*Especial, por Grow- género y trabajo
El fútbol surgió en Inglaterra en 1863 como un deporte masculino, que recién fue practicado por las mujeres de manera más masiva en 1914, cuando terminaban sus jornadas de trabajo en las fábricas.
No obstante, en 1921 la Federación Inglesa prohibió el uso de recintos deportivos para partidos entre mujeres. Ya por entonces, se consideraba que ellas eran débiles y que este deporte –como tantos otros– podría afectar sus capacidades reproductivas. Por el contrario, la fuerza, la valentía y el liderazgo, eran –son– características no solo asociadas a la masculinidad sino también consideradas fundamentales para practicar este deporte.
Finalmente, en 1971 se levantó la prohibición, pero las desigualdades continuaron –y continúan–. El primer mundial de fútbol femenino se jugó recién en 1996 (61 años de diferencia con el primer mundial masculino, que se disputó en 1930). Así, desde siempre, las mujeres luchan por alcanzar la igualdad de condiciones en este deporte.
En este sentido, Georgina Sticco, directora y co-fundadora de Grow- género y trabajo sostiene: “El fútbol no se trata solamente de jugadoras. Hablamos también de directoras técnicas, personal médico, kinesiólogas, periodistas, árbitras. Estamos hablando de todas las profesiones relacionadas con el deporte. Hay que generar oportunidades para todas, en todos los ámbitos”.
Lo que falta para empatar el partido
Hoy, el fútbol femenino está cobrando mayor protagonismo. Según datos de la FIFA, el Mundial de Francia 2019 tuvo una audiencia récord de 1.120 millones de espectadores y se espera que el Mundial a disputarse este año en Australia y Nueva Zelanda alcance los 2.000 millones de espectadores. Sin embargo, la desigualdad económica sigue siendo marcada.
En este marco, a nivel mundial solo 14 selecciones garantizan la igualdad salarial ¿Qué sucede en nuestro país? Solo el 55% de las mujeres futbolistas de primera división son profesionales, y sus sueldos no llegan al 2% de lo que ganan los varones (ONU Mujeres Argentina, 2022).
Desde Grow- género y trabajo consideramos fundamental la implementación de políticas y programas que promuevan el desarrollo de este deporte para las mujeres, porque para que se convierta en un negocio tan rentable como el fútbol masculino, primero, como en cualquier negocio, es necesaria la inversión.
En este sentido, según un informe de la FIFA (2022), los equipos femeninos que ganaron la liga en los últimos tres años tienen en común: la definición de una estrategia escrita para el fútbol femenino; la percepción de un mayor salario medio bruto por parte de las jugadoras; y un mayor número de patrocinadores con fondos dedicados al equipo femenino. Es decir que, con inversión y objetivos claros, el fútbol femenino tiene presente y futuro.