*Especial, por Equipo de Grow- género y trabajo
El 15 de julio de 2010, se sancionó en Argentina la ley de matrimonio igualitario, convirtiendo a Argentina en el primer país de América Latina en garantizar este derecho. Hoy, más de una década después, ya son 10 los países de la región con legislaciones similares. Además, particularmente en nuestro caso parecería ser un debate saldado: nadie -o casi nadie- se imagina que dos personas del mismo género no puedan contraer matrimonio.
Las transformaciones en el plano cultural fueron lo suficientemente importantes como para considerar este avance como un hecho, sin muchas posibilidades de ser revertido. Sin embargo, hay otras dimensiones en las que todavía hay mucho por recorrer.
¿Qué falta por recorrer tras la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario?
La ley es clara: “Todas las referencias a la institución del matrimonio que contiene nuestro ordenamiento jurídico se entenderán aplicables tanto al matrimonio constituido por dos personas del mismo sexo como al constituido por dos personas de distinto sexo”. Ese derecho conquistado permitió que en la primera década que siguió a la sanción de la ley, se contrajeran más de 20.000 casamientos (BAE).
Y entonces, ¿Qué falta? Que se haya garantizado la igualdad para contraer matrimonio no barrió con el prejuicio, la violencia y la discriminación presentes en distintos sectores de la sociedad.
Según una encuesta que realizamos en el marco de nuestra campaña sobre violencia simbólica, 7 de cada 10 personas manifestó haber presenciado, en los espacios de trabajo, bromas motivadas por la orientación sexo-afectiva de una persona (Grow- género y trabajo, 2022). Así, los chistes, muchas veces vistos como inofensivos, esconden una fuerte carga discriminatoria, que es la que sigue presente en la sociedad.
No obstante, las organizaciones pueden cumplir con un papel importante en la construcción de una sociedad igualitaria, promoviendo espacios de trabajo en donde todas las personas sean respetadas y puedan vivir libremente.
Georgina Sticco, co-fundadora y directora de nuestra organización, describe lo que se observa en muchos casos: “el planteo es ‘acá todos somos iguales, a mi no me importa lo que alguien hace el fin de semana’, pero muchas veces no se cuenta lo que se hace el fin de semana, no porque no se quiera, sino por temor”.
Es mucho lo que una organización puede hacer desde su lugar. Visibilizar es un paso fundamental para construir espacios de trabajo en los que -de verdad- todas las personas se sientan cómodas y respetadas. Si hoy resulta inimaginable una sociedad sin matrimonio igualitario, el desafío es avanzar hacia la igualdad de oportunidades, sin prejuicios, sin violencias, sin discriminación.
En este marco, desde Grow- género y trabajo acompañamos a las instituciones en sus procesos de transformación, revisando sus prácticas y políticas.
