavera, y este tercer libro, ‘Tengo algo para decir’, me permito ser más reflexiva, sin perder el humor contando cosas más ínfimas de mi vida. Hay un capítulo que se llama ‘Crianza’, en el que hablo de cosas muy personales que aprendí. Es un libro que me da vergüenza pero me encanta verlo escrito y que llegue cada vez a más gente.
–¿Y qué tenés para decir hoy?
–Esto es reimportante para mí y lo que tengo para decir hoy es que no hay que postergar lo que uno quiere hacer o decir. Creo que a la larga, dejar para mañana, para otro día, para más adelante, nos hace muy mal. Hay una frase que escuché en una película que siempre me resuena y es: “Cuando el tercer acto falla, es porque el primer acto estuvo mal construido”. Siempre creo en eso, en construir las cosas bien, con solidez, no hacer truchadas, sentirnos todos agentes transformadores, que las cosas que no nos gustan del mundo, de nuestras relaciones, de nuestra vida, pueden cambiar. Me parece que el mundo va a estar mejor o nosotros vamos a estar mejor, cuando sintamos que si hacemos un esfuerzo las cosas van a mejorar.