En los últimos años, los procesos de terapia psicológica han dejado de ser tabú para casi todos. La psicología y sus aportes fundamentales a la salud son, en gran medida, parte de nuestra vida cotidiana. Somos conscientes de una manera mucho más profunda de la importancia de cuidar nuestra mente, gestionando nuestras emociones, fortaleciendo nuestro amor propio, atravesando duelos y crisis de formas saludables, entre algunos pocos ejemplos. Sin embargo, aún en nuestro tiempo, es posible escuchar algunos mitos que circulan y que es necesario seguir derribando.
• La terapia es para los locos
Este es un clásico. Afortunadamente, cada vez son menos las personas que adhieren a este prejuicio. Asumir que hay cosas que no están bien y por lo tanto requieren analizarse, fortalecerse o decidirse, poco tiene que ver con la locura, todo lo contrario. Reconocer dificultades y activar acciones para resolver, aceptar y sobreponerse, es una actitud saludable en sí misma.
• Debería poder solucionar mis problemas. Asistir a terapia es para débiles.
Es una afirmación común, sumamente limitante. ¿Qué te limita? Ni más ni menos que los recursos a los que se puede acceder para estar mejor. A veces podemos solos, a veces no… y reconocer que necesitamos ayuda, nos hace fuertes. Asumir el compromiso con nosotros mismos de iniciar un proceso de psicoterapia es tomar la decisión de “dejar de hacer más de lo mismo, para obtener resultados diferentes”
• Yo no creo en psicólogos
Esta siempre me da gracia. Como si fuéramos oráculos o apariciones. La psicología es una ciencia y posee fundamentos y evidencia de que las técnicas que se aplican en psicoterapia son mucho más que “charlar con alguien”. Los psicólogos conocemos de procesos mentales, crisis vitales, momentos evolutivos, psicopatologías, etc, etc. Nuestra formación académica es profunda, actualizada, está siempre avalada por instituciones oficiales y no cesa.
• Yo hablo con mis amigos, no necesito un psicólogo.
El conocimiento de los profesionales de la salud mental, nos permite tener la capacidad de analizar, comprender e intervenir sobre las situaciones difíciles que atraviesan las personas que acuden a nosotros buscando ayuda. Tenemos además una mirada objetiva propia de un rol terapéutico imparcial.
• Tengo miedo que el psicólogo no entienda lo que quiero expresar.
Esta idea suele estar entre los primeros argumentos para no empezar terapia. Los psicoterapeutas formados estamos entrenados. Sabemos interpretar la demanda de quienes consultan y cuando esta no es clara (para el propio consultante, a veces); tenemos el conocimiento y habilidades para ayudarlos a construirla.
• Tengo miedo de que me juzgue.
Nuestro trabajo nada tiene que ver con ser jueces. No ejercemos desde ideas prejuiciosas de lo “que está bien o mal” sino desde parámetros de aquello que es saludable y equilibrado, para una persona determinada, en un contexto específico. Ojalá los espacios psicoterapéuticos sigan abriéndose, como opción viable y libre de mitos sin fundamento, para deconstruir, construir y reconstruir todo lo que sea necesario a los fines de tener la vida que elijas.
María Eugenia Bruno – Lic en Psicología MP8242 – IG. @psicologa_maria_bruno
