Establecer una rutina que propicie óptimos resultados laborales o académicos y permita, también, obtener espacios de recreación, es un desafío en los tiempos que corren. Así, trabajar y/o estudiar y, a la par, socializar, comer saludable, hacer deporte y descansar como corresponde, parece una utopía.
De esta forma, para cumplir con determinados proyectos, parece ineludible relegar otras actividades esenciales. A su vez, en el sistema vigente, la idea de “productividad” se vuelve acechante y predomina la necesidad de hacer más y más, sin importar el costo. Sin embargo, ¿qué es la productividad? ¿por qué esa noción impera y asusta? ¿cómo lograr amigarse con el concepto?
Sofía Barbotti, Licenciada en Economía y emprendedora certificada en Metodologías Ágiles, explica: “Hay tantas definiciones de productividad como personas en el mundo, pero, para mí, es esa sensación de certeza o aceptación de que en un momento en particular estás haciendo lo mejor que podrías estar haciendo”.
Además, añade que esa convicción se vincula con “los recursos disponibles que son tiempo, energía y dinero, como también con los objetivos personales”. Acerca de estos últimos, cuenta la importancia de trasladarlos a un “plan de acción” que deviene en la organización que, hoy se avizora tan complicada.
Dicho plan se trata de una herramienta de planificación para poder conseguir los propósitos planteados, a corto, mediano y largo plazo, en cualquier ámbito. No obstante, Barbotti destaca la importancia de la flexibilidad para comenzar. “Trabajo la flexiplanificación porque, creo, que a la gente contemporánea le da un poco de dolor de cabeza la palabra ‘planificación’ porque hoy todo cambia rápido”, reflexiona.
El término que acuñó refiere –en sus palabras- a la “habilidad de estar en un presente, planificando un futuro que es incierto, complejo y riesgoso”. Entonces, la tarea consiste en diseñar un boceto adaptable según las peripecias que puedan surgir, sobre la marcha.
Del caos al orden
El esbozo sirve para visualizar las metas, plazos para cumplirlas, los recursos y las tareas a ejecutar. Para comenzar, la autodenominada “chica cómo” (ya que disfruta de simplificar “hasta lo más complejo”) señala que “el primer paso es observar qué está sucediendo” en el presente.

“Se debe prestar atención a qué pasa en tu rutina y escribir cómo la percibís en una hoja, detallando a qué hora te despertás, a qué hora te acostás, cuándo te sentís con energía, cuándo estás creativo o concentrado”, profundiza.
“Vamos pasando por flujos energéticos y cuando están bien encauzados es que tenemos esa productividad. Por eso, invito a hacer un monitoreo de horas”, agrega.
Posteriormente, se debe analizar la información obtenida para, luego, pasar al tercer y último paso que es el de “flexiplanificar”, atendiendo a bloques de tiempo libre, de trabajo y aquellos destinados a acciones que promuevan el bienestar, como cocinar, entrenar, etc.
La emprendedora recomienda llevar a cabo estos cometidos en un cuaderno, en las notas del celular o con diferentes aplicaciones digitales. “Son soportes solamente”, aclara y sugiere la utilización de agendas con vistas semanales o google calendar.
Asimismo, recomienda el uso de gestores de proyectos como trello o notion. Otra opción válida es optar por cartulinas u hojas que plasmen la carga mensual que, después, pasará a la agenda. “Sirve para comprender lo que tengo que hacer en el mes y más tarde no pagar el precio de no cumplir”, advierte.

Por último, presenta la “retrospectiva semanal”. Esta puede tener lugar en cuadernos, bitácoras o también sirve recurrir al celular. Consiste en preguntarse, al final de cada semana, qué sirvió durante ese lapso de días, qué no y proponerse un norte a seguir con modificaciones próximamente.
Por qué apostar a la organización para lograr productividad
Entre los beneficios de implementar estos hábitos, Barbotti expone: “Son un millón, porque permite conectarse con dones y talentos, alcanzar rentabilidad en un negocio, más dinero, libertad, tiempos”. Y asegura: “Pero, lisa y llanamente, da paz mental”.
“Libera la cabeza no tener que retener datos en el cerebro y nos da el lugar para ser más humanos y humanas”, continúa.
Por otro lado, es eficaz para dejar atrás la procastinación. Al respecto, la Lic. en Economía profundiza: “Procastinamos por muchos factores, pero uno es que no tenemos total claridad de lo que deberíamos hacer o tenemos muchas ideas que no terminamos de identificar cómo materializarlas”.
“Nos ponemos tareas muy grandes –detalla- o en horarios que no son los adecuados para eso, por lo que se trata de encontrar pequeños pasos que nos lleven hacia el objetivo y que se puedan hacer en el momento oportuno”.
Finalmente, se contemplan las pausas y permite disfrutar de las mismas sin culpas. Barbotti concluye: “Nuestro cerebro necesita tanto la pausa, como la estimulación. Hoy creemos que descansar es mirar una serie y, si bien relaja y entretiene, seguimos conectados a dispositivos tecnológicos. Lo mejor sería darse una ducha con agua caliente o caminar una vuelta a la manzana sin celu. Está bueno preguntarse qué significa para uno pausar y ver qué nos pasa en ese momento”.