Excederse de las horas laborales requeridas, dejar de lado encuentros sociales en virtud de dedicar más tiempo a tareas de índole profesional y posponer el descanso son algunos de los síntomas que caracteriza al workaholism o ‘síndrome del ejecutivo’ que refiere a la adicción al trabajo.
Aunque Melisa Mirabet, Psicóloga Clínica (MP: 65390) y Profesora, aclara que esta condición “aún no se encuentra en los manuales”, señala también que refiere a un “cuadro clínico que permite reconocer un conjunto de comportamientos globales de las personas que afecta su salud psíquica y física”.
En este sentido, explica que los ‘workaholics’ son quienes “desarrollan un puesto laboral con sobreimplicancia”. “Entre lo laboral y lo personal no hay un punto de corte. Además, no rechazan proyectos y, por el contrario, les cuesta decir que no, delegar y consideran que todo debe pasar por su supervisión”, detalla.
Así, la profesional indica que “el trabajo se vuelve el centro de la vida y se antepone a otras áreas”. En tanto, sobre las causas, en un estudio (2009), Enrique Castañeda Aguilera, reflexiona algo aplicable a los tiempos que corren: “La cultura organizacional actual favorece este tipo de actitudes. El control de presupuestos provoca que haya gente que asume la función de dos cargos o más. Por otro lado, el fantasma del desempleo atemoriza a la mayoría, así que los trabajadores tienden a aferrarse a su empleo”.
Por su parte, en diálogo con Ocio, Mirabet añade que las personas “más propensas a desarrollar el síndrome tienen un perfil obsesivo, controlador, con alto compromiso organizativo y tendencia al perfeccionismo”. “Pueden ser manipuladores, negadores de la situación y justifican ese comportamiento”, sostiene, a su vez.
Asimismo, en cuanto a las causas, reflexiona: “A veces es para mantener, inconcientemente, un status económico o social ya que piensan que al trabajar más, serán más valorados”.
Y, respecto a las consecuencias, profundiza: “Puede generar desconcentración, falta de motivación, ya que dedicar mucho tiempo a las tareas no implica necesariamente ser productivo; repercute en los vínculos y puede haber afecciones en términos de salud, como insomnio, mal humor o generar otras adicciones como al café o cigarrillo para sostener las horas de trabajo”.
Finalmente, la profesional concluye: “Ser dedicado al trabajo es desarrollar las tareas con profesionalismo pero no hay que dejar que nuestra identidad dependa de nuestro hacer y una terapia cognitivo conductual, por ejemplo, puede ayudar a mantener el bienestar”.