Cruzados de vereda, cuatro cordobeses cuentan por qué decidieron hacer carreras distintas a las de sus reconocidos padres, logrando un camino propio. Hablan el actor Camilo Nicolás, la diseñadora Natalia Jiménez y los músicos Damián Fantini y Facundo Viale.
El refrán español dice “De tal palo, tal astilla” y no hay quien no lo conozca o lo haya escuchado, ya que, desde tiempos remotos, se emplea para señalar aquello que se parece a su origen. Y es común usarlo, sobre todo, cuando un hijo sigue los pasos de su padre.
¿A quién no le gusta inflarse el pecho al contar que sus hijos siguieron el mismo camino que ellos para triunfar en la vida?
Los casos se repiten continuamente y en todos los rubros: empresarios, médicos, abogados, contadores, comerciantes y así en una lista interminable. Padres que pasan la antorcha de oficios y profesiones e hijos que heredan esa responsabilidad.
Sin embargo, si hay algo impredecible, es la actitud de los hijos. Teniendo padres que se distinguen por su nombre y apellido en el universo cordobés, estos jóvenes supieron mirar a otro lado y descubrieron que, por más que la astilla provenga del mismo palo, hay variantes que completan o complementan cualquier orgullo filial.
Cuatro son las duplas que sirven de botón para esta muestra que traemos a colación y que deja en claro que, entre otras cosas, los padres son más de lo que reflejan y que no hay mayor satisfacción que ver felices a los hijos.
De política y humor: Miguel y Camilo Nicolás
Primero abogado, luego empresario y por último político, Miguel Nicolás jamás pensó que con tantas opciones para elegir uno de sus hijos optaría por ser actor humorístico. Es que al principio todo fue por los carriles normales: Camilo hizo lo de tantos adolescentes y se decidió por la profesión de su padre.
“El mío fue un salto al vacío –cuenta sin filtros Camilo Nicolás, actor y humorista cordobés, trayendo a la memoria cómo fue esto de ser casi abogado–. Me quedaban ocho materias para recibirme, pero un día me di cuenta de que lo mío era la actuación”. Así de directo fue el día en que tuvo que sentarse frente a sus padres y contarles lo que había decidido. “¿Sabe qué pasó? –me pregunta misterioso el dirigente radical Miguel Nicolás y, sin pausa, se responde–. Cuando me dijo que iba a ser actor, me dio tantos argumentos que me convenció”. De todas maneras, asegura que le hubiera encantado que Camilo fuera abogado, aunque ahora se da cuenta de que estuvo bien que eligiera lo propio porque trabaja por convicción.
Entre ellos hay una especie de orgullo escondido, ese que suele aparecer cuando los hijos hacen lo que los padres no pudieron hacer 30 años atrás para obtener esa libertad que se les escapó de las manos. “Yo estudié derecho porque tenía que tener un título. Y recién después de eso, cuando ya era abogado, cuando le mostré el título a mi viejo y tuve empresas, decidí empezar en política, que era mi gran intención”, recuerda Miguel y aprovecha para remarcar que justamente por eso no podría ir en contra de lo que hace Camilo, que se maneja de la misma manera: por convicción.
Aunque sean profesiones totalmente diferentes, el actor y el político se parecen mucho. Ambos utilizan el histrionismo como herramienta vital para comunicarse. Tanto es así que los gestos y las tonalidades al hablar, muchas veces exageradas, nos hacen dudar de su autenticidad. Miguel y Camilo lo saben y por eso los consejos van y vienen entre ellos. “Creo que tanto el actor como el político sí o sí necesitan tener empatía con la gente, debemos saber cómo se sienten”, asegura Camilo, quien le ha sacado brillo a su capacidad para entender los vaivenes emocionales de la platea y cambia de rumbo y sobre la marcha para hacer reír a quien lo escuche. De hecho, su primera plataforma como actor, Los Pelafustanes, era el universo de la improvisación y, en la actualidad, en dupla con Nardo Escanilla, la constante sigue siendo barajar y dar de nuevo a cada instante.
Pero, cambiando de roles, ¿cuánto hay de improvisación en la política? “Mucho –asegura el radical–. Constantemente se está improvisando. En la legislatura siempre hay que estar escuchando y respondiendo en consecuencia”. Y en esto su hijo le ha dado algún que otro tip para saber devolver la pelota a tiempo. Asimismo, él como político también tiene sus cualidades estratégicas aprendidas después de tantos años. Sin embargo, parece que el actor mucho no las necesita. “Sabe qué pasa –comenta desahuciado Miguel–, los chicos de hoy escuchan poco”. Y esta vez, dejó al humorista sin remate.
Acostumbrados los dos a mostrarse en público, y después de entender que sus profesiones se parecen, resta saber cuándo el humorista sumará al político para improvisar. ¿Se podrá? Las miradas entre ellos dicen mucho y cada uno mide las palabras al responder: “Pasa que yo soy muy competitivo –apunta Miguel– y si subo capaz que quiero ser el mejor”. Camilo se ríe, y agrega: “Los dos somos muy obsesivos, queremos hacer todo de la mejor manera. En eso, somos iguales”.
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