La normalidad es eso que nos atraviesa, define nuestra calidad de vida, salud (o falta de ella) y características de los vínculos a través de los cuales somos. La normalidad estructura, estabiliza. Tan básica, tan natural, tan obvia… que se vuelve invisible e imperceptible hasta que, algo pasa.
María Eugenia Bruno – Lic en Psicología MP8242 – IG. @psicologa_maria_bruno
Lo que pasó fue una pandemia. Puso freno de mano a nuestra normalidad, al ritmo, a la velocidad, a nuestras agendas incendiadas de apuro. Ahora encontramos las calles apagadas y nuestros hogares encendidos, como nunca antes.
La normalidad, tal como la entendíamos y conocíamos, quedó en jaque. Quieta y silenciosa. Por otro lado, la cuarentena llegó ruidosa, generando miedo, problemas de adaptación, niveles de ansiedad y angustia por las nubes y los ingresos de muchos por el piso.
Mi trabajo como terapeuta siguió en casa, a través de videollamadas. Los primeros días, los motivos de consulta se asociaban al estrés, al estado ansioso por el sentimiento de falta de control y certezas y, conforme pasaban las semanas, en las sesiones se percibía angustia, desazón. Una suerte de desgaste emocional sostenido. Algunos más enojados otros más tristes, pero todos cansados.
Sin embargo, de alguna u otra manera más allá de las emociones negativas, que son parte excluyente de esta etapa, todos los pacientes logran entender a la cuarentena como una oportunidad.
Haber parado tan de golpe generó una sacudida fuerte, que permitió ver en perspectiva. Tener tiempo para hacer, deshacer, pensar y ‘repensarSE’. Y, más allá de las circunstancias, esa posibilidad siempre es un regalo.
A medida que sea posible ir saliendo del aislamiento y restricciones propias, será condición necesaria del proceso de readaptación comprender que la normalidad de la vida cotidiana, tal y como la entendíamos antes, ya no existe por ahora, habrá que adaptarse de nuevo.
Todo implicará nuevas formas y con esto pueden presentarse dos cosas: una situación de incesante angustia y desgaste por intentar “que las cosas vuelvan a ser lo que eran” o la gran posibilidad de resetear, ampliar el chip, reestructurar la vida sin perdernos lo importante en pos de las urgencias que nos marca la rutina; urgencias que van desapareciendo, problemas de trabajo “impostergables” que se van a ir resolviendo.
La cuarentena vino a traernos una posibilidad inédita. Aprender de ella y en ella es una elección profundamente personal. Ojalá que la nueva normalidad llegue llena de nuevas “primeras nuevas miradas”, sobre todo aquello que hiciste muchas veces.