El pasado 5 de febrero, el Ministerio de Salud de Córdoba informó que, durante estos días de 2024, hubo siete casos de Síndrome Urémico Hemolítico en la Provincia, todos de niños menores a 7 años. Además, señalaron que no hubo nexo entre ellos y que dos de los afectados, fallecieron.
Al respecto, Giuliana Bonifacio, Médica que se encuentra finalizando la especialidad de Pediatría en Córdoba Capital, detalló que “todos requirieron atención e internación”. Asimismo, recordó que en 2023, hubo 18 casos en Córdoba (en menores de 5 años el 89%), una cifra menor a la de 2022, cuando se registraron 27.
A su vez, señaló que, en Argentina, se registran entre 400 y 500 pacientes anualmente, “siendo el país con mayor endemia a nivel mundial” -en sus palabras-. “Afecta principalmente a niños pequeños, pero puede impactar en más grandes, adolescentes e incluso adultos”, afirmó.
El Síndrome Urémico Hemolítico se trata de una enfermedad infecciosa endémica que compromete, sobre todo, los riñones, la sangre, el intestino pero también puede atacar el sistema nervioso, el corazón y el páncreas.
“Es la primera causa de insuficiencia renal aguda, o sea que los riñones dejan de funcionar de forma abrupta, y segunda causa de trasplante renal en pediatría”, expuso la profesional. Y explicó que la tasa de mortalidad es del 3%, mientras que el pico ocurre generalmente durante primavera y verano.
Factores de riesgo y prevención del Síndrome Urémico Hemolítico
La bacteria que produce esta afección es Escherichia coli, cuyo principal reservorio es la vaca, portadora asintomática de la misma, como ovejas, cerdos y cabras, en menor proporción. En tanto, las vías de transmisión son principalmente, el consumo de carne bovina insuficientemente cocida, fundamentalmente carne picada. También aguas contaminadas, el contacto directo con los animales y de persona a persona, por ejemplo cuando alguien va al baño y no se lava las manos.
“La bacteria se encuentra en el tubo digestivo de la vaca -amplió- y la materia fecal contamina la carne en el faenamiento. La misma se encuentra en la superficie de la carne. Al picarla se introduce, y si la cocción no supera los 70 grados y es homogénea, permanece”.
Por otro lado, la leche o derivados no pasteurizados transfieren e incluso los lácteos pasteurizados al perder la cadena de frío. Por último, utilizar el mismo utensilio para cortar carne y luego verduras o frutas, también representa un peligro por la contaminación cruzada.
Sin embargo, la Dra. remarcó que el síndrome es “altamente prevenible”, con las precauciones oportunas. Así, instó a evitar la carne molida hasta después de los 5 años. Por otra parte, utilizar distintos elementos para trozar carne cruda y cocinar otros alimentos, impedir el contacto entre estos, higienizar los vegetales cuidadosamente, consumir agua potable y, en temporada, sumergirse en ríos y lagunas habilitadas, y en natatorios con aguas cloradas y controladas.
Finalmente, Bonifacio ahondó en los síntomas que presentan niños y niñas al contraer esta patología, aclarando que “pueden pasar entre 1 y 8 días hasta que aparezcan”. Estos son fiebre, decaimiento, dolor abdominal, diarrea -primero líquida y más tarde sanguinolenta-, palidez, pequeñas manchas rojas o violetas, hematomas y una alteración de la función renal por lo que orinan menos o dejan de hacerlo.
“También van a tener tensión arterial alta y en casos graves afecta el sistema nervioso central y eso se traduce con irritabilidad, convulsiones, somnolencia y hasta coma”, concluyó.